lunes, 25 de febrero de 2019

Vida y muerte.






Nace la primavera y en la celebración
ya siente el dolor de su partida.
Uno de sus yos.
Ese que se deleita en la anticipación (de la primavera)
en el invierno.

Como cuando se va a dormir con la ligereza del estómago vacío
y la placentera evocación del desayuno de la mañana.

Ligereza y evocación/anticipación,
en el ayuno nocturno.
Soledad y buena compañía, en la contemplación.
Cuando todo está aquí.

Nace la primavera y, con ella,
nace la muerte de la primavera.
Como la luna creciente, noche tras noche.
Otra luna menos por vivir.

Cómo vivir la vida de este mundo sin la muerte,
si en cada aparición ya está el germen de su desaparición?





Otra cosa es el instante eterno,
la imagen fija,
el fotograma.
Como pedalear en la noche por el puerto,
después del entreno,
bordeando los barcos atracados
bajo la luna
y, al frente, el faro de la iglesia iluminada
en la cima de la montaña.
Crees que te mueves,
que vas a alguna parte
y vienes de alguna parte,
pero también es una imagen fija
en un instante eterno.

Hay instantes eternos y situaciones en proceso de disolución,
dependiendo del yo que lo vive.
Tal como lo reconoce la ciencia cuántica.
Y la sabiduría milenaria
de todos los tiempos.
De acceso directo
hoy
mismo.






3 comentarios:

  1. A veces se me antoja que las enseñanzas budistas son muy duras. Me pasa cuando se me hace muy cuesta arriba dejar morir, dejar morir incluso antes de contemplar el nacimiento: un encuentro con un ser querido, un período de tranquilidad, unas vacaciones, la primavera o el verano... antes de que se manifiesten ya sé que acabarán, y eso hace que los viva con un poso de amargura. Debería dejar a esos momentos ser, sencillamente, entregarme a ellos sin esperar llevarme nada al final más que el gozo de paladear el instante, pero he aprendido tanto a atar, me he convencido tanto de la necesidad de control, que siento vértigo con sólo pensar en soltar; soy tan consciente del fin del camino que en ocasiones esa consciencia me amarga el paseo. Por eso las enseñanzas budistas me parecen tan duras a veces, por eso me parecen siempre tan necesarias. Gracias por tu inspiración, Marié.

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  2. Gracias por compartir, Nyx.
    Yo creo que resulta duro o difícil desde la hipnosis, desde la creencia profunda en que las cosas, las situaciones, existen objetivamente ahí fuera, y dejan de existir, objetivamente.
    Pero si vives la vida como un viaje, como un sueño, puedes disfrutar de lo que aparece consciente de su caducidad.
    Como no nos empeñamos en retener entre las manos la brisa o el aire que pasa.

    Intentaré desarrollarlo un poquito más en algún texto próximo.

    Y gracias de nuevo por compartir tu práctica y tu experiencia.

    Un abrazo.

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  3. http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2019/03/nacer-y-morir.html?m=1


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