miércoles, 16 de marzo de 2011

Todos tenemos derecho a nuestra pequeña parcela de dolor.
















Habíamos quedado para comer y hablar de estos tropiezos que a veces aparecen en el camino.
En el Camino.
Del último tropiezo que la mantenía bloqueada y con el corazón en un puño.
Quizás no te va a gustar, me dijo, pero le estoy siguiendo la pista a
la niña herida
...
Y caí en la cuenta, una vez más, cuán a menudo malinterpretamos las instrucciones budistas.
De hecho, lo hacemos continuamente, y está bien que así sea;
como Edison, fracasar en nuestro invento de la bombilla es la única manera de saber que ésa no es
y que hay que probar otra.
Hasta que demos en el clavo.
Lo sabremos por el eureka que se escapará de nuestros labios,
o el suspiro relajado (ahora sí...)
o la sonrisa en los labios:
ahora
sí.

Lo llaman realización
y aparece cuando aparece la Mente que No Busca. Porque ya está en casa.
Y siempre estuvo.


El dolor es un síntoma
lleno de información.


Ya se lo había dicho por email:
Así que aunque en Japón esté pasando lo que está pasando, y en Libia, y en el planeta entero, tú y yo también tenemos derecho a tener nuestros pequeños dolores personales. De hecho, es nuestra responsabilidad no ignorarlos y seguirles la pista para ver a dónde nos llevan y qué tienen para enseñarnos.

Yo creo que es nuestra responsabilidad
ser consciente de los propios dolores,
contemplarlos
(como cualquier otro síntoma, un dolor de cabeza, la acidez en el estómago)
y seguirles la pista.
Qué me están diciendo
de mis asignaturas pendientes,
probablemente por enésima vez.
No cejar hasta aprender la lección
de una vez por todas.
Porque detrás de cada dolor hay una lección.














Así que volví
a repetir para
mi amiga
el viejo mantra que últimamente
parece obligado repetir:
todos tenemos derecho a nuestra pequeña parcela de dolor.

Y negarlo no le ayuda en nada
a nadie.

Contemplarlo,
investigarlo,
aprender la lección
y tirar p'alante.

Las dos cosas a la vez:
tirar p'alante siempre;
mientras lo sufres,
lo contemplas,
lo investigas
y lo resuelves.

Sin que el dolor te impida ver a los demás.

El dolor como un puente, ya sabes,
que te conecta
con los demás,
pero también con tus propias y viejas
heridas,
te hace consciente
de tu confusión
y te anima a abandonar
la burbuja de ignorancia.

Todo a la vez.


Porque
todo
está
en el mismo
camino.









El dolor amigo.

Pero no ignores nunca tu propio dolor
ni lo minimices,
porque estarías desaprovechando la magnífica oportunidad que la vida te plantea,
tal vez por enésima vez.

.

18 comentarios:

  1. ¿Te parece una contradicción con el post anterior?
    No lo es.
    Hay un tiempo para todo.
    No te quedes rumiando tu dolor
    eternamente,
    como si fueras la víctima del mundo;
    conéctate con el sufrimiento del mundo, pero
    investiga en tu dolor, cuando aparezca, para sanarlo
    porque son las señales que tu preciosa existencia humana te presenta
    para aprender a salir de la rueda
    de samsara,
    señalándote el camino
    a la liberación.

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  2. Y como se hace esto??

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  3. Hola Marie, he descubierto tu página por casualidad, y me ha encantado. Sigue adelante con ello, seguro inspiras a mucha gente. Un saludo!

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  4. Y cómo se hace esto?
    El budismo nos ofrece varios enfoques, según la persona, el momento, el nivel o tipo de apertura...
    Por una parte, buscar las causas directas e indirectas de este dolor que estoy sufriendo.
    Indirecta o kármica: esto que estoy experimentando es la consecuencia de qué? Qué he hecho o estoy haciendo que me conduce a esta experiencia? O bien, a quíen he hecho o estoy haciendo sentir yo de esta manera?
    Busca la causa de esta experiencia de dolor porque siempre la encontrarás.
    Indirecta: Cuál es la PM que me está haciendo sentir así? Un pensamiento de celos, control enfado, egoísmo, ignorancia...?

    El resultado de esta búsqueda siempre acaba conectándote con los demás: con un resentimiento (a veces escondido) o hostilidad hacia alguien, de abandono, traición, victimismo...
    Cualquiera que sea, son situaciones (muchas veces incubadas en el pasado) que hay que sanar.
    Cómo?
    Aplicando otra mirada (más realista, más generosa), otro enfoque. Haciendo otra lectura más sana de los acontecimientos. Menos egocéntrica que la que hicimos en el momento original, porque entonces no teníamos más recursos. Pero ahora sí.

