sábado, 29 de octubre de 2022

La experiencia también es el Ser.

 


Querido amigo, 

En nuestro encuentro de ayer, entendí que decías que no te interesan las experiencias/vivencias,
sólo te interesa el Ser.
Quizás puedas explicarme la diferencia.
(Entre el Ser y las vivencias)


Para explicar un poquito más la pregunta. 

Por mi parte, cuando hago inmersión en la experiencia
(ya sea de tristeza, alegría, frustración, regocijo, la que sea),
siento que en el fondo no hay diferencia entre ellas.
En todos los casos es mera energía movilizada. 

En esa inmersión, en ese encuentro desarmado (sin resistencia, de entrega)
con la experiencia profunda,
generalmente aparece una sensación muy placentera de fusión,
de disolución del yo separado ("como agua vertida en agua")
y entonces siento que no hay diferencia entre cualquier tipo de experiencia,
y también entre la vivencia misma y el Ser.
(De hecho, la vivencia me ayuda a tomar conciencia profunda del Ser).

No hay nada (experiencias incluidas) que no forme parte de la Unidad.
Porque al final todo es "energía" (o como le quieras llamar: Ser),
la Energía/Ser tomando forma. 

Resumiendo: que no encuentro gran diferencia entre la vivencia (sea la que sea)
y el Ser que soy.
Porque todo es el Ser, manifestándose de formas diferentes. 

Si tu experiencia es diferente, me gustaría conocerla. 


Un abrazo. 





domingo, 23 de octubre de 2022

El silencio en la escucha atenta.

 


Me preguntas sobre desaprender.
En qué consiste, cómo identificar lo que hay que desaprender, y lo que no.
Cómo llevarlo a cabo.
Y acto seguido la universidad de la vida nos presenta una ilustración:
El conflicto.
Y el consiguiente impulso de ayudar.

Pongamos que vivo un problema y te lo cuento.
O simplemente lo ves, eres testigo.
Con la mejor intención, lo abordamos. 
No lo dejamos pasar como si no existiera. Lo queremos comprender.
Y eso está muy bien.
Con la mejor intención, quieres ayudar.
Ayudar.
Y quizás se nos escapa que en nuestro ánimo de ayudar
y ofrecer soluciones
ya existen juicios, prejuicios incluso (a menudo invisibles)
y un saco lleno de lecciones para regalar.
Con la mejor intención.
O simplemente un hábito aprendido.
(Para sentirnos importantes, para que nos quieran...
cada cual sabrá sus motivaciones ocultas).
Y quizás es una vieja costumbre para soltar,
sostenida en una serie de creencias 
para desaprender.



Si vives un conflicto, un bloqueo en tu vida 
(con alguien o con alguna situación),
estoy aquí para escucharte, amigo mío.
Para acompañarte.
Para comprenderte en la medida que me sea posible.
Y poco más.
No esperes de mí un "no", "estás equivocado".
"Yo te voy a enseñar cómo son las cosas".
"Yo te voy a dar la solución".
No esperes que te diga lo que sientes, como si lo supiera mejor que tú.
No esperes que te dé respuestas,
como si alguien fuera de ti supiera mejor que tú las condiciones visibles
e invisibles
de tu vida,
las físicas y las emocionales,
la trayectoria histórica que te ocupa.

