martes, 29 de septiembre de 2015
La respiración.
Inspira.
Y el aire de la montaña, los sonidos de los pájaros al volar, los colores del atardecer, las formas de las nubes, los aromas de los árboles y la tierra, se hacen cuerpo en su cuerpo.
Espira. Y su organismo se purifica, se limpia, se vacía.
Y se pregunta por qué sigue encontrando lo sagrado ahí fuera, todo, sagrado, y aquí dentro (aún la separación) meros desechos, residuos, tóxicos, basura y heces.
Karma que purificar.
Tanto agasajarse con ofrendas sagradas y al final sólo tiene basura para dar.
Aquí hay un error de visión -inspira.
Quizás otra vez buscando la alegría, lo divino, en el autobús de enfrente.
Espira.
Decidió probar otra vez.
Inspira.
Y el aire de la montaña, los sonidos de los pájaros al volar, los colores del atardecer, las formas de las nubes, los aromas de los árboles y la tierra, se hacen cuerpo en su cuerpo.
Espira.
Y se vierte en el Cosmos sagrado, en el Cuerpo de Dios.
Se vacía, se funde.
Desaparece en un coito definitivo.
Fusión, disolución definitiva.
Como agua vertida en agua.
Como espacio vertido en espacio.
Vacío en el vacío.
Como si ya no necesitara mudra ni consorte para llegar a casa.
Solía decir que hacer el sexo (ella sabe por qué lo llaman "amor") era la forma más profunda e intensa de meditar en la muerte, el amor y la vacuidad.
La experiencia más cercana de muerte, amor y vacuidad.
Pero no la única.
Inspira
y espira.
Inspira y espira
sueños de vigilia.
Y sueños de la noche.
Inspira el vuelo de los pájaros al amanecer, la voz del viento, el sonido de los cacharros en las cocinas que suben por el patio de vecinas y entran por las ventanas y por las paredes; en los lavabos, desperezando el cuerpo; el olor del café recién hecho y las tostadas; los pasos y el silencio de palabras, entran en ella, aún en la cama, y envuelven su piel y navegan por su sangre y el oxígeno en sus células.
Espira y se vierte, el soplo de su alma en su respiración, sus órganos en calma, haciendo sin hacer, como un árbol presente, como la pequeña maceta de albahaca en su mesa del desayuno.
Su alma y su cuerpo se vierten en el alma y el cuerpo de Dios.
Inspira el aire fresco de la montaña del Montjuic y la taza de agua caliente con limón, en el terrado ("El mejor lugar del mundo es aquí mismo", dice la inscripción en la taza blanca).
El olor de la ropa tendida de la vecina paquistaní. Las telas coloridas como banderas de celebraciones al viento.
Espira su amor y su gratitud.
(Da igual lo tópico que suene al relatarlo, así es como es)
Inspira el café con cardamomo en su taza, el tahín casero (sésamo, linaza y aceite de oliva), el dulzor del sirope de ágave, el embriagador amargor de las almendras crudas al mezclarse con las uvas en su paladar, las aceitunas con el pan de semillas y nueces.
El mundo se disuelve en su boca y en su olfato y en sus oídos y en su piel.
Y ella se disuelve en el mundo.
Inspira y está en casa.
Espira
y está en casa.
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Hola Marié, fíjate que hoy pensaba que la experiencia me lleva a pensar que es con el sexo que se vuelven a mezclar los karmas y a generar basura...y por supuesto activarse la dependencia y la adicción al amor. Qué cosas...temas pendientes de integrar supongo :) un beso!
ResponderEliminarEl sexo del apego (la adicción al apego) es una cosa, en la que se involucran los miedos, las inseguridades, el deseo de controlar. Se puede generar basura emocional y física, como dices.
ResponderEliminarPero eso nada tiene que ver con el amor. Ni con la adicción al amor.
Quizás sí con la adicción al apego, al control. A fagocitar.
Por otra parte, si estás en un momento de experiencias profundas de meditación (en la vacuidad, en el amor, en la muerte), por minúsculas que sean, si vives en esa experiencia, el sexo podría ser una oportunidad de liberación, de soltar, yo diría que como una experiencia profunda de muerte/amor/vacuidad.
Si vives en esa experiencia, casi todo lo que haces es una oportunidad para vivir la muerte, el amor o la vacuidad. Comer puede ser una gran oportunidad de experiencia en el amor, en la disolución, morir y renacer.
Y, según el Alto Yoga Tantra, el sexo puede ser la mayor de las oportunidades.
Aunque también puede ser la mayor de las trampas, como dices.
Depende de dónde estés tú en ese momento, tu vivencia personal y tu motivación.
En el texto de arriba, sin embargo, ella siente que puede vivir una experiencia similar de disolución en la contemplación de un paisaje, un aroma, un sabor, un sonido. En el mero ejercicio de la respiración.
Simplemente en "estar ahí", presente. En casa.
Un fuerte abrazo, Sonia.