lunes, 19 de diciembre de 2016

Los infiernos.




La lluvia sobre el techo de la galería.
El lento tictac del reloj, blanco, como una luna sobre la pared blanca.
Dejar de masticar el desayuno en la boca es como salir de una sala de fiestas y entrar en el silencio.
Tal es el silencio que el mero hecho de masticar neutraliza todos los demás sonidos.
Las gotas de lluvia a veces parecen coger un color blanco, como si estuvieran a punto de convertirse en granizo.
Los ríos secos de Almería corren llenos de energía, devastadora, formando cataratas en algunas montañas de la Alpujarra.
El cielo llora por Alepo, y por nuestra indiferencia.
Y por nuestra facilidad de olvido.
Nunca más el nazismo; nunca más Srebrenica; nunca más Irak. ¿Nunca más Alepo?
Las imágenes del pasado nos aterran, cuando son pasado, y juramos que "nunca más".
Cuando son presente, nos acostumbran, nos familiarizan con ellas, la impotencia nos anestesia.
¿Nunca más?
Hoy está teniendo lugar, ahora mismo.
Bajo la lluvia y el frío y las bombas, los escombros, el polvo y la sangre.
Qué será lo próximo.
Ni siquiera es la pregunta más importante.
Ya no hay preguntas.
Nos estamos desangrando.




Esta pesadilla cruel, y triste, también es parte del cuadro completo.
Los infiernos existen.
Y es difícil mantener la mirada lúcida cuando aparecen, como una dolorosa hipnosis colectiva.

El cielo llora las lágrimas que los niños y niñas de Alepo ya no vierten.




jueves, 15 de diciembre de 2016

Ofrendas.






Silencio.
El teléfono mudo, el whatsapp, el email, el facebook.
Sin noticias.
Como un mar en calma, sin olas.
El templo iluminado sobre la montaña. Quietud y silencio.
Inspira y espira.
Abraza el aire, que se disuelve en su organismo de aire,
y luego lo deja ir.
Este nudo de energía
(este cuerpo, este yo),
como una nube en proceso de disolución.
Abraza el aire limpio, los sonidos de la tarde,
los absorbe, se metabolizan en una simbiosis sin sujeto
ni objeto,
y suelta lastre.
Nace y muere en cada respiración.
Alguien dijo que sólo hay una inspiración (al nacer) y una exhalación (cuando se acaba).
En medio, el proceso de una sola respiración.
Se está bien sin olas,
en silencio
y quietud.
(Mientras dure).





Cierra algunas puertas. O al menos, las deja entornadas.
Advirtió que se le iba demasiada energía, como un cuenco resquebrajado y lleno de agujeros.
Demasiadas ventanas al mundo. O a los infiernos.
La impotencia, el sufrimiento. El egoísmo.
Necesito nutrirme mejor, pensó.

Día gris y silencioso. La agenda vacía.
El motor de la calefacción de alguna casa cercana le da calor.
El tictac la reconforta.
Las voces de las gaviotas en el terrado.
El silencio. Los sonidos del silencio.
La quietud, la soledad.
Perfecto día de plenitud.
Perfecto y pleno, el instante eterno.

Contempla las nubes flotantes de situaciones potenciales, de personas amadas.
Necesita nutrirse bien para sanar esta tristeza.
Silencio. Tictac.
Toctoctoctoctoc... Ya ha llegado la lluvia, suave,
repiqueteando su melodía en el techo de la galería y en el suelo de los balcones.
Las gotas de lluvia le sonríen.
O quizás es ella la que sonríe a la lluvia.
A salvo, protegida, al calor del motor de la calefacción de su vecina.

Le gusta nutrirse bien, si es posible.
Hacer ofrendas hermosas y frescas y naturales
a su cuerpo y a su mente.
Nutrir la vida.
Y quitarse de en medio.





miércoles, 7 de diciembre de 2016

Sobre el amor y la ligereza, según Tulku Lama Lobsang.






Las 5 y el sol se pone por detrás de los tejados y las montañas.
Y graznan las gaviotas.
Y sopla el viento suave.
Los sonidos del silencio de la tarde.



El maestro daba una charla sobre el amor.
"El amor es la mejor medicina", la había titulado el orador, un lama reconocido a temprana edad y formado en medicina tibetana.