Si siento un dolor y lo comparto contigo,
no me digas que no lo siento, que no es real,
mi culpa en el asunto, mi responsabilidad.
Con la mejor intención, ya lo sé.
No me repitas todas las teorías espirituales
que hemos leído y escuchado.
Porque todo eso probablemente yo ya lo sé.
Si tienes la visión para comprender todos los condicionamientos kármicos
o emocionales
que han emergido en estos momentos de mi vida,
o si no tienes esa capacidad,
no importa.
Basta con que me escuches,
la escucha atenta,
desde el más profundo silencio interior.
Acalla todas tus voces y todas tus lecciones.
Es suficiente con que me acompañes,
me veas navegar este pequeño tsunami
y lo dejemos pasar.
A veces puede que te parezca que me engulle,
que me hundo en las entrañas de un océano de confusión.
No importa, emergeré de nuevo.
O no.
Aun si me fuera la vida en ello,
no importa tanto.
Pero no me des consejos si no te los pido.
No me des lecciones,
ni soluciones.
No resuelvas por mí.
Puedes hacerme preguntas, si las necesitas para comprender mejor
la travesía por la que estoy pasando.
Pero no me des tus respuestas,
porque necesito hacer mi propia exploración
y no me sirve que pongas tus palabras en mi boca.
Déjame buscar las mías propias.
Y no me juzgues, me valides o me rechaces.
Acompañar es suficiente.
Y si además tienes confianza en mí, mejor que mejor.
Estar presente, amigo mío, me basta.
Esa compañía.
No es necesario que te esfuerces más, para dar algo más.
Eso es todo.
Todo lo demás me sobra.



Sobre desaprender, la vida diaria nos presenta a cada momento
hábitos personales, tendencias y creencias que conviene soltar.
También en nuestra llamada a ser útiles y ayudar:
Dar lecciones. Validar. O rechazar.
Juzgar. Imponer soluciones.
Todo eso que te parece tan certero para ti quizás no vale nada para mí,
si no lo descubro por mí misma.
La arrogancia que se disfraza de todos esos servicios que aparentemente surgen de la bondad.
La inseguridad oculta tras esa arrogancia
y esa certidumbre.
El miedo.
Todo eso puedo empezar a verlo.
Y se desaprenderá solo.

Así que ya lo sabes, amigo mío.
Cuando afrontes un conflicto doloroso,
aquí estoy para escucharte,
para acompañarte en la travesía, si es posible,
hasta que las aguas se apacigüen.
Porque confío en ti.
Y nadie más que tú tiene las respuestas que buscas en tu propia aventura humana.
Por eso no escucharás de mí consejos ni soluciones,
ni juicios ni críticas,
ni tampoco validación o decepción o rechazo.
Nadie más que tú saldrá de tu propio agujero
Y nadie mejor que tú sabe cómo hacerlo.
Y lo mismo sobre mis propios agujeros negros.

Confío en ti, eso es todo.
Confía en mí tú también.
No me quieras ayudar demasiado.
Contar contigo es el más grande regalo.
No me quieras dar más.




sábado, 15 de octubre de 2022

La emoción no depende tanto de lo que pasa fuera.




Querida amiga,
parece que estás triste por un motivo concreto, verdad?
O enfadada, o frustrada.
Te preguntas por qué y encuentras una causa.
Y aunque no te lo preguntes, automáticamente encuentras
causa y efecto, esa correlación inevitable.
Y luego dices:
Paciencia, mañana será otro día.
Y mañana probablemente te despertarás más fuerte y confiada,
menos triste o frustrada
o lo que sea que te perturbaba ayer.
Y sin embargo, la supuesta causa sigue presente.
Y es que quizás la causa que consideras el origen de tus males
es solo una condición, entre otras.



Yo también me encuentro triste a veces
o frustrada.
Y reconozco la experiencia, tan familiar.
Ah, amiga mía, otra vez estás aquí.
Aparece la experiencia, kármica si quieres, por tendencia,
por la práctica misma, ya tan familiar,
tan parte de mí, este personaje.
Aparece y puedo buscar la causa (de esa tristeza, por ejemplo)
y seguramente la encontraré. Motivos para la tristeza.
Pero si busco también encontraré motivos para la alegría
y sin embargo no ha emergido, no está en este momento.

Si lo que ocurre es la causa de lo que siento
debería sentirme muy alegre todo el tiempo,
por todos los regalos de la vida
(estos ojos para ver amaneceres; estas piernas para caminar playas y montañas;
quizás una buena salud; una casa, que no he construido con mis manos; comida en la mesa,
que no he cultivado; tal vez una familia, amigas, amor para ofrecer...).
Si las condiciones y las situaciones externas son la causa de lo que siento
debería sentirme muy agradecida y feliz todo el tiempo.
Y sin embargo no es así,
y ahora ha aparecido la tristeza, esa experiencia,
porque se han dado las condiciones necesarias,
entre ellas, que es una visitante asidua.
Y me la creo como algo real, que depende de lo que está pasando fuera.

