El amigo le contaba que en esta tradición siente un vacío, como una carencia.
Por qué se habla tan poco de la muerte, la reencarnación y las vidas futuras?
Ella puso cara de sorpresa. A su parecer, Thich Nhat Hanh habla a menudo de la reencarnación. Lo que él llama la "continuación", del cuerpo y de la mente. Aquí y ahora, en cada instante.
Cómo las células mueren y se desprenden (en la piel, el pelo, las uñas, en los intestinos, el hígado, el cerebro o el corazón) y cómo otras están naciendo a cada instante. Y cómo cada acción que realizas (de cuerpo, palabra y mente) te está sobreviviendo, ya, ahora y aquí mismo. Cómo te expandes a cada instante en el cuerpo y la mente de los demás, en las situaciones, sociales e históricas.
Ya estás muriendo y resucitando y reencarnándote aquí y ahora, en cada instante.
Y las vidas futuras ya están teniendo lugar, aquí y ahora.
El amigo echaba de menos rituales de acompañamiento en la muerte pero ella siente que las instrucciones, los poemas y relatos de Thay están llenos de ellos; su vida misma en estos momentos es una perfecta ilustración.
Que la mirada y la práctica de Thich Nhat Hanh partan siempre de la experiencia de la vacuidad y el interser (no de la hipnosis de la separación y el miedo), no las hacen menos profundas, sino todo lo contrario.
El amigo echaba de menos más prácticas del método, rituales imaginativos y creativos de acompañamiento ("magia blanca", como él la llamaba), mantras, cánticos, oraciones y ofrendas, postraciones y ruegos. Prácticas tranquilizadoras que te hacen pensar que purificas el karma negativo, ahuyentas los sufrimientos y te mantienen en el camino de la Tierra Pura.
Pero Thich Nhat Hanh, su maestro Linji y su larga tradición budista te dicen que la Tierra Pura está aquí.
De hecho, es ahora o nunca.
Mientras que lo estés dejando para después, no vas a poder verla.
Porque el después nunca es ahora.
Mientras que te identifiques con un ego separado en camino, no vas a poder comprender que ya estás donde quieres llegar.
En las prácticas del método y la sabiduría del maestro zen vietnamita, casi nunca hay separación; la una está siempre implícita en la otra. En especial, la sabiduría del interser siempre está presente en todas las prácticas del método, porque éstas se asientan siempre en la experiencia del amor y la interconexión.
Si te centras en el amor, no hay lugar para el miedo a los infiernos y sufrimientos de las vidas futuras.
Si, con la práctica del amor y la interconexión (el interser), consigues que el amor se estabilice en tu experiencia, ya no hay lugar para el miedo a los sufrimientos de las vidas futuras.
Tal como ella lo entiende, Thich Nhat Hanh habla a menudo de la reencarnación, la "continuación", del cuerpo y de la mente.
Claro que probablemente no es la reencarnación del "yo" (cualquiera que sea el nombre con el que designas el pack de tu cuerpo y mente) al que quizás el amigo se refiere.
Quizás en la tradición budista zen no existe un "alma" (en lenguaje cristiano) o un "continuo mental" (en términos budistas) separado, sino que todo forma parte de la misma fuente (vacía de contenido inherente, vacía de yo). Y a ella volvemos.
O quizás no hemos dejado de serlo nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario