Eligió como objeto de meditación la renuncia.
Se sentó bajo el cielo cubierto,
receptiva al aire suave en la piel y el canto de las golondrinas o su silencio al vuelo.
Consciente de la quietud, física y mental.
Nada que hacer, ningún lugar a donde ir.
Se planteó la motivación para esta práctica:
la estabilización de la renuncia, la libertad.
En la fase analítica investigó el significado del objeto de meditación.
No renuncias a las cosas o situaciones que se manifiestan
sino a necesitarlas
para ser feliz.
Y, de esta manera, conectar con la libertad que transciende cualquier escenografía.
Renuncias a las cadenas de apegos/necesidades (que generan sufrimiento si no las tengo)
y aversiones/rechazos (que me hacen sufrir si están presentes).
Y por qué no lo hago naturalmente?, se preguntó.
Por qué esta preocupación por la pérdida, como si la vida no continuara en ausencia de cualquier escenario, antes presente, aun virtualmente presente, como una mera idea de posesión.
Por qué la preocupación por las situaciones que no deseo, este dolor?
Por qué le doy tanta importancia a objetos y situaciones innecesarias,
hasta el punto de arrebatarme la paz, la alegría y la salud?
Si le doy tanta importancia a las pequeñas cosas que ocupan mi vida,
más que a la vida misma,
es porque no he reconocido la gran importancia de la vida en sí,
la vida que continúa y transciende a cualquier situación.
Como cuando vives en el amor, que las pequeñas miserias no te afectan ni marcan tus respuestas.
O cuando tienes un objetivo en el que crees, que las pequeñas o grandes dificultades del camino son meros pasatiempos.
Cuando valoras la Vida en su magnitud,
los pequeños apegos, pérdidas, contrariedades,
no tienen la fuerza para desenfocar tu atención, o distraerte.
La renuncia implica despojar de su poder a las manifestaciones traviesas de los maras, a sus pruebas y provocaciones.
Porque la Vida en grande, ese milagro, es lo que acapara toda la atención
y concentración.
La renuncia conecta directamente con el significado de la preciosa existencia humana,
esta oportunidad para despertar,
para la liberación, para sanar definitivamente esta mente enferma (la purificación).
Suelta la meditación analítica y se concentra en la experiencia de libertad,
de amor valiente a la Vida, la alegría de simplemente existir.
La liberación de cadenas y barrotes, que se disuelven como en un sueño que cambia de fase.
Y mora durante un instante eterno en la libertad sin miedos
de la renuncia.
Antes de regresar a la vida mundana
toma la resolución de mantener estabilizada esta experiencia de libertad
a lo largo del día.
Y no olvidarla.
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