miércoles, 3 de junio de 2020

Todo es el cuerpo de Dios.








El abanico de Dios.

Dios se hace abanico en las copas de los árboles del Montjuic.
Las hojas verdes de los árboles danzan al ritmo del canto de los mirlos
y el acompañamiento de las tórtolas
y las conversaciones de las gaviotas.
Y el abanico de Dios acaricia la piel herida de amor por los rayos de Dios Sol.
El cabello también quiere bailar en libertad,
como las hojas del cuaderno.
Danza suave.

El mar era un espejo de agua cuando dio a luz el disco dorado.
Un espejo de agua fresco recibiendo a un cuerpo de agua.
Sin juicio ni resistencia, adaptable.
Sé agua, amiga mía.
Sé espacio.
Sé quien eres.
Eso que eres.






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