Lo que más duele no es el propio dolor físico, o mental,
o la adversidad que haya que afrontar,
sino la carga adicional que le aportamos.
Incluso con un fuerte dolor físico, o de duelo, de pérdida, o de carencia,
aún puedes extasiarte al contemplar la luminosidad de la luna creciente
o el despliegue de colores del crepúsculo,
el canto de la gaviota en contemplación o el aire y el sol suave en la ropa tendida.
Esto es mucho más difícil cuando convertimos la experiencia en un problema,
si le añadimos un paquete de resistencias de nuestra propia cosecha.
Por ejemplo, las comparaciones:
Este dolor me tiene recluida en casa cuando otras personas están disfrutando en la fiesta del barrio, o de viaje, el estreno de teatro que querías ver y te vas a perder, etc, etc.
Las comparaciones con otras personas o contigo misma en otros momentos de tu vida.
"Este cuerpo no es el que era", "No soy la misma".
También, pensamientos del tipo "esto no me gusta", "otras personas tienen más suerte que yo, una mejor vida", "no lo soporto", "siempre me pasa" (algo malo), o bien "nunca me pasa a mí" (algo bueno).
Conviertes en un profundo sufrimiento una experiencia que podría no ser más que eso:
una mera experiencia, sin calificativos, no dual.
Y, en cualquier caso, pase lo que pase, por qué no aprovechar el instante para tocar a Dios,
y ser Dios, experimentando los diversos matices de esta vida humana.
Las personas comunes son la Ley Mística, dice Daisaku Ikeda.
La "Ley Mística" es otra forma de llamar a la iluminación en sí misma.
Esta ley fundamental está en el propio ser, y si eres consciente de ello
sabes que puedes transcender el sufrimiento en un nivel profundo y manifestar la felicidad genuina.
Es un estado interior que no se perturba ante ninguna dificultad
y te permite vivir de forma que se desarrolle al máximo el potencial humano.
La forma de vivir es la expresión natural de la fe budista.
La bodichita se manifiesta en una actitud de cuidar y valorar a la persona que tienes al lado,
reverenciar a cada persona como el Buda que es.
No hay que ir a otro mundo para ser budas.
Por el contrario, se trata de establecer un estado de felicidad absoluta e indestructible aquí, en este mundo.
Manifestar la budeidad intrínseca con la forma que cada cual posee, en esta existencia.
Una felicidad absoluta que nada puede destruir.
El solo hecho de estar viva produce felicidad.
Recibió un mensaje de su amiga:
"Mientras tanto, la vida continúa.
X y su equipo siguen cosechando éxitos y aplausos en las presentaciones de su película;
C viaja por Italia con su pareja y luego comparte un día familiar en Sitges con comidas y celebraciones multitudinarias.
La vida continúa.
La salud se manifiesta en otros cuerpos. Y la alegría.
En realidad, la alegría no me ha abandonado a mí,
incluso en esta situación de limitación, dolor y reclusión.
Otra faceta de la vida.
Aún viva. Aún me queda la vida".


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