Qué manía con estar sola!, le dijo una vez su hija adolescente.
Ella se sorprendió, como si fuera un descubrimiento. ¿No lo había visto antes?
¿No te cansas de estar sola?
Qué tiene de interesante la soledad? ¿No te aburres?
Son otras preguntas, otras miradas sobre lo mismo.
Y qué responder?
Generalmente el silencio.
Quizás hay quien puede sentirse en la compañía, en la interacción, como ella se siente en la soledad,
pero no es su caso. No todavía.
Qué encuentras en la soledad?
El descanso.
Aparcar las gestiones de la vida como quien cierra un libro y lo deja a un lado,
y mira tras la ventana, y contempla el paisaje de cielo y aire.
Salir del yo, dejarlo a un lado como cuando baja el telón del intermedio en el teatro.
Ese "break".
El descanso.
Cuando tienes la oportunidad de tocar el Dharmakaya con la yema de los dedos,
con los dedos del alma.
El cuerpo último, que transciende todos los cuerpos, todos los fenómenos
manifestados como un río revuelto que te arrastra con una corriente poderosa y salvaje.
El maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh explica en su libro "El arte de vivir"
que los seres humanos tenemos ocho cuerpos:
el cuerpo físico (del ego separado);
el cuerpo de Buda (el yo despierto en cada ser);
el cuerpo espiritual (la práctica, el viaje de descubrimiento);
el cuerpo de la comunidad (de la que formamos parte);
el cuerpo exterior al cuerpo (los elementos externos que están en el yo; la madre y el padre, el vecindario de la infancia, las maestras, los libros leídos, las películas, la música que conforma la banda sonora de tu vida, de tu yo);
el cuerpo de continuación (las huellas que dejamos a nuestro paso, en otras personas, en el mundo, aun cuando ya no estemos);
el cuerpo del Cosmos (ese grano de arena que conforma el desierto, la gota de agua en el océano, un átomo en el universo),
y el cuerpo último, el verdadero cuerpo, que transciende todos los cuerpos.
El que contempla y experimenta las manifestaciones de todos los cuerpos en su vacuidad,
el sueño, las manifestaciones ilusorias.
En el budismo tibetano lo llaman el Dharmakaya, el cuerpo de la Verdad.
Por qué la soledad, para qué?
En la soledad, el descanso;
soltar las armas (todas las máscaras, recursos, estrategias),
verlas desprenderse y caer una a una.
La contemplación.
La disolución de los fenómenos (que tanto la preocupan, o bien la atraen),
de todos los cuerpos (el yo separado, el cuerpo de Buda, la comunidad...).
La aproximación al Dharmakaya,
la degustación del Ser
y del no-ser.
La unión con Dios.
("Deseará el amigo soledad y se va a estar solo
para estar en compañía de su amante
sin el cual está completamente solo entre la gente").
Llibre de l'Amic e Amat. Ramon Llull.
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