viernes, 19 de abril de 2013

Estoy enferm@.







Me llama mi amiga:
Siento un odio muy fuerte hacia una profesora;
sé que es irracional y sé que me está perjudicando mucho,
y más que me va a perjudicar
porque estoy a punto de suspender la asignatura.
¿Tiene el budismo alguna clase o algún remedio que me pueda ayudar?


Me encuentro a un amigo en una exposición de pintura.
Cómo estás?
Mal -dice. Fatal.
Están pasando ciertas cosas en mi entorno y estoy sintiendo muchos celos y envidia
y me están destrozando. Ni siquiera puedo dormir.
Y lo peor es que aún lo peor está por venir
y puedo decir o hacer cosas que me van a dejar en evidencia
y puedo estropearlo todo tanto...
Estoy fatal. Ya sé que el antídoto de la envidia es el amor (he hecho mi búsqueda en internet),
pero qué puedo hacer, si no siento amor?
No está el momento como para sentir amor.
(Por un momento la voz le tiembla, de rabia contra sí mismo).
Vaya fracaso de vida. Miro alrededor y veo que todo el mundo tiene algo, muchas cosas (éxito, pareja...)
y yo no he conseguido nada.
Ni siquiera la capacidad de amar.
Por no saber no sé ni cómo se hace, para sentir amor.
No he aprendido nada, no tengo nada.


Por mucho que sufran (por mucho que suframos),
siento una inmensa alegría al contemplar que aun cuando nos duelen las miserias propias,
cuando vemos perturbada nuestra paz,
ya sabemos tanto como para comprender
que estamos enferm@s.
Que no tiene la culpa la profesora que odio, de mi malestar,
ni el amigo que triunfa en el trabajo o mantiene una buena relación con su pareja,
o la colega profesional que tiene buenas ideas.
Que ni siquiera tengo la culpa yo
de estar enferma.
Como no tiene la culpa quien ha contraído una enfermedad terminal.











Cuando alguien que está mal reconoce humildemente: estoy enferm@
y ya no dispara más golpes ni acusaciones contra diestro y siniestro,
me hace ver una vez más el paso de gigante
que ya hemos dado
en esta condición humana.








El reconocimiento (estoy enferm@)
es el primer paso
para empezar a sanar.













2 comentarios:

  1. Que hago si tras el reconocimiento de que estoy enferma pienso y siento que mi enfermedad es incurable? Que estoy dentro de las personas con enfermedades psíquicas, de las que habla el Dharma, incapaces de desarrollarse espiritualmente? Como se donde esta el limite entre enfermedad mental orgánica de mi cerebro y enfermedad mental de perturbación en mi mente???
    Tengo mucha confusión
    Gracias por tus palabras
    Un abrazo
    Carolina

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  2. Desde mi experiencia, designar "incurable" es mucho más nocivo que designar "curable".
    Tengo una muy buena amiga, una gran psicóloga de mucho prestigio, que se diagnosticó a sí misma "bipolar" y sufrió mucho durante demasiado tiempo. Cada vez que yo le decía: por qué te condenas de por vida con esa etiqueta, por qué no pruebas a cambiar el enfoque?, entonces se enfadaba muchísimo conmigo: No entiendes que mi problema es químico, biológico, que no hay nada que yo pueda hacer!
    Y así estuvo durante mucho tiempo sometida a una medicación muy estricta. Hasta que escuchó en una conferencia a un doctor de su confianza que las etiquetas de las que hace uso tan a menudo la medicina y la psicoterapia convencionales pueden ser muy perjudiciales por su efecto nocebo.
    Escuchar aquello fue para ella como una liberación. Se dio permiso para no ser "bipolar" y en poco tiempo había abandonado todo el tratamiento.
    Y ya no "es" bipolar.

    Por supuesto, yo no soy una especialista, y una especialista de confianza que te conozca personalmente será quien mejor te podrá orientar.
    Sólo digo que "incurable" es una etiqueta demasiado definitiva y sin embargo todo está en continuo cambio.

    Personalmente, creo que todas las personas, con minusvalías de cualquier tipo, pueden desarrollarse espiritualmente. Absolutamente todas. Por no hablar de esas personas con profundas experiencias espirituales a las que se ha estigmatizado históricamente como alienadas, dementes o aún peor.

    Yo creo que es una interpretación demasiado atrevida decir que el Dharma considera incapaces de desarrollarse espiritualmente a las personas con enfermedades psíquicas o físicas.
    Y, en cualquier caso, creo que aferrarse a una designación desmotivadora o limitadora es un gran error.

    No creo que haya nadie que no guarde la semilla de Buda dentro.
    Sólo hay que soltar todos los prejuicios y etiquetas con las que nos identificamos
    y dejarla brotar.

    No creo que haya nadie imposibilitado para el crecimiento personal y espiritual.

    Ánimo, Carolina. Buda (como Manjusri) está donde tú estás, dentro de ti.
    Sólo tienes que dejarle respirar de vez en cuando; quitarte (quien quiera que sea ese yo que consideras incapaz) de en medio y dejarle actuar.

    abrazo y nos vemos en el camino.

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