jueves, 24 de marzo de 2022

El grupo de estudio.

 


Los encuentros semanales con el grupo de estudio suelen dar mucho de sí.
Esta vez C. sacó el tema de su investigación personal estos días:
abrirse al universo, pedir al universo aquello que necesitas en tu vida
Últimamente me están lloviendo mensajes y señales en esa dirección, dijo.
Pedirle a quién?
Al universo, a Dios, a los budas, llámalo como quieras.
Como una oración.
Pedir aquello de lo que careces para que se materialice en tu vida -insistió C.
Al universo que está ahí fuera? A Dios en el cielo?
No, Dios está dentro de mí, yo soy Dios.
Entonces, más que "pedir" desde la carencia,
podríamos poner la atención en la plenitud que ya somos
y hemos olvidado por un momento.
Desde la plenitud, nos damos cuenta de que ya contamos con todo lo que necesitamos
para vivir, con plenitud.

No es lo mismo situarse en la carencia
(el victimismo, la amargura, la frustración, la necesidad)
que en la plenitud que ya somos (aunque olvidada),
la abundancia, la riqueza a tu alcance.
La vida que vives es diferente según desde dónde te sitúes.
El mundo que te acoge.
La experiencia
es diferente.

La exploración se llevó un tiempo que resultó enriquecedor.



Más tarde alguien compartió sus reflexiones sobre las emociones
que surgen de nuestras diferentes formas de reaccionar
a los acontecimientos.
Había escuchado un audio de Juan Manzanera sobre "habitar la experiencia"
o permanecer en las experiencias.
Tenemos la tendencia a buscar experiencias nuevas, y mejores,
en la meditación, en los viajes, en la vida, donde sea.
Y pasamos por alto la experiencia que aparece en nuestra vida, aquí y ahora.
De alegría, tristeza, satisfacción, frustración,
pobreza o abundancia, la que sea.
La desatendemos.
Y al final, es lo único que importa: vivir lo que aparece.
Profundizar en ello, hacer inmersión.
Sin etiquetas.
Sin huir cuando no nos gusta (a la nevera, de compras,
a la música o el cine como ruido),
sin distraernos.
Cuando habitas la experiencia, puedes descubrir
que es mera energía,
la experiencia que te gusta y la que no.
No hay tanta diferencia
cuando te quitas de en medio.
Cuando el personaje se quita de en medio
solo hay experiencias
que aparecen y desaparecen.
No hay nada que disolver y nada que transformar.
Ya aparecen y desaparecen solas.
Y en todos los casos
son simple energía,
no hay tanta diferencia
(entre las que consideramos dolorosas y las deseables).

Y sin embargo, cuando haces inmersión en ellas
y permaneces en la experiencia, sea la que sea,
puedes encontrar el profundo disfrute de la contemplación.
Y de la mirada no dual.




Los encuentros con el grupo de estudio suelen resultar muy inspiradores
y nutritivos.
Cierras con la última meditación y ahí te quedas,
con la mirada un poco más abierta,
la atención más profunda,
la conciencia más intensa.

Es hora de poner la mesa,
compartir los platos preparados para el ágape
descorchar la botella
y celebrar.



No hay comentarios:

Publicar un comentario