sábado, 12 de mayo de 2018
Lo malo del relato de tu vida es cuando te crees que es la vida misma.
Normalmente, en los encuentros sociales, y en los particulares,
nos contamos historias.
Incluso puedo creer que practico la escucha atenta
y la palabra sincera, desde el corazón.
Pero cuántas veces no estoy estabilizando mi hipnosis
y la de los demás,
otrgándole energía y credibilidad.
Me hipnotizo a mí misma con el relato de mi vida
y participo de la hipnosis colectiva afianzando los relatos ajenos.
Puedo incluso pensar que me mueve la compasión
(la empatía, la solidaridad, el amor)
y el acompañamiento, el abrazo.
Pero en realidad estamos dando credibilidad a la hipnosis y estabilizándola,
arraigándola, haciéndola crecer,
perfilando detalles, nutriéndola,
inyectándole vida y realidad.
Aunque no deje de ser una fantasía
(proyecciones del sueño, proyecciones kármicas),
duele como si existiera.
Y cuando parece que te da felicidad, acabará doliendo,
porque el engaño siempre acaba decepcionando
y causando dolor.
Conecto el televisor y es como una entrega voluntaria a la hipnosis,
el relato cobra fuerza y echa a andar,
la palabra se hace vida.
Busco grupos de afinidades ideológicas
y hasta espirituales,
y alimentamos nuestra hipnosis colectiva
y personal.
Y sin embargo, qué riqueza cuando alguien
o algo
a tu lado
hace estallar la burbuja de jabón.
Tal vez un comentario aparentemente absurdo o jocoso.
Tal vez una mirada. O el silencio.
Pero estalla el encantamiento como una pompa de jabón.
Y qué liberación.
No tengo nada en contra de los relatos -le dijo la amiga.
En algunas tradiciones, el "compartir" tu relato personal y escuchar los demás
forma parte importante de la práctica
(la escucha atenta y la palabra amorosa).
Pero, como en todos los métodos,
en todas las prácticas,
siempre puede encerrar también una trampa.
No creo que el relato en sí sea el peligro -continuó.
Pero sí cuando llegamos a creérnoslo,
cuando confundimos el sueño kármico (la hipnosis, el encantamiento)
con la realidad.
Si olvidamos que son meras proyecciones kármicas.
Como dijo Consuelo Martín,
Lo malo del pensamiento es cuando te identificas con él.
Lo malo del relato de tu vida es cuando te crees que es la vida misma.
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¡Qué buena entrada! Yo siempre me he considerado buena narradora, mejor que “escuchadora”, pero por supuesto, una narradora que respeta la veracidad de lo que cuenta y no va inflando los acontecimientos para hacerlos más interesantes, o eso es lo que siempre me he dicho a mí misma (fíjate qué maneras más refinadas tiene el ego de cazarnos). Sin embargo, me siento agotada últimamente con este tema de los relatos vivenciales: quedo para salir, como en la escena de la cafetería que has puesto, y luego vuelvo a casa con cierto cansancio a cuestas, buscando el silencio o unos oídos acostumbrados a escucharme con los que poder desahogarme… ¿Desahogar qué? Ni idea, imagino que funcionan como una “toma de tierra” para tanto relato, tanta palabra, tanta vacía explicación de nosotros mismos.
ResponderEliminarEn “Pirómides”, un libro de Terry Pratchett, aparece la escena de una reunión de filósofos, de grandes hombres de saber que exponen sus teorías y se embarcan en discusiones para tratar de convencer al otro de su verdad, de LA VERDAD. Como el bueno del señor Pratchett no daba puntada sin hilo, nos introduce en la escena a otro personaje, un “escuchador” profesional, que se limita a poner cara de interés ante lo que los demás dicen, a asentir de vez en cuando y puntear el “diálogo” con un “Qué interesante, cuenta, cuenta”. Al protagonista del libro le parece un espectáculo bastante ridículo. Lo bueno es que no es más que una amable parodia de la vida misma: gente contando sus relatos y otras gentes escuchando, algunos con sincero interés, con escucha amorosa, pero otros, los más, oyendo distantes, mascullando un vacuo “Qué interesante, cuenta, cuenta” mientras buscan en su mente la respuesta adecuada, un relato a la altura del otro.
Y muchos de ellos, desgraciadamente, creyéndose firmemente lo que cuentan, tomando el relato por la realidad misma.
Gracias por el escrito, ha sido todo un baño de humildad de buena mañana.
Muchísimas gracias por compartir, Nyx.
ResponderEliminarY por tu relato. :)
Es bueno saber que hay alguien ahí.
Un abrazo y buen verano!