Primero habló del amor conceptual y del amor espiritual (por llamarlos de alguna manera).
Se centró especialmente en el primero.
Por qué nos interesa el amor? Por qué deseamos amar?
Porque el amor nos hace felices.

Por supuesto, no nos referimos a los celos, el control, la inseguridad, el miedo...
Aunque mucha gente relacione todas estas emociones con el amor, en realidad todo eso surge de otras fuentes egocéntricas, no del amor.

Así que deseamos amar porque amar nos hace felices.

Y cómo se manifiesta el amor? En qué consiste el hecho de amar?
En dar.
Dar.
Y qué es lo que quiere dar el amor?
Quiere dar a quien ama lo mismo que quiere para sí. Es decir, felicidad.
El amor quiere dar felicidad: cuidados, atenciones, amabilidad, sonrisas, caricias...

La práctica del amor consiste en dar.
Nutrir el amor.


Respecto al amor espiritual, aparece solo.
Basta con quitarme de en medio.
Me relajo y ahí está la felicidad, y el amor.

Ese tipo de amor no conceptual no necesita hacer nada.
Si da, no es porque lo necesite para la práctica del amor, es simplemente su naturaleza.
El amor no conceptual está siempre ahí, y aparece si le dejas.
Si te relajas.
Y te quitas de en medio.
Ahí está el amor.

Y cada cual sabe qué clase de amor puede experimentar.





Habló de la felicidad y del sufrimiento.
Cómo es posible que tan a menudo nos parezca que la felicidad está tan lejos -cuando acabe la carrera, cuando tenga trabajo, cuando consiga una pareja, cuando sea madre o padre; cuando lleguen las vacaciones, cuando vuelva al trabajo...
Y que las causas de sufrimiento están tan cerca.
El sufrimiento cerca (señaló con las manos la proximidad), la felicidad allá a lo lejos.
Por qué?, se preguntaba, y nos preguntaba, con esa sonrisa tan inspiradora y tranquilizadora, como un bálsamo sanador.
En realidad, es un error de percepción, dijo.
La felicidad puede estar muy cerca, aquí mismo, aquí y ahora mismo.
Sólo tengo que apreciar este instante, y disfrutarlo.
Y amarlo tal como es.





También habló de la vida. Del sentido de la vida.
En realidad era el mismo tema.
A veces nos parece que la vida es muy larga, casi infinita,
pero si nos quedan 50 años por delante, eso viene a ser unos 18.250 días.
De éstos, unos 6.000 días los pasaremos durmiendo y otra parte importante trabajando.
No te queda tanto de eso que llamamos "tiempo libre" para vivir.
Lo mejor es que incluyamos la experiencia de amor en cualquier instante, en todo lo que hacemos
(la escuela, el trabajo, el sueño, los paseos, las aficiones, las conversaciones, las relaciones...).
El amor y la ligereza.

Disfruta feliz y amorosamente de la vida, no te compliques tontamente.
Después de todo, sólo nos quedan unos pocos miles de días por delante.
Y cualquier pequeño problema que al ego le parece tan importante ya está pasando.






Entrevista a Tulku Lama Lobsang en crecejoven.com.


martes, 29 de noviembre de 2016

La mirada no dual.







Se cuenta que Padmasambhava, en una de sus vidas, nació en una flor de loto cuando ya contaba 8 años de edad.
Puedes preguntarte por qué tardó tanto en eclosionar; quizás antes no estaba preparado, quizás aún sentía con fuerza algunas inercias kármicas de miedo, preocupación, dolor... Quizás sabía que tenía que esperar.
El hecho es que se abrió la flor de loto y el niño contaba ya 8 años de edad, y era un niño feliz, sonriente, inocente, fascinado con todo lo que veía.

Cuenta la historia que muy próximo al lago vivía un rey que no había podido tener hijos, y cuando descubrió al niño decidió adoptarlo.
El chico vivió una vida llena de placeres en palacio, fascinado ante todo lo que veía, entusiasta con los deportes, los placeres de la comida, los juegos infantiles, la adolescencia, la sexualidad, la vida en pareja, la paternidad...
Pero pasó algo y tuvo que abandonar el palacio.




