viernes, 27 de noviembre de 2009

La renuncia, el samsara, el nirvana.



Nuestra mente es como una herida abierta debido a la estimación propia, dice Lochani. Siempre que hay sufrimiento, busca dentro de ti y encontrarás el egoísmo.

Sin egoísmo no existe sufrimiento.
Y la única alternativa que funciona es

la renuncia.

La renuncia.
La renuncia no consiste en abandonar las cosas, las personas, el entorno.
¿A qué renunciamos? Al sufrimiento.
La renuncia es una mente de sabiduría que comprende que no es posible ser feliz con este cuerpo y esta mente; que necesitamos liberarnos de esta prisión, de este sueño, de esta apariencia kármica.
Esta apariencia es nuestro samsara, nuestra mente contaminada con un apego profundo a nuestros engaños.
La mente de renuncia quiere liberarse del sufrimiento, comprende que tiene su base en la estimación propia y la quiere abandonar.


Alcanzar la mente de iluminación no es difícil, lo difícil es generar el deseo de renuncia.


El samsara.
Samsara no existe fuera de mi mente. Samsara es mi mente contaminada por el veneno profundo de los engaños;
el peor, mi estimación propia.

Por qué no puedo ver algo agradable, contemplarlo, disfrutarlo
y ya está, sin querer hacerlo mío (apego)?
Por qué cuando veo algo desagradable me molesta, lo rechazo,
me duele (aversión)?
Por ignorancia. La ignorancia es una mente que se aferra al yo y lo estima por encima de todo. No ve las cosas como meras apariencias, como sueños.
El sufrimiento siempre procede de la mente ignorante del egoísmo.


Cuando te liberes de los engaños, nada tendrá el poder de hacerte sufrir: ni la enfermedad ni la vejez ni la muerte. Ni ninguna otra pérdida.


El nirvana.
Nirvana significa extinción. La extinción del sufrimiento.
Nirvana es un estado que se caracteriza por una profunda paz
de manera permanente, liberada del egoísmo y las demás perturbaciones mentales.
Cómo? Con la práctica de los tres adiestramientos superiores:
la disciplina moral, la concentración y la sabiduría.

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4 comentarios:

  1. ¡Qué clarito me lo has dejado! Así da gusto. Pero, una cosa, Marié, el dolor es muy chuuuungoooo. Acabo de superar día y medio de dolor intenso. A ese sufrimiento no es posible renunciar (a menos que uno se transforme en faquir) y tampoco depende del egoísmo. Seguramente la meditación ayudará mucho, pero se queda una sin “defensas”. Me dio por pensar lo tremendo que debe ser la enfermedad crónica. Sentí una pena inmensa por los que viven con ello y, la verdad, no fue ningún consuelo.

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  2. Sí, el dolor duele mucho.
    Y el dolor intenso duele intensamente.
    Pero también creo que es posible no sentir el dolor, que se puede renunciar al dolor y al cuerpo, sin ser fakir.
    Todo depende de dónde ponga una la atención y a qué se aferre.

    Como cuando mi madre tenía la cara crispada por los dolores en la UCI y yo le decía: Suelta este cuerpo, tú no eres este cuerpo, mamá, déjalo y que haga lo que tenga que hacer; tu cuerpo es de luz y no duele.
    Y ella soltaba y se iba y su expresión se suavizaba, como dormida, en paz...

    Yo creo que el dolor (físico también) siempre te está dando la pista de otra cosa.

    Yo también creo (como Buda) que siempre que hay dolor hay aferramiento.
    Y cuando no hay aferramiento el dolor se diluye,
    se disuelve
    hasta desaparecer.

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  3. Nuestra mente es magnética (Por ley de atracción universal), y atrae lo que pensamos. Nuestros sentimientos nos pueden indicar en qué frecuencia están mis pensamientos. Si me siento triste, significa que estoy en una mala frecuencia y que mis pensamientos solamente son de ''Tristeza''. Pero afortunadamente tenemos la mente, que es el arma más poderosa, y podemos cambiar nuestros pensamientos.
    Al comienzo puede no ser fácil, pero luego se darán cuenta que vale la pena cambiar el modo de pensar, solo así cambiaremos nuestra vida.

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  4. Muy buena reflexión, Jordán.

    Excepto que quizás la mente no "atrae" lo que pensamos sino que lo "crea" -porque lo que se nos presenta no existe fuera de la mente, excepto como la apariencia en un sueño, creado por la propia mente.

    En cualquier caso, la conclusión es la misma: que, como dices, vale la pena cambiar el modo de pensar, solo así cambiaremos nuestra vida.

    un abrazo.

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