sábado, 15 de agosto de 2020

Inteligencias múltiples.







La amiga hablaba de la "brillantez" de su ex.
Es pedante, sí, un tanto arrogante.
Se enfada con facilidad ante la ignorancia ajena, convencido de que él sabe de lo que habla,
y de que él vive en el mundo real.
Lo peor es lo hermético que es cuando se trata de explorar las propias emociones,
o las de la persona que tiene delante, o la relación misma.
Por eso se separaron.

Su problema -contaba la amiga- es que ella tiende a repetir la misma pauta.
Le atraen los hombres "brillantes", concluyó.

Brillantes en qué? -preguntó.
Brillantes, inteligentes -respondió la amiga.
Inteligentes en qué? -insistió.
¿Porque han coleccionado muchos datos leídos o escuchados,
porque han aprendido a manipularlos con la palabra?






Una vez un amigo le hablaba de alguien:
"Es muy inteligente. Sabe cómo hacer daño".
Eso es lo más fácil del mundo respondió ella.
Cualquier animal lo hace muy bien, si se siente amenazado.
Lo difícil es proteger a la otra persona en un conflicto
y protegerse una misma.

Lo difícil es no hacer daño.
Y lo inteligente
también es no hacer daño.

Lo sabe bien por sus tres décadas de artes marciales.
Es de lo primero que aprendió pronto.
Hacer kumite con un cinturón negro puede ser toda una experiencia de aprendizaje y disfrute
y salir impoluta, sin un solo golpe.
Pero hacerlo con un cinturón blanco recién llegado es otra cosa.
El cinturón blanco que pretende demostrar lo fuerte que es y lo mucho que sabe
tiende a dar palos de ciego con todas su energía. Pretende.
Puedes acabar llena de hematomas en las paradas,
no importa los tai sabakis o desplazamientos con que pretendas esquivar los golpes.
Podrías tumbar a tu joven contrincante con un solo golpe o barrido
pero no vas a hacerlo (o sí),
sólo se lo demuestras (si quiere verlo), con rapidez, reflejos y anticipación, sin tocarle
ni hacerle daño.
Y te proteges.

Hacer daño es cosa de cinturones blancos.





Y qué me dices del sarcasmo?
Cuántas veces nos reímos de las palabras ocurrentes e "inteligentes" con las que una persona ridiculiza a otra. Ese ingenio brillante.
Y si no te ríes puede que te espeten a la cara que no tienes sentido del humor.
Es una broma.
Inteligente.
¿No la has pillado?

Pero el sentido del humor que yo conozco nace del corazón.
Como una explosión de amor, la risa.
El sentido del humor es un abrazo.
Comprendes entre líneas las bromas de este cuento.
Como una realización.

La humillación no tiene nada que ver con el sentido del humor.
El sarcasmo es una guerra sucia.
Tiras la piedra y escondes la mano, "es una broma".
Una pretensión de superioridad que solo engaña a quien se deja engañar.

La brillantez brilla de otra manera.






Ella hace tiempo que no compra ese tipo de "brillantez", en cualquiera de sus manifestaciones.
El ocultamiento en una máscara de conocimientos (no siempre acertados),
de creencias, de fe ciega.
Ella le llama "pretender", ocultamiento.
Distraer la atención, marear la perdiz.
Y la aburre a morir.

Por eso hace tiempo que no aparecen ese tipo de personas "brillantes" en su vida.

Y si aparecen, no las ve.

Y no se quedan.





2 comentarios:

  1. Interesante entrada maestra. Me resulta complejo entender por qué a las personas (en mi experiencia) que apoyas, confías y cuidas, terminan siendo las que mas daño te hacen. Parecería que el instinto presa - depredador sigue muy arraigado en nuestras mentes. Salut

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  2. Quizás por las expectativas, Diego.
    Las expectativas a veces son exigencias encubiertas.
    Si esperas algo de una situación (o persona) y no se cumple, es fácil sentir decepción y "daño".

    Podría ser un poco eso, también.

    Un abrazo y buena semana!

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