jueves, 18 de agosto de 2011

La práctica diaria.






Finalizado el Festival de Verano 2011 en Manjusri.
Y ya estamos de lleno
en los retiros
post-festival.
Enlace
En una reunión privada del grupo de Argentina con Guenla Dekyong, alguien le preguntaba cómo practicar de vuelta a casa, cómo mantener la experiencia interna adquirida en las clases, en las meditaciones y en los retiros de sutra y de Alto Yoga Tantra.
Dekyong respondió que no existe una fórmula aplicable en todos los casos. Aquí contamos con una especie de menú de instrucciones, meditaciones y prácticas que cada cual puede adaptar a sus condiciones personales, dijo. Pero, aún así, hay tres puntos básicos que un-a practicante kadampa debería siempre tener en cuenta.

A saber:

1. La determinación de vivir una vida con significado y esto significa la determinación de alcanzar la iluminación en esta vida.







Despertar del sueño de la ignorancia.
Despertar. Soltar
tanto sufrimiento. Esa hipnosis.
No te lo tomes como un trabajo a plazos
("poco a poco",
esa letanía autocomplaciente)
sino como el único objetivo
último
de tu vida.
De esta vida.

2. En esta tradición no aplicamos las instrucciones "por niveles", como un edificio que se va construyendo hacia arriba, ahora el sutra y luego, dentro de unos años quizás, el tantra. Por el contrario, es un ensamblaje perfecto en el que todas las piezas y elementos se van aplicando y desarrollando al mismo tiempo. Practicas la paciencia, el amor, la compasión, al mismo tiempo que la renuncia, la visión correcta, la autogeneración y el gozo y la vacuidad tántricas -en cada caso al nivel que tu experiencia te permita, pero sin abandonar la práctica y profundizando en todas ellas a la vez.
Nada se contradice y todo se apoya entre sí.

Y 3. No olvides ni por un momento que hagas lo que hagas, cualquier cosa, todo, lo haces por el beneficio de todos los seres. Y no para tu mero beneficio personal.

Así que, de acuerdo a tu personalidad o a tus circunstancias del momento (a tu karma, en suma) puedes adaptar tu práctica budista a tu manera (enfatizando más en los retiros o bien en el servicio a los demás, por ejemplo; en tu trabajo y en tu vida en familia o en la convivencia en una comunidad budista) pero, en cualquier caso, asegúrate siempre de que estas tres motivaciones y condiciones señaladas por Guenla Dekyong están presentes en tu práctica.


Sean cuales sean tus condiciones y apariencias (apacibles o tumultulosas, de dificultades o disfrutes, da igual, todo pasa),
te deseamos
que tengas una significativa y gozosa práctica.





















http://kmcbarcelona.blogspot.com/

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sábado, 13 de agosto de 2011

El naufragio que no era más que una pesadilla.










A veces llegan

-o salen-
cartas,
confidencias,
licencias poéticas y diálogos
de voces.

Como ésta.


Querida hermana:


La experiencia humana nos secuestra. Y es una experiencia de soledad.
No sé cómo lo han hecho pero los seres humanos nacen solos, mueren solos y viven solos. Sueñan solos. Como electrones sueltos, como radicales libres altamente peligrosos, robando lo que les falta allá donde lo encuentran, provocando auténticos estropicios en cadena.

Miro a mi alrededor y todo lo que veo es un naufragio, un océano de supervivientes gesticulando brazadas torpes, como palos de ciego. A duras penas se mantienen a flote en la tormenta, buscando aquí y allá, agarrándose aquí y allá. Innecesario esfuerzo, cuando sólo podrían relajarse y flotar. Despertar y volar, disueltas todas las pesadillas.

La vida humana es dura.

No lo saben, como ranas inmersas en una olla de agua sobre el fuego que va subiendo la temperatura lenta, imperceptiblemente, hasta morir abrasadas.

Qué pérdida de tiempo, imaginando flotadores en otros náufragos que, nerviosos, a veces desesperados, aterrorizados por el pánico, acaban hundiéndose juntos.

Pero, como Sísifo, no encuentran descanso en la inmersión. Y vuelta a empezar. Otra vez la misma proyección, o parecida. Otra vez el esfuerzo, el naufragio (en medio del océano, en el incendio descontrolado, en la sed y el hambre del desierto, da igual la apariencia del entorno), la búsqueda desesperada. Cualquier cosa menos soltar el sueño y despertar.

Dispuestos a afrontar cualquier miedo menos el miedo a soltar lo conocido.

Cualquier amenaza menos la amenaza de perder lo que creen que poseen, esa hipnosis.

Se resisten a despertar para no descubrir que no tienen nada, que sus posesiones están hechas de aire, tejidas con la tela del sueño.

(Duelen, es cierto, son posesiones que duelen, pero al menos son suyas y es dolor conocido y manejable. Conocido y manejable,
de momento).


Aferrados al sueño, sufriendo el sueño sin pausa ni fin.


