Dar cada paso no para llegar a algún lugar
sino como si ese mismo instante fuera el objetivo, el propósito.
Thay dice: Lavar los platos no para que estén limpios, sino sólo lavarlos.
Y también dice:
He llegado, estoy en casa.
Hacer cada cosa a lo largo del día no como un trámite o una gestión
sino como un ritual en sí mismo. La celebración.
Aquí y ahora, al salir de la cama, al lavarte los dientes o preparar el desayuno,
entonces también la temperatura del día en la piel, el canto de los pájaros
como la banda sonora, este cuerpo presente,
y la mente, la contemplación.
En su viaje en el barco, el autor menciona el aburrimiento:
Estaban las formas de las olas y de las nubes, los colores del cielo, la brisa,
pero no había poetas para contemplarlo.
"Llegar", "no llegar", "he llegado", "no he llegado"... es la mente, más concretamente el pensamiento, el que crea "separaciones", el que crea partes, el que crea caminos y metas, esfuerzos y objetivos, el que crea en definitiva partes (sujeto y objeto, el yo y el mundo... y de ahí deriva todo lo demás). Todo esto son creaciones de la mente, ilusiones, espejismos.
ResponderEliminar¿Sabes de qué me di cuenta hace bien poco, qué comprendí de una manera profunda? Que todo esto que mencionas, también esas aparentes distinciones y contradicciones (nirvana y samsara, espiritualidad y vida ordinaria, mente pensante y conciencia) son en realidad lo mismo, manifestaciones del Ser. No hay opuestos, no hay contradicciones ni partes, no hay conflicto. Todo son vasos comunicantes. "Vasos comunicantes"... y esas palabras lo desbloquearon todo.
Namaste.
Nada que objetar. Yo también comparto esa mirada no-dual.
ResponderEliminarO el interser, que dice Thay.
De eso va un poco este texto, de hacer inmersión en el instante, disolverse en él como parte del mismo que eres.
Gracias por compartir tu experiencia.
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