El motivo del exilio no viene al caso; lo que cuenta aquí es que se vio obligado a abandonar su vida de lujo y confort.
Y marchó.
Vagabundeó, mendigó y finalmente decidió instalarse en el cementerio.
Y mientras vagabundeaba, mendigaba y residía en los cementerios, contemplaba con alegría y fascinación todo lo que encontraba a su paso.
Los árboles, la lluvia, las piedras, los harapos, el trabajo duro en el campo, los huesos, los gusanos, los insectos, el frío, el calor...
Todo resultaba tan fascinante y lleno de interés como antes lo habían sido los lujos y comodidades de palacio.

Las circunstancias habían cambiado pero Padmasambhava mantenía su alegría, su inocencia y su admiración ante la vida, da igual lo que ésta tuviera para ofrecerle.

Porque hay muchas maneras de vivir la vida.
Y quizás vivir no es un camino hacia la muerte sino un generador de vida.
Y no vives para morir sino para nacer.
Si consigues "que tu vida sea un proceso constante de nacimiento y no un agotamiento".
Tal como lo explica Chögyam Trungpa en su libro "Loca sabiduría".




viernes, 18 de noviembre de 2016

La loca sabiduría de Padmasambhava.








En el transcurso de uno de sus retiros, sobre "Padmasambhava y la Loca Sabiduría", uno de los asistentes le preguntó al maestro:

- Rinpoche, a propósito de la devoción, a veces me siento tan feliz cuando puedo vivenciar el aspecto vivo del dharma! Es una alegría tan grande, como una sensación de euforia, de plenitud. Pero a continuación puede venir un bajón, y me encuentro en una especie de terreno baldío, un lugar desértico. He llegado a pensar que quizás sería mejor evitar esos extremos (de euforia y plenitud) porque siempre parecen conducir a lo opuesto.

Se puede decir que hay dos tipos de actitud de la persona practicante ante el dharma, y también ante el maestro o maestra, explicó Chögyam Trumgpa.

La primera se basa en la sensación de pobreza. En este caso, tienes la sensación de que te falta algo que otras personas poseen, y admiras la riqueza de "aquello": la realización, el guru, las enseñanzas. Con tal actitud de pobreza y de carencia, todas estas cosas te parecen maravillosas porque no las posees. Ésta es una actitud materialista, propia del materialismo espiritual, que se deriva esencialmente de una falta de cordura, de no tener suficiente confianza y sentido de la riqueza.
El segundo tipo de actitud nace de la sensación de que tú ya posees ese "algo", que ya está en ti.
Cuando admiras algo, no es porque le pertenezca a otra persona, porque te parezca lejano o inalcanzable, sino porque lo reconoces, porque está muy cerca, en el propio corazón.
En este caso, valoras lo que realmente eres. Eres consciente de que tienes tanto como el maestro o maestra.
Por lo demás, en todo momento eres consciente de que estás en el camino del dharma, de modo que no tienes que contemplar el dharma desde fuera.
Éste es un planteamiento sano y fundamentalmente rico, en el cual no cabe el sentido de pobreza o carencia.
Es la fuerza más grande que hay, el motor más poderoso.






Cuando tienes una actitud de pobreza -siguió explicando el maestro-, puedes ser como un pordiosero que pide comida. Alguien te da algo de comer y disfrutas mientras comes, pero luego tienes que mendigar de nuevo, y entre una limosna y otra puede ser que te sientas bastante desgraciado. Esa forma de relacionarse con el dharma se basa aún en la tendencia a percibirlo como algo externo, en vez de sentir que ya lo posees. Cuando la persona se da cuenta de que el dharma es ella misma y que ya está en el dharma, entonces no siente una gran alegría, ni tampoco una gran decepción. La persona no se siente más contenta ni más eufórica. Y si llega a sentir euforia, es una euforia estable, sin un punto de referencia para establecer comparaciones. Tu vivencia no la defines como alegría o euforia o plenitud, todo es extraordinariamente común y corriente.


(Del libro "Loca sabiduría, de Chögyam Trumgpa)







jueves, 3 de noviembre de 2016

El amor no necesita de la aprobación de nadie.






Al final del retiro, una mujer se le acercó al maestro. Estaba muy triste. "En toda mi vida, he sido incapaz de amar a mi propio hijo", le confesó.
Quién te ha dicho eso?, le preguntó al maestro.
Mi hijo, respondió ella.

