viernes, 23 de diciembre de 2011

La iluminación es divertida.

.








En la introducción de la reciente Celebración del Dharma, en Málaga, centrada en las enseñanzas sobre la vacuidad,
guen Rigden (el maestro residente) nos decía:
Hay que poner entusiasmo en conseguir la iluminación.
Hay que ponerle ganas, convencernos de que nos conviene, de que nos lo vamos a pasar bien. Y nos lo vamos a pasar bien porque la iluminación es divertida. ¿Te imaginas que tu madre se pone enferma y tú emanas como un enfermero y la curas? ¿O te metes en la mente del enfermero y la acoges y la ayudas? Y lo mismo con todos los seres, empezando por aquellos con los que tienes más conexión kármica. Emanas como lo que haga falta y les ayudas. ¿Te imaginas algo más divertido?


Cuando no puedes ayudar.












A veces estás ahí, durante mucho tiempo, acompañando a alguien, contemplando su sufrimiento (sus enfados, su segregación, sus preocupaciones, sus miedos, su dolor), y no puedes hacer nada.
Tú ves que todo eso que le hace sufrir es sólo una fantasía, producto de su imaginación, una hipnosis. Pero no puedes hacer nada. Sólo estar ahí. Dices algo y no te escucha, o lo que escucha le altera aún más. Así que dejas de decir y sólo escuchas sus crónicas, la narración de sus intereses mundanos (que te importan muy poco), de sus distracciones (la manera de distraer su dolor). Incluso escuchas la narración de los fantasmas que causan su dolor fantasma.
Contemplas ese alarde de imaginación que parece tan "real", tan sólido, a fuerza de construirlo día a día, segundo a segundo.
Acompañas y ya.


Cuando sí puedes ayudar.







Imagina que un día esa persona te tiende la mano y dice "ven" y te toca y todo cambia.
Y dice: cómo he podido no verte?
Y dices: pero yo he estado aquí todo el tiempo.
Y dice: cómo he podido no escucharte?
Y tú te ríes.
Quizás porque dejé de hablar.
Y de repente parece que lo entiende todo (al menos todo lo que tú tienes dentro): lo que dijiste
y lo que callaste.
Y eres feliz porque ahora sí, puedes ayudar a la otra persona
y de esta manera ella te ayuda tanto, tanto.
Se ha convertido en un compañero o una compañera junto a la que crecer, que te estimula a ser coherente, a ser mejor persona
o lo que sea que tengas que ser.

Como cuando eres un buda y tu madre está enferma y emanas en un enfermero que la cura.


Cuando sólo puedes ayudar
de otra manera.




Pero imagina que la otra persona no tiende la mano y dice ven,
y sigue sin verte
y cree que te escucha pero no,
lo que dices no tiene ninguna fuerza para cambiar las cosas
dentro de ella
(de la otra persona).
Y entonces haces como buda y miras a tu alrededor y buscas enfermeros y enfermeras
(o lo que la otra persona necesite)
que realicen la función que tú no puedes hacer.
Buscas otras emanaciones, otras apariencias
donde esa persona ponga su confianza
y se abra
a recibir la ayuda que tiene que recibir
para que algo se mueva dentro.
Como cuando buda busca un enfermero para ella y se mete en su mente y la hace apacible
y cálida y amorosa
y lúcida
para ayudar a tu madre
como necesita ser ayudada.


Todos somos un poco como budas.

A veces te ven
y a veces no te ven.
Y cuando no te ven (si quieres ayudarles)
tienes que buscar a alguien a quien sí vean,
en quien sí puedan confiar,
que responda a las pautas que cada persona necesita
en cada momento dado
para abrirse
y ser ayudada.


Todos somos un poco como budas, si queremos.

Con la diferencia de que buda nunca se equivoca
y tú,
quizás sí.

Quizás buscas la emanación que la otra persona necesita en este momento para crecer,
para jugar mejor su juego,
para soñar su sueño.
Y confías, sólo confías,
en que no olvidará que el objetivo último
(ya lo sabe, lo sabe tan bien como tú)
es dejar todos los juegos
(peor o mejor jugados, da igual),
abandonar todos los sueños
y despertar.




















.

8 comentarios:

  1. Alimento para la reflexión. Merece la pena releerlo.

    Un besazo, emanación.

    ResponderEliminar
  2. Dios(a), Emi, cómo me gusta tu sonrisa. Cómo me hace sonreír, cada vez que veo tu sonrisa.
    A esto sí que lo llamo yo una emanación.

    Merece la pena que reflexiones en ello.

    Un besazo, hermana.

    ResponderEliminar
  3. He pensado tantas veces en mi falta de paciencia cuando no me es posible ayudar... es largo el camino y hay tanto que aprender!! Gracias por tus ayudas, me hacen reflexionar. Un beso.

    ResponderEliminar
  4. Pues eso, Marisol, paciencia y a mirar con atención por el escenario a ver quién sí puede ayudar, esas conexiones kármicas invisibles que a veces te dejan fuera, a ti o a mí...
    A veces hay que quitarse de en medio y dejar que las cosas sucedan.
    Creo.

    Un beso y feliz año.

    ResponderEliminar
  5. Hoy leí esta entrada.. comprendí lo de la enfermera... y hoy te hice esa enfermera... GRACIAS!!!

    ResponderEliminar
  6. Es un honor.
    Gracias por dejarme (hacerme) ser parte de tu sueño.

    ResponderEliminar
  7. vale la pena bichear en tu blog aprovechando tus "retiros" :) ..menuda perla!! llevaba días con una voz diciéndome "calla y acompaña", ja, ja..si que es divertido el proceso, SI.

    ResponderEliminar

  8. :)

    Callar y acompañar, sí, Sonia.
    Reír cuando toque reír. Y llorar cuando toque llorar.
    Esta película está llena de sorpresas.

    Y conforme vamos conociendo mejor el "manual de uso", hay muchos más motivos para "descoyuntarse" de risa. Y muchos menos para llorar.

    Feliz
    y divertida
    aventura.




    ResponderEliminar