    Yo creo que hay que sanar las heridas a fondo. No basta con esconderlas, negarlas o ahogarlas, porque los "medio-cadáveres" acaban pudriéndose y oliendo mal y son un incordio en la vida.

    Pero el budismo te ofrece otros recursos, como la compasión (conectar con todas las personas que comparten tu problema), la renuncia y, sobre todo, la práctica de la vacuidad.

    Pero en ningún caso ignorar el propio dolor, sino tirar del hilo para ver a dónde nos lleva. Y aplicar lo que tengamos que aplicar.
    Contamos con las instrucciones. Sólo hay que tener la habilidad de utilizar la que nos sirve en ese momento.
    Y entonces se dará el "milagro" (la realización), sin que tengamos que pasar por años de dura psicoterapia.

    En fin, todo un tomo que no cabría aquí, pero está en los libros que ya conoces, Anónimo.
    Y en la práctica diaria.

    Un abrazo.

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  5. Gracias Luis.
    Sigue pasándote por aquí y, por supuesto, siéntete libre de compartir.

    Un abrazo.

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  6. Marie dijo "Pero el budismo te ofrece otros recursos, como la compasión (conectar con todas las personas que comparten tu problema), la renuncia y, sobre todo, la práctica de la vacuidad."

    Podrias ayudarme??

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  7. Como la compasión.
    Sufres, por ejemplo, por el rechazo o el sentimiento de traición, un amor no correspondido o un abandono, y de repente conectas con todas esas personas a tu alrededor que están pasando por ahí (o peor) y tú eras sólo superficialmente sensible a su dolor. Y de repente se te saltan las lágrimas por ellas.
    Y lo mismo con una enfermedad física, lo que sea. Tu propio dolor te conecta con el mismo dolor que sufren millones de personas en el mundo, en muchos casos mucho peor. Y de ahí a cualquier tipo de dolor por cualquier causa. Porque al final, es el mismo dolor. La misma nube de sufrimiento sobre samsara. Aquí caen unas gotas, allá un chaparrón. Pero es la misma naturaleza de sufrimiento.

    Como la renuncia. En el dolor comprendes una vez más que no puedes seguir dependiendo de las condiciones externas, siempre cambiantes. Tu bienestar (tu espacio o tu ciudad de paz) sólo puedes construirla dentro. De eso si puedes depender, si desarrollas la habilidad. Y así, renuncio a tener mis expectativas siempre en las condiciones externas y dedico esas energías (o parte de ellas) a desarrollar paz mental y sabiduría.

    Como la sabiduría de la vacuidad. Al igual que en la noche los sueños parecen reales y funcionan (si me caigo me duele, si subo la montaña la disfruto y me canso, si me rechazan siento un dolor en el pecho, si tengo hambre y como se me pasa el hambre, etc.) y cada apariencia tiene su significado, pero cuando me despierto la montaña no está en mi habitación ni la herida que me dolía tanto en mi rodilla, las "apariencias" de la vigilia tal vez funcionan de la misma manera. Tienen un significado y surgen como una apariencia kármica para que aprendas lo que tengas que aprender pero no tienen "existencia inherente". Cuando "despiertes" comprenderás que nunca han estado ahí, como la montaña del sueño onírico no está en el cuarto por la mañana.
    Sufrimos mucho porque nos aferramos a la creencia de que las cosas (personas, fenómenos, hasta las propias emociones) son "reales". Cuando comprendemos que sólo son espejismos kármicos con un significado y una oportunidad, duele muchísimo menos y hasta puede que las aprecies y las agradezcas. Cuando las contemplas y las utilizas simplemente, la vida es mucho más fácil. Sufres menos y aprendes más.
    Ya sabes aquello de "aprender sin sufrimiento o sufrir sin aprender".
    http://reflexionesdeunaestudiantebudista.blogspot.com/2011/02/aprender-sin-sufrimiento.html

    Espero que te sirva un poco como apunte básico.

    Un abrazo.

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  8. Eres una auténtica maestra, mentora mía.

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  9. Y tú eres un amor, Emi, una hermana, un regalo.

    Un abrazo y hasta el domingo.

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  10. Qué maravilla!!!!
    Y qué explicaciones tan sencillas y nutritivas....
    Sólo añadir algunos enlaces por si alguien quiere profundizar algo más... (aparte de los libros, claro!) Entre varios términos...
    - Qué es el karma: http://kadampa.org/es/reference/karma2/
    - Renuncia: http://kadampa.org/es/reference/renuncia/
    - Compasión: http://kadampa.org/es/reference/compasion/

    Chokga nos ha recordado continuamente que necesitamos "alcanzar experiencia en transformar las apariencias diarias en el camino espiritual..."

    Así que, muchísimas gracias!!!
    Un besote

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  11. A ti, hadania, por los enlaces, y tus aportaciones siempre.

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  12. Me parece interesante tus aportacines, si fueras tan amable de explicarme la vacuidad, seria la persona mas feliz, gracias.

