Salió de casa, su refugio en un día gris y frío y lluvioso.
Caminó a la estación y cogió una bicicleta.
El trayecto por el puerto al gimnasio en la playa
le pareció como desplazarse en una nube húmeda, en un sueño.
Cuando dejó la bicicleta se encontró con un mar en calma,
como un espejo verde y transparente,
bajo un cielo de agua también, del mismo color.
Entró en el gimnasio, como un refugio, otro, cálido.
Hizo su rutina de estiramientos y tonificación,
saludó a las personas a su paso, el encuentro, la celebración.
El mar al otro lado. No dejaba de sentir la llamada del mar.
Cuando salió al exterior ahí seguía, el agua plana, como un espejo,
como una sábana a veces, ligeramente ondeada al aire suave.
El mar, el aire y el cielo del mismo color.
Qué regalo!, exclamó.
Qué regalo de la vida!
Se dejó engullir por el espejo líquido y frío, como en un sueño.
Después del frío impacto, nadar en la piscina ligeramente climatizada era como un balneario,
las gaviotas sobrevolándola, su coreografía, su canto.
En el trayecto de vuelta apareció el sol para secar su cabello al paso.
De regreso a casa subió al terrado a tender las toallas, la ropa de baño, la mochila.
Y ahí estaba el sol, ahora en todo su esplendor.
Qué regalo!
Se sentó en la única hamaca, a contemplar las toallas al vuelo suave
del aire de la montaña de Montjuic y el sol.
Se sintió como uno de esos pañuelos al vuelo y al sol,
qué regalo de la vida!
Sintió el sol y el aire en la piel, como cualquiera de las piezas en el tendedero, una más.
Hay días llenos de regalos,
da igual que sea la lluvia o el sol, el frío o el calor.
Si estás en apertura presente, consciente,
la vida en sí misma es un regalo.
(Si en la tienda el empleado te habla borde y te intenta timar,
eliges no aceptar el regalo, no juegas su juego y te vas, sin explicaciones,
sin reacción interior, pura elección.
No es preciso aceptar todos los regalos de la vida,
sólo los que eliges aceptar).
A veces te parece que vas por la vida y los mares se abren a tu paso, como a Moisés.
Pero no es que la vida está de tu parte,
eres tú quien se abre a la vida como en un fluir.
Si llueve, el baño de lluvia;
si sale el sol, el baño de sol.
Si se disparan flechas, ves como se convierten en flores
que caen a tus pies.
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