domingo, 19 de mayo de 2019

Un dolor diferente.








Como vapuleada
por una tempestad en medio del océano.
Sin fuerzas.
Caída.
Me has dejado KO, amiga mía,
tengo que reconocerlo.
Y yo que pensaba que estaba preparada.
Nunca se está preparada,
siempre te sorprenden los golpes de la vida.
Nuevos siempre.
Pensamos que aprendemos de ciertas lecciones para el futuro
pero el futuro es nuevo,
y tú eres nueva
y las condiciones son nuevas, otras.

Caída en el suelo. Pero eso también pasa.
En la quietud, en la derrota,
parece que se acabó todo
pero sólo está recuperándose.
De repente se sentirá llena de energía otra vez, o medio llena,
suficiente para levantarse.
No es una decisión,
el cuerpo te empuja.
Dará unos primeros pasos con piernas tambaleantes
pero pronto recupera el equilibrio y sigue avanzando.

Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja.
Ni quedarte a un lado del camino.
No es posible.
Porque la vida te empuja.







En cierta ocasión, que el maestro hablaba de un samsara doloroso, inacabable, como una rueda de difícil salida, ella preguntó:
¿Y no nos cansamos nunca de rodar, de sufrir?
El maestro respondió:
¿Tú te has cansado?
Ella tenía clara su respuesta, pero su amiga se anticipó por ella:
Le duelen menos cosas,
mucho menos,
menos tiempo.


Menos cosas, sí.
Y dura menos tiempo.
Pero cuando duele, duele intensamente -le confesó luego a su amiga.
Pero diferente.

Cuando duele, duele diferente.
Y casi puedes sentir el deleite
de este nuevo dolor.






No hay comentarios:

Publicar un comentario