¿Aceptaste llevarlo dentro de ti durante nueve meses?, preguntó él.
Sí, respondió ella, sorprendida por la pregunta.
¿Le diste a luz?
Sí, claro.
¿Le diste de comer, te levantabas en la noche cuando tenía pesadillas?
Sí.
¿Le enseñaste a hablar, a caminar, a comer...?
Sí.
Todo eso es amor verdadero, dijo el maestro.
Eso son hechos, actos de amor, dijo él.
Lo demás, son interpretaciones de tu hijo, sus proyecciones; son cosa suya.
Las criticas de tu hijo tienen que ver con su estado mental, y no necesariamente con lo sucedido. Ni mucho menos con lo que tú sientes.

Eso es amor.

Y el amor no necesita la aprobación de nadie.
Ni siquiera de la persona amada.




La ingratitud es lo contrario del despertar, de la mente clara.
Porque la ingratitud procede de una mente estrecha y limitada, que pone el foco y se aferra a unos cuantos recuerdos desagradables.
Así es como funciona el ego.
Al ego le encanta transportar heridas emocionales y las convierte en la base de su existencia. Vive de eso.
Ken Wilber lo explica muy bien:

"El ego transporta heridas emocionales como la base misma de su existencia.
Diligentemente, colecciona afrentas (insultos, heridas), incluso cuando esto le produce dolor,
porque sin estas heridas simplemente no existiría".




La claridad mental, el despertar -continuó el maestro-,
consiste en abrirse, en ver el cuadro completo. Y comprenderlo.
Comprender es amar. Y amar es comprender

Pero mientras decida quedarme en mi sufrimiento, expresaré ingratitud.

Sólo cuando dejo de identificarme con ese sufrimiento,
cuando comprendo que ese sufrimiento no soy yo
sino que está basado en una parte selectiva e interesada de mis recuerdos
(interesada por parte de mi ego, desesperado por estar aquí, en primer plano),
sólo entonces, con una visión libre de perspectivas egóticas,
es cuando me libero de mi sufrimiento, de mi ignorancia, y me acerco al despertar.

Que el estado mental de tu hijo no sea tu espejo.
No caigas en la trampa. No te lo creas.
Basta con que comprendas (su estado mental, y el tuyo propio)
y sigas presente.
Estoy aquí para ti.

Eso es amor.






(Thay Doji.
Retiro de Corella, 2016)









sábado, 22 de octubre de 2016

El hogar.








Vajrayoguini caminando por la montaña.
Silencio.
Suena un wsp en el móvil (de requerimiento) y responde:
No puedo ir. Estoy reunida.
Y es verdad.
Reunida con los árboles, las hojas, el viento,
las campanas de alguna iglesia lejana,
las nubes grises, los claros,
los insectos a su paso, el canto de los pájaros.
Está reunida y no puede asistir a aquella otra llamada.

Vajrayoguini de paso por los 8 cementerios.
Todo es un cementerio de muerte, y de vida.
Las hojas secas en la tierra son a la vez el abono que nutre lo que ya está naciendo;
las mariposas de colores brillantes que sobrevuelan la hierba y las setas perecederas
son el mismo gusano que entraba en el sueño eterno.
Ella no tiene que buscar los cementerios para meditar en la muerte, el estado intermedio y el renacer;
el bosque es un auténtico cementerio y un vientre preñado de vida a la vez.





Vajrayoguini en su reino.
Dama conquistadora de la muerte, y de la vida,
del samsara y del nirvana,
de la risa y el llanto,
la dicha y el dolor,
la inhalación y la exhalación,
la plenitud y la carencia.

Vajrayoguini, emperadora de todos los reinos humanos y no humanos,
de la forma y sin forma.

Hestia en la casa o Vajrayoguini en los bosques y cementerios (el mismo hogar).
La misma cosa.
La misma.




lunes, 17 de octubre de 2016

El santuario.









A veces se despierta con un nido dentro lleno de miedos y amenazas y frustraciones, etc. Pero ya las reconoce como viejas amigas, sin rechazo, tan familiares que no duelen; al menos, no duelen demasiado.
Y ahí se queda, abrazando, explorando, conociéndolas, sin prisa. Sin tiempo.
Hasta que algo empuja al cuerpo y se levanta, y el cuerpo se pone en acción y empieza a desplegar los preparativos para el ritual del desayuno, y todo cambia.

