sábado, 15 de octubre de 2022

La emoción no depende tanto de lo que pasa fuera.




Querida amiga,
parece que estás triste por un motivo concreto, verdad?
O enfadada, o frustrada.
Te preguntas por qué y encuentras una causa.
Y aunque no te lo preguntes, automáticamente encuentras
causa y efecto, esa correlación inevitable.
Y luego dices:
Paciencia, mañana será otro día.
Y mañana probablemente te despertarás más fuerte y confiada,
menos triste o frustrada
o lo que sea que te perturbaba ayer.
Y sin embargo, la supuesta causa sigue presente.
Y es que quizás la causa que consideras el origen de tus males
es solo una condición, entre otras.



Yo también me encuentro triste a veces
o frustrada.
Y reconozco la experiencia, tan familiar.
Ah, amiga mía, otra vez estás aquí.
Aparece la experiencia, kármica si quieres, por tendencia,
por la práctica misma, ya tan familiar,
tan parte de mí, este personaje.
Aparece y puedo buscar la causa (de esa tristeza, por ejemplo)
y seguramente la encontraré. Motivos para la tristeza.
Pero si busco también encontraré motivos para la alegría
y sin embargo no ha emergido, no está en este momento.

Si lo que ocurre es la causa de lo que siento
debería sentirme muy alegre todo el tiempo,
por todos los regalos de la vida
(estos ojos para ver amaneceres; estas piernas para caminar playas y montañas;
quizás una buena salud; una casa, que no he construido con mis manos; comida en la mesa,
que no he cultivado; tal vez una familia, amigas, amor para ofrecer...).
Si las condiciones y las situaciones externas son la causa de lo que siento
debería sentirme muy agradecida y feliz todo el tiempo.
Y sin embargo no es así,
y ahora ha aparecido la tristeza, esa experiencia,
porque se han dado las condiciones necesarias,
entre ellas, que es una visitante asidua.
Y me la creo como algo real, que depende de lo que está pasando fuera.

Pero ya mismo se está debilitando.
Y decimos: "Mañana será otro día".
Y mañana quizás ya no estará,
aunque persista la misma situación objetiva que considerábamos
la causa de la tristeza.
La tristeza ya no está.
Y en su lugar, a lo mejor está la alegría, la fuerza, o la confianza.

Puedes buscar causas externas para la fuerte emoción que te embarga, esa experiencia,
y las encontrarás.
Pero no son el origen, solo condiciones.
Si prestas atención, si indagas en tu propia trayectoria,
ves que la misma situación que hoy te produce frustración o envidia
ayer te generaba regocijo y alegría.
Porque la situación no es la causa.
La causa está dentro de ti.

La situación externa no es la causa, solo es una condición más.
El origen es el karma intrínseco, la tendencia, la familiaridad.

Aparecen emociones/experiencias que cultivamos (y creemos),
cuando se dan las causas, diversas,
y las afianzamos con la creencia de su inevitabilidad,
tan intrínseca a la situación externa.

Pero finalmente la experiencia se debilita y se esfuma, como agua evaporada.
Ya no está.
Aunque la situación externa persista.

Así que cuando aparezca una emoción/experiencia
no busques tanto una razón objetiva, una situación externa
que la justifique
y la estabilice.
Mírala como lo que es:
una emoción que ha emergido como una ola
que ya está debilitándose
y desapareciendo
como agua vertida en agua.




No hay comentarios:

Publicar un comentario