Y a veces sueltan, por un instante, aunque sólo sea un instante, y surge el amor y la vida se llena de fiesta, como una experiencia de expansión de la conciencia, como un respiro, y es más que un mero alivio, es una puerta.
Pero a los seres humanos, a menudo, las puertas les dan miedo, y regresan a sus viejas estancias, conocidas y manejables.

Al calor progresivo y reconfortante del sueño en el agua de la olla conocida.




viernes, 12 de agosto de 2011

El buen rollo.







Lo primero que llama la atención a las personas recién llegadas -al Festival de Verano, por ejemplo, a un curso de fin de semana, a una convivencia con gente del dharma- es el "buen rollo".
Tanta gente reunida y ni un enfado, ni un altercado, como si nadie se tomara como algo personal los sinsabores que puedan surgir -que no responda el cien por cien del guion a mis deseos, como por arte de magia.
La primera percepción es positiva; te relajas y sigues el hilo del sentido del humor de los demás. Cuando se cumplen tus deseos, y también cuando no.
Por otra parte, las instrucciones suenan tan lógicas, tan racionales.
Es obvio que funcionan.
Las personas recién llegadas se relajan y disfrutan de las enseñanzas y de la convivencia, abandonadas las defensas "protectoras".
Pero no por mucho tiempo.

De repente, alguien se remueve en su asiento, inquieto, y dice:
por qué no abandonas este refugio tan "cosy" y te enfrentas a la realidad?
Todo resulta muy cómodo aquí, pero ésta no es la vida real.
No huyas de la realidad.
Sal fuera y date de bruces con la realidad.

Cosas así, frases del estilo.

Por qué no abandonas este entorno tan cómodo y te enfrentas con la realidad?

Y a mí esta pregunta nunca deja de sorprenderme.

Veamos.


Lo fácil es el mal rollo.

Nos pasamos la vida deseando que las cosas resulten más fáciles, que las personas sean (seamos) menos conflictivas, que todo se simplifique.
Echamos de menos la buena voluntad, la armonía, la paz.
Quién no desearía un entorno apacible, que las personas que hemos de convivir nos cuidemos
en vez de atacarnos,
que nos ayudemos en vez de complicarnos la vida mutuamente?
Digamos que por fin lo hemos conseguido y surge un entorno de paz, en el que las personas se tratan con consideración, se cuidan y dan generosamente
sin enarbolar la bandera del "yo primero".

¿Crees que resulta fácil?
¿Te parece un "refugio cómodo"?
Déjame que te diga, compañera, que el buen rollo nunca es la salida más fácil.
Que eso es lo más duro, lo más difícil.
Desengáñate: el "buen rollo" no siempre está libre de esos momentos en los que te empiezas a alterar
con alguien
o con algo
porque las cosas no son como tú desearías que fueran.
Aún siguen surgiendo,
como brotes
de mayor
o menor
intensidad.
La diferencia (en el buen rollo) es que en vez de dejarte llevar por la mente alterada y darle rienda suelta
a la rabia, la crítica, el juicio
(el enemigo fuera),
observas tu alteración mental y le sigues la pista dentro de ti
(qué me altera, qué pensamientos activa dentro de mí, qué herida no sanada, qué motivación egoísta).
Éste es el gran paso
en una dirección diferente,
que te aleja del conflicto
y te acerca a la paz.
Es la puerta abierta que te permite soltar tu ego por un instate y conectar con el otro.
El primer paso para empezar a descubrir el amor.
A darle espacio al amor.

Nada fácil.


Dispuestos a afrontar cualquier miedo menos el miedo a soltar lo conocido.

La otra alternativa resulta más fácil, sin duda,
y te mantiene en la zona de confort del sufrimiento conocido
-como la rana inmersa en la olla de agua que se va calentando,
gradual, imperceptiblemente,
hasta morir abrasada.
Pero, por qué pasarse la vida (las vidas) como Sísifo,
cargando la piedra del egoísmo y el sueño sufriente,
cuesta arriba,
una y otra vez?
Dispuestos a afrontar cualquier miedo menos el miedo a soltar lo conocido.
















Una piedra de aire,
una pesadilla
de ficción.

Pero qué pasaría si pruebas a vencer el miedo de que la piedra te aplaste,
y sueltas,
y dejas que te pase por encima
y descubres
que sólo era una piedra de aire?
Y sin embargo,
hay que contar con mucha fuerza
para soltar.
Y no siempre disponemos de ella.


El buen rollo es el resultado
de una victoria
nada fácil.

Desengáñate: el buen rollo nunca es la salida más fácil.
El buen rollo siempre encierra un trabajo de autoconocimiento
y una responsabilidad de lealtad
hacia los demás
y hacia un@ mism@.
Lo fácil es saltar, reaccionar, echar las culpas fuera, ver al enemigo amenazador
fuera.
Eso sí que resulta cómodo
y fácil.

Desengáñate: el buen rollo
nunca es la salida más fácil.
Es el resultado
de una práctica firme
y comprometida.



Hasta que acaba siendo la respuesta natural,
cuando el amor
se convierte
en la fuente natural
de todos tus pensamientos,
palabras
y obras.













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