El aroma del café recién molido y el cardamomo, el limón, el pan caliente; el tacto de las nueces y dátiles; la belleza de los botes de cristal, para las aceitunas aliñadas con especias, para el aceite, de la entrañable cerámica de larga vida.






Antes del desayuno, se sienta a saborear el frescor del limón exprimido, el agua caliente, ese calor fresco despertando el organismo.
Suenan los mensajes.
El Almería llueve, apenas unas gotas, y P y E hacen migas y abren el vino que quedó de su última visita.
Qué añoranza de desierto y calas y aroma de tierra mojada, y migas y Tetas de la Sacristana.
El desierto conocido, y desconocido a la vez, la llama como un imán que quizás acogerá sus últimas vidas y sus cenizas.





Después del desayuno (tictac, la sierra mecánica del carpintero como una respiración lejana, inspiro y espiro), retira los platos pero deja la cafetera caliente y vacía, que aún desprende el aroma cálido y embriagador, y abre la libreta donde, a veces, refleja sus contemplaciones.

En la ventana virtual, su amigo le envía fotos desde Sidney.
Noticias del visado a la India en proceso.

Pero Hestia está bien donde está. Allá donde despliega su templo.
Como reza la taza en su mesa:
El mejor lugar del mundo es aquí mismo.





PD: Tienes razón, querida Sonia, en estos momentos del guión, algo de eso hay.







miércoles, 12 de octubre de 2016

Plan para hoy: Dejar que las cosas fluyan.





El otoño ha vuelto a casa. Gris, silencioso.
Tictac en la estancia, y el grifo que abre la vecina y lo vuelve a cerrar.
Después de la explosión del verano, luminosa, intensa, creativa, llena de energía como un motor imparable, llega el otoño como una suave caricia gris. Como una siesta reparadora.

A veces no sabe si habla del tiempo o de ella misma.
De este instante, aquí y ahora, en su propia vivencia.
Quizás no hay separación.

Y vuelve a recordar la lectura de anoche, cuando decidió cerrar el libro como el sonido de la campana que anuncia el silencio para integrar lo escuchado.
Y dejó espacio al sueño.
El sueño de las dos verdades.

La mente clara y apacible, vacía y llena a la vez, donde se manifiestan todas las apariencias y experiencias.
Y las manifestaciones mismas.

Dónde poner el foco de su atención?

En ambas.

Y en lo que respecta a las manifestaciones, dónde poner el foco de su atención?
¿En el dolor, el miedo, la amenaza, la segregación, las heridas y resentimientos?
¿O bien en el fluir mismo de las cosas, sin juicio; si acaso, con admiración y sorpresa, dejándose fascinar?
¿En ambas, también?
¿En la contemplación misma?





Cada instante nace una nueva oportunidad para elegir cómo vives,
o qué vida vives,
quién eres
y quién dejas de ser.
O si lo eres todo, sin juicio.





Es otoño, gris y silencio, tictac y voces lejanas de obreros, lejanas.
Y ella ya no se pide a sí misma ni siquiera amar más, o mejor.
Por un instante, no siente nostalgia de la abundancia y la celebración
(el amor que llena tu vida de fiesta).
Se le acabaron los limones y esta mañana bebe un poco de pasta de miso disuelta en el agua caliente.
En la taza que le regalaron hay una caligrafía:
"Plan para hoy: Dejar que las cosas fluyan".




domingo, 9 de octubre de 2016

La contemplación.






Silencio.
Salió el sol tímidamente
y por un momento baña las plantas aromáticas en el balcón.
Y el aire suave las sacude.
Silencio de otoño.
De domingo de otoño.
De mediodía de otoño.
La amiga le recordaba que algún día ella había dicho que "las relaciones de pareja tienen el propósito de conocernos a nosotras mismas".
Y también las relaciones con las hijas e hijos, pensó ella, con las amigas y amigos, en el trabajo...
Cada vínculo, un espejo.
Un flanco de acción en esta contienda, en este encuentro.
En este misterio por desentrañar.
Decidió mirar mejor, escuchar(se) mejor.
Contemplar mejor la película de su vida.






No debería ser tan difícil, cuando el escenario donde te mueves es como un gran mirador.

Cada rincón de la casa una gompa, un santuario de meditación.
La cocina, donde crear ofrendas.
La mesa del comedor para el ágape, ese ritual de fusión.
El futón donde las puestas de sol evocadoras, como un trailer de la impermanencia.
El cuarto de nadie, de la sombra de las tardes veraniegas, la lectura y la siesta en duermevela, esa entrega a la meditación en la mente sutil.
El terrado para el baño de aire fresco bajo un techo de luces de colores tras los nubarrones grises.
En cada estancia, un santuario.
A cada paso, una nueva oportunidad, la misma y diferente.

Ya estaba de retiro, dentro de sí misma.
Fuera de sí misma.
Sin sí misma.
Podía ir a Plum Village, a Corella, a Panillo; al monasterio de Sigena o al de Barbastro; a Benarés, a Bodhgaya o al Pico del Buitre.
Pero ya estaba ahí mismo.





miércoles, 5 de octubre de 2016

Los tres aprendizajes: Humildad, amor y soltar el yo.






Una de las monjas que paseaban por el camino, entre espárragos, cerezos y ciruelos, dijo:
Yo creo que el propósito de esta experiencia humana es aprender humildad.

La más bajita dejó escapar una expresión de ligero desacuerdo.
Ésa es sin duda una enseñanza importante, comentó. Pero, aunque a veces no resulte demasiado fácil realizarla, quizás es algo básica. Porque, en definitiva, todo el mundo sufre y en un momento u otro necesita de los demás, y ahí es donde se integra la humildad de una forma automática, inevitable.
A mi parecer, añadió, lo realmente significativo y definitivo es aprender a amar.
Porque es la conexión que de verdad nos protege del sufrimiento, de la soledad y de todos los miedos.

La tercera monja hizo un gesto de aprobación.
Sin embargo, dijo, tras realizar la humildad y el amor, yo sospecho que el significado último de esta oportunidad humana reside en la disolución del ego, la desaparición; la realización, de una manera definitiva, de la vacuidad del yo y de todos los fenómenos.

Ya, pero eso es muy difícil, coincidieron las otras dos.

Pero sólo porque nos parece tan difícil, dijo la tercera.
Y las tres rieron.




Si creo firmemente en ello, tal como lo creo (que el yo, en última instancia, es sólo una construcción mental que funciona en relación proporcional a la energía que pongo en su construcción), puedo dedicar el resto de mi vida a deconstruir el yo que tanto me separa, me segrega y me hace sufrir.

Como quien deshoja una flor o desviste un muñeco de lego, capa tras capa, adornos, accesorios, piezas. Ilusión tras ilusión.

No creo que haya otro viaje más revelador, otra aventura más apasionante y útil.
Otro sentido más profundo, quizás definitivo, al que dedicar
la oportunidad de esta experiencia humana.





lunes, 3 de octubre de 2016

Todo saldrá bien.








A veces contempla la ausencia del miedo.
Al otoño (apacible y hermoso, da igual lo que anuncie), al invierno, a la soledad, a la muerte.
A la pobreza, a la escasez.
Al precioso insecto (grande, frágil) que encuentra en el cajón de las ollas. Como un hermano.
"Si ahora me fuera, todo saldría bien", le dijo una vez a su amigo muerto.
Y él le respondió: Qué tonterías dices, siempre sale bien; es sólo que no lo sabes.
Ella asintió, ya lo sabía.
Pero cuando lo olvidas, duele tanto.
Y si ahora me fuera, tan consciente (aunque dure lo que un respiro, lo que un bostezo), todo saldría bien.

Y ya que me quedo en terreno conocido, pensó, vale lo mismo para mi estancia.
Ya que me quedo, todo saldrá bien.





miércoles, 7 de septiembre de 2016

Llamadme por mis verdaderos nombres.






La vida ha dejado en mi frente sus huellas,
pero de nuevo me he hecho un niño esta mañana.
La sonrisa que he visto en hojas y flores
ha vuelto a alisar las arrugas,
como borra la lluvia las huellas en la playa.
Comienza otra vez un ciclo de nacimientos y de muertes.

Camino sobre espinas, pero firmemente, como entre flores.
Y mantengo la cabeza alta.
Florecen las rimas entre el fragor de bombas y morteros,
y las lágrimas que vertí ayer se han transformado en lluvia.
Me siento en calma oyendo su murmullo sobre el tejado de paja.
La infancia, mi tierra natal, me llama,
y las lluvias disuelven mi desesperación.

Aún estoy aquí vivo,
capaz de sonreír en silencio.
¡Oh, dulce fruto ofrecido por el árbol del sufrimiento!
Llevando el cuerpo muerto de mi hermano,
atravieso en la oscuridad el arrozal.
La tierra te acogerá con fuerza entre sus brazos, amigo mío,
y mañana renacerás entre las flores,
esas flores que sonríen dulcemente en el campo al amanecer.
Ya no lloras, amigo mío, en este instante.
Hemos atravesado la profundidad de la noche.

Esta mañana,
me arrodillo en la hierba
cuando noto tu presencia.
Flores que llevan la maravillosa sonrisa de lo inefable
me hablan en silencio.

El mensaje,
el mensaje de amor y comprensión
nos ha llegado realmente.







(Del libro "Llamadme por mis verdaderos nombres", poemas de Thich Nhat Hanh.
Escrito en 1964 en Saigón.
Editado en 1966 por el Movimiento de Reconciliación, como tarjeta de navidad.)










miércoles, 31 de agosto de 2016

El fundamento para la paz interior.







Después de las vacaciones de agosto, volvían a recuperar la rutina de las sesiones de la sangha para meditar y compartir. Era el primer encuentro y le tocaba a ella facilitar. Lástima que coincidía con el primer entrenamiento del grupo de kárate. Lo mismo que meditar en grupo es otra cosa, entrenar en grupo tiene un efecto diferente a hacerlo a solas. Como si también te transcendiera.

En cualquier caso, ella tendría que facilitar la primera meditación en la sangha y había seleccionado un texto sobre "los cinco entrenamientos", la forma de vida budista, a partir del "Sutra sobre el discípulo vestido de blanco". No estaría de más recordar los mínimos fundamentos éticos donde establecer nuestro comportamiento de vuelta a la rutina.

Recordó la primera vez que los escuchó. Al final de varias consideraciones y debates sobre el significado profundo y explícito de los entrenamientos para la atención plena, ella dijo:
"Resumiendo, ama y haz lo que quieras, como ya dijo San Agustín. ¿Es eso?"

"Ama y haz lo que quieras", "El amor que me protege", "Quítate de en medio", "Ponte tu armadura de amor", eran mantras que se recordaba a sí misma continuamente. Pero no siempre era fácil reconocerlos en su interior.





Entonces le llegó esa frase de Virginia Wolf:
"No hay barreras, cerraduras ni cerrojos que puedas imponer a la libertad de mi mente".
Tú no, pensó, nadie ahí fuera puede ponerle límites a mi mente, pero yo sí.
Puedo poner límites a la libertad de mi mente, y sabotajes, miedos, frenos, debilidad.
Pero también energía y confianza, espacio, entrega, potenciales, visión.
Alegría, plenitud.

Abrió la libreta, buscó algo que había escrito recientemente sobre la comprensión de la mente:
"Cuando la mente es libre y comprende y confía, el cuerpo le sigue.
Cuando la mente se bloquea y teme, el cuerpo cree que hay una amenaza real y se viene abajo, sufre, enferma.
Cuida tu mente para que no engañe a tu cuerpo.
Pon atención, compréndela."

Cómo puedo evitar que la libertad y plenitud de mi mente se vean coartadas?
Otra vez, la respuesta estaba en el interser (la ausencia de separación, que disuelve la amenaza y el miedo),
el amor
y la vacuidad.

En la disolución del yo separado.

Y el amor es el mejor camino.
El amor que me protege.
Ama y haz lo que quieras.
Ponte tu armadura de amor.

No veía otro camino para establecer y consolidad la paz interior en cualquier circunstancia.
Decidió compartir su reflexión tras la lectura de los cinco entrenamientos para la atención plena,
y volver a meditar en el amor.
El amor que me protege.
Ponte tu armadura de amor.

Ama
y haz lo que quieras.

El auténtico fundamento
para la paz
interior
y exterior.





viernes, 12 de agosto de 2016

La magia del interser.






Que dure eternamente este día, el fresco por la ventana, la luz, el sabor de menta y limón en el agua fría en su paladar.
La sonrisa de R, feliz de poder jugar en la piscina con M (su amigo de la infancia, el instituto les separó), la risa de M recuperando a R.
La contemplación del amor.
Los pensamientos de amor, los sentimientos de amor sanando el cuerpo de los destrozos invisibles causados por la ilusión de separación (el miedo, la amenaza, la pérdida, la muerte).
Que no se acabe nunca la celebración de la vida,
la compasión en la mirada
(este mundo de héroes y heroínas, cuidándose los unos a los otros más allá del dolor, las heridas y los dramas personales),
el amor liberador y explosivo que se proyecta en todas direcciones.


Su amiga la llamó para contarle que se acabó su relación con su pareja.
Decidieron cortar y el duelo dolió.
Habían prolongado demasiado el dolor previo, del control, el miedo, la exclusividad, los enfados, la tensión, también el alivio del regreso y la reconciliación, la pasión y de nuevo el miedo, el aferramiento, la desconfianza, el resentimiento, el ahogo.
Decidieron darse unos días de distancia para pensar. Y luego hablarían.
Me sentía ahogado, dijo él. Yo también, reconoció ella.
Era el momento de iniciar una relación diferente.




Ella le dijo que tenía ante sí una gran oportunidad para hacer crecer una clase diferente de amor, que desea la felicidad y la libertad de la otra persona tanto como las propias. Un amor liberador que, cuando aparece, se proyecta en todas direcciones.
Nadie dice que será fácil. Pero lo otro tampoco lo era y dolía mucho, como una caída en picado.
Al menos las dificultades de este amor forman parte del camino a la liberación y la plenitud, ese goce profundo.
Y las dos amigas celebraron la aventura que tenían ante sí.

Porque ella también tomó el testigo, la antorcha.
Tu aventura (tu oportunidad) me inspira y me proyecta, dijo ella.

Milagros del interser.





martes, 9 de agosto de 2016

La forma es vacía y el vacío es forma.






Agosto, postdesayuno y sol.
El aire aún es fresco por esta ventana a la sombra.
La carpintería no ha hecho vacaciones. (Lo sabe por el sonido de la máquina).
Vacío de vuelo y canto de pájaros, su propia ausencia los evoca.
La forma es vacía y el vacío es forma.
Los sonidos del silencio de un agosto urbano.
Silencio de cocinas y escaleras y el motor del ascensor.
Su silencio evoca a las personas que no están.

Degusta la tostada con olivada y aceite
y contempla y hace inmersión en lo que degusta y lo que se ve y lo que se oye,
y lo que aparentemente no degusta ni se oye ni se ve.
La forma es vacío, el vacío es forma.
Camina el pasillo y huele los aromas a cedro en la entrada, canela en la estantería, lavanda en el baño, jazmín en el estudio.
Vuelve a la mesa y aspira el tomillo y los tomates en el plato, en la terraza del Monte Igeldo.
Todo está aquí.
Tayatha om gate gate paragate parasangate bodhi soha.




La soledad evoca las presencias que la acompañaron en el último viaje;
la quietud, los paisajes recorridos.
Los montes que rodean Mondragón, el lago, la playa de Getaria, la iglesia.
Todo está aquí. La vacuidad no es otra que la forma y la forma no es otra que la vacuidad.

Agosto del 2016 y retiro.
Inmersión en el Dzogchen Semde y la traducción del pali de los sermones medios del Buda (su amigo le regaló su propio viaje, como un cofre lleno de tesoros).

Retiro de soledad y silencio en su gompa privada.
Salpicado de sueños: seleccionando frutas en la tienda, abasteciendo la despensa, montando la bicicleta camino del baño en el mar al atardecer, la escucha atenta de la tristeza de duelo de la amiga, la copa de vino que las hermana aún más.

Amar y soltar.
Algún día dejará todo esto. Tan hermoso, tan amado.
Soltará con una sonrisa apacible, como dicen que soltó Marianne. Con la mano tendida a quien parece que no está presente.

El vacío es forma y la forma es vacío.
Todo está aquí.
Hoy será un día de retiro, de soledad y quietud y silencio. Tan lleno.
El vacío no es otra cosa que la forma y la forma, a su vez, no es otra cosa que el vacío.