sábado, 15 de septiembre de 2012

El miedo, la ansiedad.









De dónde surge el miedo?
Por qué aparece?

Por qué te levantas, a veces, con ese nudo en el estómago
o en la garganta?
Por qué te cuesta dormir?
O peor:
caes agotado en la cama
(por qué agotado, en qué has gastado tantas energías
hasta el agotamiento?)
y tres horas después regresas,
no precisamente fresco y reparado, sino pesado,
deseando volver al abrazo del sueño, a ese refugio
reparador
(por qué el sueño no parece casi nunca reparador?)
y no puedes,
como si las puertas (del dormir) se hubieran cerrado con cerrojo doble.
Como una tortura.
Por qué te encoge el corazón
hasta los recuerdos,
si ya pasaron?
Por qué ese dolor de cabeza,
como un compañero fiel?
Por qué arrastras esa ansiedad todo el día,
como si hubieras olvidado respirar,
como si estuvieras en medio de una carrera de fondo, aun cuando no te mueves?
¿Acaso crees que llegas tarde a alguna parte,
que estás a punto de perder algo?

Siéntate un momento y observa cómo el mago de tu mente proyecta
todas las apariencias que se presentan ante ti,
sé el público consciente
que observa la película
pero no se deja engañar
y no necesita huir ante la imagen del tren que se acerca
o los enfados que estallan,
las pérdidas
o las ganancias
que te quitan el sueño.

Que ya no te quiten el sueño.























5 comentarios:

  1. !!Diana en el blanco!!

    Hasta que no estemos conscientes del carrete mental automatico ...
    no conseguiremos que los viejos fantasmas nos quiten ia "Alegria del vivir con lo que fuye"

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  2. uy no nos convirtamos en cazafantasmas, jeje...todo se transita y atraviesa hasta llegar a una nueva estacion!

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  3. No hay que cazar fantasmas, para qué,
    pero sí, quizás, identificarlos, como fantasmas que son,
    para no darles tanto crédito y para que dejen de marearnos tanto.

    Y que nada, ni mucho menos un fantasma -como dice peregrina-, nos quite la alegría de vivir...

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  4. Hoy necesitaba leer esto. Tengo que sentarme ya mismo. Marié, te echo de menos! Un beso!
    Natalia

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  5. Llámame cuando quieras y nos vemos, Natalia.
    O, si vas a clase, hablas con Flor y Peca y organizamos otro tecito del dharma y nos ponemos al día.

    Un beso y un abrazo muy fuerte.

    Y siéntate, sí...

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