Querido amigo:
Dices que a veces echas de menos uno de esos viajes iniciáticos
que parece que le dan sentido a la vida.
Y se te olvida que ya estás transitándolo,
que la vida que vives en sí misma es ya un viaje iniciático.
Me miras con escepticismo:
¿Esta vida tan aburrida, tan mediocre,
sin emoción ni aventura?
Y sí, eso mismo
es la prueba que te toca afrontar.
El dolor de las pérdidas pequeñas es más o menos el mismo dolor
de las pérdidas grandes.
Es dolor.
Y toca atravesar el dolor.
La tormenta, la calma,
la tempestad, el mar como un espejo,
el viento huracanado y la brisa suave.
Todo forma parte de la travesía.
Los días quietos y silenciosos,
la lluvia de obstáculos.
Cuando estás a punto del ahogo, de la última respiración,
incluso
cuando el ahogo.
Parte de la travesía.
No hace falta añorar algo más emocionante
o con más sentido.
Porque ya tiene el sentido
que tiene.
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