jueves, 4 de junio de 2015
Hola, casa!
Cuando abre la puerta y entra, saluda "Hola, casa!".
Cuando su hija era pequeña y regresaban a casa después de la escuela, las actividades extraescolares, el juego en el parque, la interacción, cuando metía la llave en la cerradura y abría la puerta, solía saludar en voz alta al entrar: "Hola, casa!". Y su hija también.
Si le preguntabas por qué, no sabía responder. Le salía del corazón, espontáneamente.
Entraba en su refugio personal y lo saludaba, como si estuviera lleno de vida.
Una vida diferente en un mundo diferente, más personal.
"Hola, casa".
Pasado el tiempo, la niña tenía su propia casa.
Y cuando ella regresa al mismo escenario, su gompa, su santuario particular, aún suele saludar.
Hola, casa.
El saludo respetuoso y alegre, como una postración, como un gesto en gasho.
Hola. Te reconozco. Soy consciente
de entrar en el templo, en la tierra pura.
En mi mandala.
Lleno de vida.
Cuando asistía a las clases de su viejo maestro, a veces él solía plantear:
Imagina que entras en tu casa y te abre la puerta el mismísimo Buda; cómo te sentirías?
Ella le miraba asombrada, como si hubiera descubierto su secreto.
Porque ella convivía a diario con Vajrayoguini y Prajnaparamita, y Tara, de todos los colores.
Por no hablar de los libros.
Cada uno de ellos como un mandala lleno de Budas y bodisatvas y seres sagrados,
instrucciones reveladoras, aventuras y experiencias místicas.
Cómo sentirse sola?
A veces, en el descanso entre sesiones de algún curso urbano de fin de semana, ella salía y se instalaba en una mesa en el patio de una cafetería cercana, repasaba sus apuntes y meditaba (analítica) en las instrucciones recién recibidas, y las contemplaba (emplazamiento), observando cómo las raíces profundizaban y se integraban en su mente/corazón.
Un día, mientras estaba en profunda contemplación, apareció un grupo de las asistentes al curso: Nos sentamos contigo para que no estés sola.
El maestro la miró atentamente y dijo:
Ella no está sola. Verdad?
Ella le devolvió la mirada, cómplice, sonriente, feliz, y le respondió con un mero gesto, en silencio.
Ella nunca estaba sola. Pero no lo dijo.
Especialmente cuando parecía que estaba sola.
No lo estaba.
Recibió una llamada de su amiga, de vuelta de un retiro lejano, en plena naturaleza, en otro continente.
Había sido precioso, se lo había pasado muy bien y había conocido a mucha gente interesante.
El problema era volver a casa.
Qué te has traído de tu viaje, qué te ha aportado, con qué cuentas ahora, que antes no contabas?, solía preguntarse ella a sí misma después de cada retiro, curso, año, estación, al final del día, para observar qué cambios se habían dado, si había un antes y un después.
Me lo he pasado muy bien y he conocido a mucha gente interesante, dijo la amiga.
Pero cuando vuelvo a casa todo está igual.
Me siento sola.
He quedado con unas amigas para comer y sé que me lo pasaré muy bien, pero cuando regrese a casa volveré a estar sola.
Por qué el problema reaparece cuando vuelves a casa, después de ver a gente o hacer cosas?, le había preguntado la monja, en una de sus estancias en el monasterio.
Porque no has resuelto el problema de la soledad.
Porque sigues sola cuando estás sola.
El "problema" de la soledad sólo se puede resolver en soledad, porque en realidad no es un problema sino una oportunidad.
No hay ningún problema en la soledad
cuando te encuentras en buena compañía cuando estás sola.
En compañía de Dios, de tu yídam, en tu mandala sagrado.
¿Tienes algún problema cuando estás en la Tierra Pura o en el paraíso, en la mejor compañía de seres sagrados y felices?
El problema de la soledad es cuando no vemos a Dios, ni le oímos.
Pero Dios (Vajrayoguini, Prajnaparamita, Tara), nunca deja de estar aquí mismo.
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Al fin sola! :)
ResponderEliminarGracias, siempre tan inspiradora.
Otro bonito titular. :)
ResponderEliminarNo te veo muy sola yo a ti últimamente, Sonia... ;)
Abrazo fuertote y buen finde.
Echo tanto en falta, tanto de menos pronunciar esas palabras: "Hola Casa".
ResponderEliminarNo sabéis lo que es cargarse todo lo que querías
Algo de eso sabemos casi tod@s, en un momento u otro de nuestra vida.
ResponderEliminarY sin embargo, la vida continúa, según parece.
Como una carrera de obstáculos o una saga de aventuras, un reto detrás de otro.
Como la búsqueda del santo grial, el mago de Oz o Alicia en el país de las maravillas.
Un peregrinaje que siempre acaba conduciéndonos al centro de un@ mism@.
En fin, compañero, no digo que vaya a ser fácil, ni difícil, pero te deseo que puedas llegar a encontrarte en casa allá donde estés.
Un fuerte abrazo.