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  13. Jose Ignacio, resulta que la vacuidad es un concepto, o una experiencia, bastante difícil de entender en nuestra cultura científico-materialista, en este viejo paradigma que se basa en consignas del tipo "si no lo veo, no lo creo".
    Desde el punto de vista budista, esta creencia firme en que las cosas existen inherentemente tal y como yo las percibo (y me hacen sufrir) es la base del sufrimiento. Porque si existen así (como yo las percibo y me hacen sufrir), no hay escapatoria del sufrimiento.

    Pero con la "visión correcta de la realidad" (la vacuidad) la existencia inherente de los fenómenos pierde fuerza, todo se relativiza, incluido tu sufrimiento, hasta desaparecer.

    Y como esta vacuidad es algo tan nuevo para nuestros puntos de vista, podemos empezar a integrarla por niveles.

    1er paso. Comprender que las percepciones que yo tengo de las personas, situaciones, etc. son puramente personales. Lo que a mí me parece agradable y me causa apego para otra persona lo no es. Y viceversa. Todo lo percibo e interpreto desde mi mochila personal de experiencias. Conclusión: mi visión de las cosas es exclusivamente personal, relativa y distorsionada. No tengo que creérmela.

    2. Mira a tu amigo, tu padre, tu gato (o tu perro), la mosca que se cuela por la ventana. Compartís el mismo escenario pero vivís en mundos diferentes. Lo que para ti es porquería para la mosca es un tesoro. Entre un billete de cien euros y un hueso de la basura tú eliges el dinero pero tu perro elige el hueso. La anatomía de tus sentidos te hacen percibir cosas y no percibir otras que perciben otros seres. El mundo en el que vives lo crean tus sentidos y tu mente. Conclusión: las cosas no existen inherentemente tal y como yo las percibo.

    Por niveles, poco a poco vas despojando a la "realidad" de tu vigilia de esa naturaleza de realidad.
    La física cuántica, además, te ayuda a comprender que las cosas no existen como las vemos sino que en realidad, tanto lo que aparece como sólido, líquido o gaseoso, no son más que partículas (y a la vez no son partículas, sino ondas, energía en vez de materia) en vibración en el espacio. Pero nuestros sentidos humanos las perciben como las perciben y otros animales las percibirán de formas muy diferentes.

    Vivimos, pues, en un mundo de apariencias y nos aferramos a ellas (como agradables y nos causan apego y dolor, o desagradables, y nos causan enfado y dolor), como si fueran reales. Y sufrimos sin escapatoria, mientras creamos que son así.

    Éste sólo es el principio del camino, para empezar a soltar algunas de las cadenas del "aferramiento propio" (la ignorancia que cree que las cosas existen inherentemente).

    La sabiduría de la vacuidad consiste en comprender que las cosas (incluida y, mi cuerpo, mi mente) están vacías de esa existencia, de esa naturaleza de realidad que les otorgamos. No es que no existan (no se trata de nihilismo), sino que están vacías de ese tipo de existencia inherente.
    Existen como apariencias (kármicas, o sea que tienen un sentido) y cumplen una función.
    Como los sueños oníricos.
    Como un sueño de vigilia.

    Son como espejismos o como el arco iris, que parecen existir de verdad, ahí fuera, pero cuando vas a buscarlos no los encuentras.
    Eran sólo unas apariencias que surgen ante determinadas condiciones (kármicas).

    Pero éste sólo es el principio.

    Suficiente para empezar a indagar.

    Un beso Jose Ignacio y suerte con tu blog.
    Te deseo que te sirva para explorar y crecer personalmente y ayudar a crecer a los demás.

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  14. muchas gracias, eres una gran maestra, ahora estoy en la primera fase ya te voy contando, un beso.

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  15. Te veo sin falta el lunes que viene, para seguir por el camino cerca de tí, que tanto nos enseñas, nos apoyas.

    Marié, un abrazo lleno de cariño.

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  16. Ay Regina, cómo te echamos de menos ayer, que meditábamos en el amor desiderativo -ese que desea, de corazón, la felicidad permanente (ya sabes) a todos los seres.
    Imagina la práctica subsiguiente, la interrelación (experiencia interna, ya sabes, nadie se entera, sólo tú) con cada persona con la que te cruzas.

    Un abrazo y hasta el lunes.

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  17. El pasado miercoles vino a meditar por primera vez al Dojo un chico.
    Al final de la meditación me comentó:

    "Estaba entretenido mirando las luces y sombras que se proyectaban en la pared, cuando de pronto el dolor en las piernas me despertó."

    Luego dicen que meditar no sirve para nada......

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  18. Qué bueno!
    Gracias por compartir.
    Sí, a menudo el dolor (de lo que sea) sirve para despertar.

    Un abrazo muy fuerte.

    Y gracias por la sonrisa.

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