domingo, 4 de marzo de 2018

De retiro.







Parece perfectamente normal que un día te despiertes débil y enferma y llames al trabajo para avisar de que no irás, o anulas todos tus compromisos anotados en la agenda.
Pero, qué pasa si un día te despiertas en "modo retiro"?
Una intensa alegría en tu interior que demanda soledad y quietud,
recogimiento, celebración.
Como si esperaras una visita no programada.
Qué haces entonces?
Cómo llamar al trabajo para avisar de que hoy te tomas un día de fiesta para hacer un retiro de meditación y contemplación?
Seguramente se vería extraño.
Quizás podrías usar un viejo eufemismo: Necesito el día libre para asuntos personales.






Le dijo a una amiga de confianza que estaba de retiro.
Dónde?, insistió varias veces. Me interesa saberlo.
En casa, respondió.
Ah!, dijo la amiga, un tanto desilusionada.

Por qué es tan difícil comprender que en casa puedes hacer el mejor retiro, sin necesidad de coger aviones o trenes, o meterte en la autopista camino de algún monasterio y es@ maestr@ que tiene todas las respuestas?
Aquí tengo todo lo que necesito, constató.
Las imágenes sagradas, las ofrendas, las sadhanas, el incienso, los libros...
Y, sin embargo, no tuvo necesidad de nada de eso.
Le bastaba el silencio, los sonidos del silencio, la quietud, la soledad.
El aire y el sol en el terrado, el paisaje de cielo y montañas.






En realidad, puedes hacer un retiro en cualquier parte.
En especial, si un día te despiertas y encuentras la experiencia de retiro ya dentro de ti.
Como el mejor amor que pueda aparecer en tu vida.
Como la mejor sorpresa, la lotería más preciada.

Ella no la dejará perderse,
no mantendrá las puertas cerradas porque la agenda del día reclama otras cosas.

Como la mejor anfitriona, permanecerá a su disposición,
sin prisas ni condiciones.
Completamente entregada.
Hasta que decida marchar.






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