lunes, 10 de diciembre de 2012

Hay otros mundos.













Querida amiga: 

 Esta vez no he asistido al retiro. 
Me he quedado en casa haciendo vida familiar. 
Ya sabes que suelo dedicar una jornada bastante completa a colaborar para que el dharma llegue al mayor número posible de personas, prácticamente siete días a la semana, así que cuando hay un festival nacional o internacional, cuando hay que viajar, a veces me quedo en casa y es como unas vacaciones. No del dharma, de eso nunca. Vacaciones de trabajo (en parte, ya se sabe que internet te mantiene conectada y en activo en cualquier situación). Pero unas vacaciones en familia y amig@s. Verles un poco más, introducirme en sus mundos, en sus sueños particulares. 


Desde la trinchera.




Al final del retiro (al que no he asistido), amanece un día de sol y me encuentro cansada y con el cuerpo dolorido. Yo, que hacía tiempo vivía como si no tuviera cuerpo. 
Anoche pasé largas horas en una comisaría de policía ayudando a alguien a tramitar la denuncia del hurto (que no robo, situación especificada por el contrato del seguro) de un iphone. Un iphone 5. Un juguete caro, por lo visto. Por qué alguien lleva encima un juguete de esas características y valor de compra, no me lo preguntes a mí. Horas de frío en una comisaría, de espera, de trámites, de narraciones que volaban y se transformaban con el paso del tiempo, fotos de personajes previamente implicados en historias similares (iphonistas, creo que les llaman), en cada rostro una historia, varias. Hombres y mujeres, niños y niñas y mayores de todas las edades y de todas partes del planeta. 
Al otro lado, una mujer denuncia una "violencia de género", una expresión casi política que encierra una experiencia de dolor y miedo, una pesadilla dura, uno de esos infiernos en los que no queremos caer. La pesadilla de esta mujer no acaba aquí, con la narración; la secuela continúa. 
En la sala de espera una prostituta llora porque le han robado el bolso con 900 euros y toda la documentación. No sé qué idioma habla, lo desconozco, pero me lo cuenta la amiga que la acompaña, que sí habla mi idioma. 


Películas de guerra.



Todo empezó mientras cenábamos en un restaurante, confortable, a la salida del cine, en la filmoteca, donde vimos el musical del riot de Notting Hill, en el verano del 58. Violencia, sangre, odio racial. Odio. Dolor. Otra de esas pesadillas en las que no queremos caer. 
La película del día anterior era diferente, japonesa. Historias de la población civil en una de las guerras del 53. Cómo la ambición vence al amor y, si no destruye el amor, casi siempre acaba destruyendo a las personas. Aunque finalmente, siempre, acabe venciendo el amor, aunque sea más allá de la muerte. 







En el camino, amigas que me cuentan relaciones perdidas o deterioradas, amores que no resultaron ser como deseaban que fueran. 
Cuántas lágrimas 
o rabia. 




Un accidente de coche y baja laboral. 

Una enfermedad degenerativa en un cuerpo joven que, de repente, acelera su degeneración. 






Una mujer que envejece sola después de perder al marido, mientras la diabetes le roba la visión y el calcio de los huesos. 
Dónde están ahora los cuatro hijos que ha criado? 
No a su lado, ni de día ni de noche. 








A mi amiga D. la operan el miércoles
de un cáncer de mama y  deseo con todas mis fuerzas que su mente sea apacible antes, durante y después.











Cuántas películas hay en este mundo. 
Cuántos mundos en este mundo. 
Cuánto dolor. 
Cuántas pesadillas. 
Cuántos errores. 

Por qué elegimos entrar en estos mundos, no lo sé. Por qué decidimos crearlos. 
Cosas del karma, dicen. 
El karma. 
Pero existen otros mundos, eso sí lo sé. 
Mundos apacibles, gozosos, cálidos, sin odio. 
Sin amargura, sin dolor. 
Yo lo sé.
Mundos sin odio. 
De miradas amorosas y entregadas, de abrazos de refugio. 
En las peores o en las mejores situaciones, da igual.
Yo lo sé, que hay otra manera de vivir. 
Paraísos tan reales como los infiernos; igual de reales 
o irreales. 
Pero apacibles y gozosos como despertar 
en el oasis 
que siempre 
habías 
soñado.















4 comentarios:

  1. Muchas gracias Marie, cuanta esperanza en medio del dolor y el sufrimiento!
    Un abrazo
    Carolina

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  2. Todas estas personas son una inspiración.
    En realidad tod@s somos una inspiración.
    A veces secuestrad@s por el dolor, a veces no tanto.
    Junt@s aprendemos a soltar y avanzamos en la renuncia, más cerca de la liberación, y es entonces cuando el gozo se hace grande.
    Porque hay otra forma de vivir
    y otros mundos
    que experimentar.

    abrazo y gracias por estar ahí.

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  3. un fuerte y acogedor abrazo para ti.
    Me ha conmovido la entrada de hoy, el mundo rodando sin parar y miles de historias que están teniendo lugar en este preciso instante, a veces pienso en el sufrimiento de todas las personas.
    sosiega mi corazón pensar en la humanidad compartida, ahí a veces puedo descansar. que tu tambien puedas descansar. Haces mucho bien con tu blog. esta entrada la he leído cuatro veces.

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  4. Gracias por tus deseos, Maite.
    Y gracias también por tu energía, que alimenta esta casa.
    Si es cierto que hace algo de bien, aquí seguirá.

    Un abrazo.



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