Pero ya mismo se está debilitando.
Y decimos: "Mañana será otro día".
Y mañana quizás ya no estará,
aunque persista la misma situación objetiva que considerábamos
la causa de la tristeza.
La tristeza ya no está.
Y en su lugar, a lo mejor está la alegría, la fuerza, o la confianza.

Puedes buscar causas externas para la fuerte emoción que te embarga, esa experiencia,
y las encontrarás.
Pero no son el origen, solo condiciones.
Si prestas atención, si indagas en tu propia trayectoria,
ves que la misma situación que hoy te produce frustración o envidia
ayer te generaba regocijo y alegría.
Porque la situación no es la causa.
La causa está dentro de ti.

La situación externa no es la causa, solo es una condición más.
El origen es el karma intrínseco, la tendencia, la familiaridad.

Aparecen emociones/experiencias que cultivamos (y creemos),
cuando se dan las causas, diversas,
y las afianzamos con la creencia de su inevitabilidad,
tan intrínseca a la situación externa.

Pero finalmente la experiencia se debilita y se esfuma, como agua evaporada.
Ya no está.
Aunque la situación externa persista.

Así que cuando aparezca una emoción/experiencia
no busques tanto una razón objetiva, una situación externa
que la justifique
y la estabilice.
Mírala como lo que es:
una emoción que ha emergido como una ola
que ya está debilitándose
y desapareciendo
como agua vertida en agua.




sábado, 1 de octubre de 2022

Tiempo para la meditación.

 


Sólo se necesita un instante para vivir un retiro.
Un retiro es como una peregrinación, un viaje de autoconocimiento.
Decir "autoconocimiento" es como decir "conocimiento de la Vida", de lo que es.
No hay separación.
Pero eso lo descubres en el transcurso del viaje:
que entre "yo" y "todo" no hay separación.
Que entre Dios y yo no hay separación.

Así que a veces oímos eso de "no tengo tiempo para un retiro"
o "no tengo tiempo para meditar"
y lo cierto es que la meditación o el retiro pueden ser cosa de un instante,
aunque es cierto que ayuda el tiempo de la preparación,
el propósito, la intención.
Pero ese tiempo puede ser un mero pensamiento,
el pensamiento de propósito, de intención,
quizás mientras te lavas los dientes o vas camino del mercado.
La meditación no requiere un tiempo extra,
puedes estar esperando el autobús, en la cola de la caja en el supermercado,
sentada en el metro o esperando a tu hija a la salida de la escuela.
Tú decides en qué utilizas tu actividad mental.
Puedes decir que tienes cosas que "resolver" mientras esperas,
y no te sobra tiempo para perder en meditar,
pero lo cierto es que gran parte de nuestros pensamientos son circulares,
repetitivos, no siempre útiles
y en muchos casos generadores de preocupaciones y miedos.
Así que en realidad no necesitas tiempo extra para meditar, 
si desarrollas la práctica de hacerlo en los denominados "puntos muertos" de tu vida diaria.
Y en los "puntos vivos" también,
porque al final lo único que diferencia una experiencia de meditación de otra que no lo es
es la presencia,
la consciencia del momento presente.

Y en cuanto al retiro,
no necesitas coger un avión para ir al monte Wutai, a encontrar a Manjusri.
Manjusri, Tara o Dios no están tan lejos de donde tú estás.
Así que el espacio de retiro puede ser tu cuarto,
una piedra cómoda en el rompeolas de la playa, o en la arena,
un parque de tu ciudad
o una celda en cualquier convento o monasterio del pueblo.
Puede ser la mesa de tu cocina, en un momento de soledad y silencio.

Aun cuando crees que no puedes, que no tienes tiempo, que no sabes,
si lo tienes presente en tu mente (la intención, el propósito),
cuando menos te lo esperes surge la "gracia"
y ahí estás,
tocando con los dedos el nirvana que creías inaccesible.