sábado, 1 de octubre de 2011

La misma hipnosis.

.









Querido
amigo:



A veces
me despierto con un dolor
y, a estas alturas,
ya sé que es
un dolor de crecimiento,
siempre lo es, la antesala de un nuevo estirón.
Me despierto con un dolor, como si emergiera una zona oscura
en medio del trayecto iluminado.
En medio de la luz de varios días en los que me he sentido como “abducida” (felizmente abducida),
aparece la oscuridad como una mano que aprieta el corazón y los pulmones e intercepta la respiración.
Ya sé que tú a esto le llamas ansiedad. Pues eso.
Aparece el miedo
doloroso.
El recuerdo del dolor.
Y a estas alturas (del adiestramiento de la mente, que te permite transformar las adversidades)
ya reconozco el trampolín.
Y el empujón al vacío.


La misma hipnosis.


Amigo mío, no tengo motivos para estar triste. Ayer, en la revisión de control, podría haber sonado esa voz que pedía una biopsia, como la última vez. Y sin embargo apareció una expresión desconcertada: Todo está bien. Normal. Todo en orden.
En el endometrio que guardo en mi abdomen hay un universo ordenado.
En el interior de mis senos hay un universo ordenado.
De momento.
(Ya sé que este tipo de cosas es sólo cuestión de tiempo
que empiecen a aparecer de otra manera).
Debería estar feliz. Y sin embargo sé que sólo es una parte de la verdad.
Otra parte de la verdad es que S. está perdiendo el pelo y su intestino ahora se hace visible exteriormente
y con otra forma.
Y la quimio la deja sin energía,
que sólo le devuelven
las oraciones,
la mente que crea confianza y amor
y compasión.
(Y tengo que decirte, S., que eres mi maestra).
Las dos cosas están ocurriendo al mismo tiempo (en este cuerpo),
la misma hipnosis,
que yo deseo abandonar
con todas mis fuerzas.
La hipnosis de la salud
y la de la enfermedad.
La de la alegría y la de la tristeza.
La del dolor
y el trampolín y el salto al vacío.
Cualquier hipnosis.
Y no sé cómo acabar de hacerlo. Cómo soltarla.


El camino más corto.


Como Atisha, me pregunto cuál es el camino más corto y eficaz.
Porque, como Atisha, en el camino me he cruzado con alguien que, esta vez, decía que, aquí, hasta que no se haya iluminado
el último ser no se ha iluminado nadie.
Y quizás es por eso mi empeño en que despiertes, ya, que te liberes de todos los males, compañero, que la sabiduría te ilumine e ilumine el camino de todos aquéllos que se crucen a tu paso.
Tú y todos los demás.
Que yo (tan torpe, tan lenta) sea la última en despertar de este sueño.
Porque si hay que esperarme a mí para empezar, tenemos para rato.


Escuchar las respuestas, como Atisha.


Y quizás lo que pasa es que no he oído a esas dos mujeres que corrían por la playa y una se preguntaba cuál es el camino más corto y eficaz a la iluminación y la otra respondía que la bodichita.

O quizás es que todavía no he acabado de escuchar bien a mi maestro, cuando interrumpía mis disquisiciones para darme
la vacuidad
como objeto para la práctica de la concentración (la permanencia apacible).
Me la dio y, ante mi expresión
atónita y feliz,
me miró, sonrió y desapareció tras la puerta con su sonrisa y su rodilla rota, camino de Urgencias.
(Como una manifestación de la vacuidad del cuerpo).
Y en ello estoy.

Y quizás ésa es la respuesta que tanto busco. El único camino.













Y quizás, en realidad,
ya esto
y en ello
y todo esto (luces y sombras, risas y llantos)
forma parte del proceso.


De la hipnosis
del proceso.

.


5 comentarios:

  1. A propósito, Cati, ¿crees que está tomando el blog un tono demasiado... qué sé yo, inaccesible, "místico/esotérico", volado?...

    ResponderEliminar
  2. No, en absoluto. Yo no sé expresarlo con tus palabras pero te aseguro que muchas veces cuando lo leo me río porque pienso “esto mismo es lo que yo siento o esto es lo mismo que me está pasando”.

    Supongo que a todos nos pasan cosas parecidas, sentimos cosas parecidas, cambia el formato pero el fondo se asemeja, y en nuestro caso formamos parte de la sangha y estamos en un camino muy similar. Volados o no, vete tu a saber, depende del que nos observe.

    A mí el blog me confirma muchas cosas, de hecho a veces, como hoy que he tenido unos sueños terribles, y me he despertado con una gran “ansiedad” (te recuerda a alguien???), lo primero que he hecho cuando he llegado al trabajo ha sido leer el nuevo artículo. Y he vuelto a sonreir por que he pensado “fíjate eso mismo lo he sentido yo”.

    Tus escritos ya forman parte de mi y tu también. Y me gusta teneros cerca.



    Un besito, guapi



    Cati

    ResponderEliminar
  3. Cómo sentirse sola?...



    Y sí, Cati, yo también siento que es el mismo cuerpo, la misma experiencia. Con ciertas personas. Con más de las que pensamos, quizás.


    Gracias por tu feedback.


    Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
  4. Hola.

    Gracias Marié por estar cerca de mi en tantos momentos difíciles. Cuando R. me lo comenta, yo entiendo de donde sale mi fuerza y sé que es de un amor donde la distancia no existe y el afecto que tiene que ver con el Ser que somos y que tantas veces queda oculto por nuestros cuerpos jovenes, viejos o rotos.

    Siempre me conmueves con tus escritos, por su belleza y al ser capaces de acercarme a las enseñanzas de esa forma tan difícil que es la sencillez.
    Esta vez tu recuerdo hacia mi, tu comprensión con mi cuerpo, que estoy aprendiendo a amar, me han conmovido de una manera muy grande que no puedo olvidar.

    Besos y muchas gracias.

    Sole.

    ResponderEliminar
  5. Éste de arriba es uno de los emails más bonitos y queridos que he recibido en mucho tiempo.
    (Y tengo que decir que recibo muchos emails bonitos y queridos, incluido el de más arriba todavía).

    Vuelvo a decirlo, Sole, que eres mi inspiración en cada momento de mi vida. Y espero saber mantenerla (esta inspiración, esta fuerza) en los momentos más difíciles, tal como tú lo haces.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar