martes, 20 de noviembre de 2018

Una oración.








"Que cada paso nos lleve a la Tierra Pura.
Que cada mirada nos revele el Dharmakaya.
Cuando los órganos sensoriales tocan su objeto,
ponemos toda la atención y cuidado para que la plena conciencia nos proteja."


(Thich Nhat Hanh.
Protección y transformación.
Cantos del Corazón)




Llovió suavemente sobre la ropa tendida.
Las nubes bañaron sus piezas en la cuerda al tiempo que el sol las iluminaba
y el viento las sacudía suavemente.
No corrió a recogerlas
y contempló cómo los elementos impregnaban su ropa,
se hacían uno con ella.

Que cada paso que dé sobre este suelo siembre semillas de entrega,
plenitud y consciencia -rezó.
Que cada mirada me revele el significado de las apariencias,
como un sueño lúcido.
Que las experiencias sensoriales
sean la vía hacia el despertar
y no la fuerza de la hipnosis.







viernes, 9 de noviembre de 2018

El amigo espiritual.







Lo mejor de estar con un amigo, o amiga, espiritual
es la estela que deja.
Estar con ella puede ser una celebración
serena, natural, como si no estuviera pasando nada especialmente importante.
Pero todo no acaba cuando te despides sino que empieza la segunda parte,
quizás más profunda y nutridora.
La estela.

No en todo momento es una estela limpia y clara,
quizás hay tonos densos de apego, al principio,
ya estás echando en falta el próximo encuentro.
Denso, eres consciente del riesgo.
Aún así lo asumes.
Sueltas.
Hace tiempo que asumiste todo tipo de dolor.
Crees.
Ya se verá.

Lo importante es que te centras en lo ecos. Reveladores.
Sigues todas las pistas porque sabes que todas están llenas de contenido.
Aquel libro del que hablaste, o escuchaste;
aquel capítulo de tu vida que apareció, sin saber por qué,
o de la suya.









Un amigo, o amiga, espiritual es un maestro;
mucho más que un alter-ego, es el Espejo,
cuando estás en su compañía la Presencia y la Consciencia toman cuerpo
y cara.
Y dejan su estela.
Presencia
y Consciencia.

En su compañía, te sientes en la Claridad, o al menos en sus aledaños.
Como si el mundo, las situaciones, las experiencias, fueran nítidas.
Y se revela la vacuidad del dolor, donde no hay nada,
vacío, sin cuerpo.
Las 8 preocupaciones mundanas, y mil más que hubiera,
desaparecen.
Contemplas la expansión de la libertad.
La libertad,
la confianza absoluta,
la entrega.

Un amigo, o amiga, espiritual
es el Espejo que te refleja
libre,
después (o al mismo tiempo) de reflejar todas las heridas
del pequeño yo hipnotizado.
Lo refleja todo, sin excepción.






Recuerda, en el pasado, como si fuera hoy mismo,
cuando alguien le hablaba de cómo echaba de menos una pareja,
ese proyecto de vida compartido.
Ella pensaba que si tenía que echar algo de menos en esta vida
sería una guía espiritual.
La estabilidad, el apoyo, el acompañamiento que otras personas imaginaban en la pareja,
ella ya no los buscaba ahí.
Pero una guía espiritual, no diría que no,
esa entrega a la protección de una madre sabia.
A su lado no habría nada que temer,
ni de la vida
ni de la muerte.

Pero la Vida, tan sabia, la había dejado huérfana.
Le había dado uno de esos empujones fuera del nido,
urgiéndola a volar.
En el más difícil todavía de avanzar sin caminos,
sin dedo que señale la luna,
sin referentes definitivos.
Se acabó buscar fuera.
No vas a encontrar la llave donde te resulta más cómodo buscar
o crees que hay más luz;
no si no está ahí.
Hay que buscarla donde la perdiste, aunque sea el sitio más oscuro o inaccesible.

Y fuera ya no había nada que buscar.
No esa guía que te muestre todos los caminos
y te dé todas las respuestas
y te resuelva todos los problemas.







Y entonces empezó a aparecer, ocasionalmente, algún amigo espiritual.
Como un espejo.
Tan humano como tú, y al mismo tiempo tan divino.
El Espejo.
Mucho, muchísimo más que una guía espiritual, para ella.
Y ya no hay refugio.
Has empezado a vivir la vida a la intemperie,
vulnerable y expuesta a las inclemencias del tiempo,
que ya no son tales.
Como por arte de magia, los encantamientos se disuelven
y las amenazas eran puro humo soñado.
Y ya no necesita refugio.

Pero qué dulce, aún, la mano,
la mirada,
la palabra,
la presencia
de un amigo, una amiga espiritual.

A veces cree que es todo lo que necesita.
Todavía.






miércoles, 7 de noviembre de 2018

He llegado, estoy en casa.








Pasan de las 12
y precioso paisaje celeste.
Concierto de aves: gorriones, tórtolas, gaviotas,
al que se unen los motores del barrio trabajador,
las actividades domésticas
y algún perro.

Aún hay algo de ella caminando los caminos de Collserola montaña arriba
y degustando los madroños a su paso.
Lo mejor, cuando los cogía de la mano de su amigo,
porque los había cogido para ella.

Camina sobre las hojas secas, después de la noche de lluvia y rocío;
a veces, sobre la tierra húmeda.
El aire limpio y fresco en los pulmones y en la piel
y en el pelo suelto.

Al llegar la noche, ella leyó algunas páginas del libro del que habían hablado.
"No se trata de entregar amor a quien pueda corresponderme.
El amor ni lo doy ni lo recibo, lo soy".
"El amor no pasa desapercibido a quien está en ese mismo lugar;
quien es amor nota cuando una persona es amor".

Ella escribió su anotación personal:
Yo diría que aunque no estés ahí en ese momento,
si alguna vez has estado, lo reconoces
y te nutre por inspiración,
por transmisión directa.

Consuelo Martín hablaba de "expansión" como ella de "explosión".







Desde el futón, la lectura y la contemplación,
ella presenciaba, estable, el templo iluminado en la cima del Tibidabo.
El templo como un sol dorado y la noria de luces de colores.
Samsara y nirvana, la misma hipnosis.
La perfecta ilustración.

Avanzaba la noche y le costaba cerrar los ojos o bajar la persiana,
para no perderse ni un instante de esa contemplación
nítida en la oscuridad de la noche.

Despertó un nuevo día y ella seguía caminando los caminos montaña arriba
y degustando madroños.

Cuando le preguntan "a qué se dedica", a qué dedica las horas del día,
ella no sabe muy bien cómo explicarlo.
"Tanto los deseos como las ambiciones son consecuencia de las carencias".
"Nuestro ser no necesita nada para disfrutar de esa expansión",
subrayaba anoche en el libro.
Que a qué me dedico?, reflexionaba.
La contemplación de una gaviota inmóvil, confiada, erguida, blanca,
en la barandilla del terrado,
a pocos metros de ella.
La contemplación de una gaviota, ¿vale como respuesta?
Si no hay deseo, ni ambición,
ni necesidad de un sitio a donde ir,
ni siquiera la llamada,
¿hay que preocuparse?
Por qué abandonar esta plenitud, cuando ya está todo completo?






"He llegado. Estoy en casa", dice Thich Nhat Hanh.
"El mejor lugar del mundo es aquí mismo", coincide su taza blanca.
"Todo está aquí", descubrió ella un día,
como una realización,
en este mismo terrado,
bajo un cielo nocturno.






domingo, 4 de noviembre de 2018

Vivir como una contemplación.







Domingo.
Las 11.
Día gris y silencio.
Aroma de invierno,
o de otoño, aún sin el frío en el cuerpo, como un sueño perfecto.

Silencio y quietud
y soledad de reclusión, en casa
y, si miras por las ventanas, en las calles
y hasta en los patios interiores.
Desierto.

Saldrá a coger la bicicleta y la acogerá una explosión de personas sin miedo por las calles,
en el puerto, en las ramblas, el barrio costero inundado de terrazas, la playa.
En el gimnasio, las máquinas ocupadas de gente, las pesas,
las piscinas exteriores, y las interiores.
El mundo sigue ahí, abierto a las personas sin miedo,
con energía, curiosidad y ganas de vivir.

Ella no diría que no tiene ganas de vivir, pero es otra vida.
Más contemplativa, quizás,
con la única banda sonora del tictac del reloj
y el prometedor graznido de alguna gaviota de paso.

Aun así, se pegará un empujón fuera de casa,
a coger la bicicleta,
al baño en el mar frío de invierno, de otoño,
cuando le empieza a doler el cuerpo de inmóvil contemplación en la orilla.
Como si viviera a empujones.

Se va con la alegría del regreso a casa, a su terrado,
a la contemplación en el terrado.
A su copa de cerveza quizás, amplificando
la contemplación en el terrado.
A contemplar el sueño como un mar en calma.
En calma.