sábado, 15 de junio de 2013

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Esta semana ha sido reveladora -quiso explicar en el espacio para "compartir",
en el último tramo del encuentro para la meditación de los viernes.
Sin dejar mis gotas de haikus (El haiku como camino espiritual y Aware, de Vicente Haya), cada poemita un instante de presencia, un fotograma de este sueño maravilloso detenido, inmortalizado en el instante eterno.
Sin abandonar esta lluvia suave de milagros cotidianos en verso en el papel, que transforman la mirada convirtiendo cada imagen ante los ojos en un nuevo haiku, en un nuevo milagro cotidiano; sin abandonarlo, digo, han aparecido al lado de mi cama dos nuevos libros de cabecera: La muerte es una ilusión, de Thich Nhat Hanh y Mis viajes con Epicuro, de Daniel Klein.


De hecho, La muerte es una ilusión (La superación definitiva del miedo a morir) es un viaje que me viene acompañando ya en las últimas semanas. La muerte sólo existe si te aferras a esta apariencia cambiante, dice TNH, como si lloraras la "muerte" de la forma de la nube de hace unos instantes.






O el llanto por la nube que ya no ves te impide ver la lluvia (la nube convertida en lluvia) que refresca y acaricia tu piel. O no te deja ver el río que fluye al mar. O el mar que fluye a la nube.

Como llorar por
la pérdida del gusano
sin querer ver la mariposa que tenemos delante.

Sólo sufrirás la muerte si te apegas a un estado que ya no existe, porque el instante al que te aferras ya ha pasado. Sólo sufrirás  la muerte si continúas designando "yo" en la ola, identificándote con la ola e ignorando el océano que eres.
La superación definitiva del miedo a morir, la entrega definitiva, para dejar que se manifieste tu auténtica naturaleza.





Mientras TNH habla de la muerte, esa ilusión, Daniel Klein me habla de la vejez.
Cansado de luchar contra la entropía de la naturaleza humana, la batalla perdida por la "eterna juventud", en la que él también se ha visto arrastrado en la misma corriente que sus congéneres (cremas, operaciones estéticas, gimnasios...), el filosofo septuagenario decide contemplar en qué consiste ese proceso, en él mismo y en los demás. Y es entonces cuando reconoce el paso lento al caminar, el movimiento calmo al levantarse, como la conciencia del taichí o la meditación caminando (aquí estoy, ya he llegado); la comida pausada (a causa de los empastes y postizos), la degustación; la libertad del tiempo ocioso...








Si te concentras en las causas, puedes vivir la vejez como un tormento, como una cadena perpetua, una condena de final trágico, pero en realidad son las mismas causas que te obligan a vivir la vida que siempre quisiste llevar y nunca lo conseguías. Ahora sí, ahora puedes disfrutar del ritmo lento, la cadencia, la libertad de ser dueñ@ de tu tiempo, la degustación de los pequeños placeres de los que hablaba Epicuro.

Cuando alguien te cuenta la vejez de esa manera, decides empezar a ser "viej@" ya mismo, para qué esperar? Celebras la agilidad que aún se manifiesta en tu cuerpo pero también celebras las torpezas -siempre hay "torpezas", a cualquier edad, y cuando lleguen para quedarse, bienvenidas serán.






Deseaba compartir todo esto con sus compañer@s de la sangha, pero prefirió el silencio que daba espacio al compartir de l@s demás. Prefirió escuchar la semana dura de A, que se disolvía como un globo desinflándose y liberando toda la tensión por el mero hecho de llegar al espacio de meditación;
o C, que atravesaba el otoño de la vida (según el almanaque y su DNI) y sin embargo confesaba vivir la primavera -si los demás lo advertían o no ya no era cosa suya, si los demás veían la forma de su cuerpo y no la experiencia de su ser interno en primavera,
no le preocupaba ni lo más mínimo.


Ella no habló porque estaba sedienta de escuchar  a l@s demás y porque, al fin y al cabo, l@s demás hablaban de lo mismo: de la liberación de soltar la pesadilla, cuando la reconoces como una ilusión; de abrazar la vejez  para vivir todas las etapas del viaje con la misma plenitud; de entregarse a la vida, en todo su recorrido.






6 comentarios:

  1. Dicen que "No news is good news" . Un cariñoso abrazo!

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  2. No sé si lo dices por el silencio aquí
    o en el salón-recibidor de los comentarios. :)

    Espero que todo bien por tu vida, también.

    Y gracias por seguir ahí.

    abrazo fuerte.

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  3. Lo decía por el silencio ahí..eso..que extraño tus posts! :)

    El silencio de los comentarios, por mi experiencia, que escribí un blog el año pasado y la ausencia de comentarios era lo habitual ( que no es tu caso ), lo utilicé como una manera de aprender a hacer las cosas sin esperar recibir reconocimiento ni aprobación, manteniendo la pasión y el amor. Fue una etapa muy linda y transformadora.

    Un abrazo !


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  4. :)

    Gracias por compartir tu experiencia, Sonia, amiga.

    No espero aprobación en los comentarios (a veces no la hay y está muy bien esta exploración conjunta). Y sé que hay personas que están ahí, dándole sentido a esta casa.
    Así que de momento no cerrará.
    A veces compartiremos experiencias -desde ambos lados, que es el mismo- y a veces silencios.
    Pero de momento esta casa sigue abierta.
    Debe ser porque aún se dan las condiciones. :)

    abrazo de los que crujen -como decía un viejo amigo.

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  5. Muchas gracias Marié por la luz que transmites a través de estás páginas, me gustaría te dieras una vuelta por mi página, y recibir alguna retroalimentación, que de verdad... estoy al borde de la locura.

    Gracias, Gracias, Gracias.

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  6. Claro, me paso, vecina. :)

    abrazo y, simplemente, disfruta. Y suelta....

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