lunes, 10 de enero de 2011

2. Y tú, qué quieres cambiar?










Y yo, qué quiero cambiar?

Supongamos que creo en los milagros, que creo
en las realizaciones
espontáneas
-para que el milagro se dé, tengo que desearlo;
para que la realización tenga lugar,
para que las bendiciones lleguen,
tengo que pedirlas.

Para que el milagro ocurra, hay que hacer la petición adecuada,
y la pregunta sería:
Qué quieres cambiar, exactamente, en tu vida?

En lo que a mí respecta,
quiero cambiar mi mente que cree las apariencias externas.
Mi mente
que cree
que la clave de mi felicidad
y de mi sufrimiento
está en las apariencias externas
y dedica tanto tiempo, pensamientos, energía
a cambiarlas,
conseguirlas
o deshacerse de ellas.

Quiero identificar la mente burda
que me hace esclava
de las apariencias externas.

Y el mahamudra del tantra tiene la respuesta.

Y el camino.

El método.

Y la sabiduría
final.

5 comentarios:

  1. Buenas tardes,
    Leo varios blogs relacionados con la espiritualidad, los caminos que podemos tomar para llegar al mismo sitio, conocernos mejor y mejorar como seres humanos.
    Pero ahora acabo de leer los dos últimos articulos que has escrito y se siente que escribes desde la experiencia, que no es solo teoria, que lo que dices lo vives y te felicito, ojala todos llegemos a donde estas llegando tu.

    Muchas gracias,

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  2. Tú sabes, Yuki, que lo bueno del budismo es su utilidad práctica, transformadora
    -no es un mero debate filosófico para eruditos.
    Incluso Buda lo dijo: no me creas sólo porque te lo digo yo, pruébalo.
    Y kelsang Chokga lo recuerda cuando cualquier instrucción nos resulta difícil de poner en práctica:
    si te parece difícil es que aún no lo has probado lo suficiente.

    Las realizaciones existen.

    Una asidua de este blog me acaba de comentar la transformación profunda que ha tenido lugar en la relación con su madre, después de décadas de dolor arrastrado, sólo con cambiar la mirada. Su carta transmite una alegría y una paz profundas.
    No es que el camino vaya a carecer de obstáculos a partir de ahora, que siempre los habrá, pero los cimientos ya han cambiado. Cuando el resentimiento y la sensación de abandono y traición se transforman en amor, empatía, confianza y compasión, los conflictos acaban resolviéndose más fácilmente y de una forma mucho menos dolorosa.
    Acaban resolviéndose -en vez de dejar que se pudran bajo la alfombra.

    Un instante de lucidez (y para eso hay que abrirse al amor con confianza) puede ser mucho más efectivo que años de psicoterapia.

    En budismo se les llama "realizaciones".

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  3. Yo quiero cambiar todo lo que me hace sufrir... mis sensaciones desagradables ante una situación... No es la situación en sí misma mala, sino mi percepción ante ella, mis sensaciones, lo que creo, lo que pienso, lo que siento sobre ella... Todo es totalmente subjetivo, puesto que nadie piensa ni siente lo mismo ante una misma situación... Y ante todo, como el ego siempre quiere tener razón, sólo queda elegir: ¿quiero tener razón o ser feliz???
    Lo cierto es que no sabemos en realidad qué es ser feliz...
    Creemos, engañados por nuestra ignorancia, que la felicidad es conseguir lo que deseamos, y cuando no conseguimos lo que queremos, sufrimos... Entonces, la clave veo que es en enfocar bien el deseo, esa fuerza motriz que o nos dá alas, como un redbul ;-)), ó nos sumerge en las tormentas emocionales oscilando entre el enfado o la decepción...
    Entonces, quiero cambiar mi deseo, quiero cambiar redirigir mi energía de manera más "productiva"!! jejej

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  4. Pues manos a la obra, no, hadania?

    Lochani nos decía en una clase que siempre que nota que empieza a alterarse ante una situación se para un momento y se hace la pregunta:
    qué me importa más, esto (tener la razón, que esta persona haga lo que yo quiera, que piense como yo, etc.) o mi paz interior?
    Y claro, siempre gana su paz interior.
    Así que el oleaje vuelve automáticamente a la calma.
    Y desde esa calma hace lo que tenga que hacer.

    A mí me funciona.
    Siempre que noto que empiezo a alterarme, me pregunto:
    qué me importa más, esto (que me está haciendo alterar) o mi paz interior.

    Y desdramatizo.
    Y todo es más fácil.

    Cuando me acuerdo de hacerlo, claro.

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