domingo, 30 de septiembre de 2018

El cuerpo ilusorio.






Allá donde va encuentra una versión de su terrado, ese templo al aire libre donde hacer ofrendas (el desayuno, quizás la cena, la meditación, la contemplación, el maravilloso cuerpo ilusorio de este planeta).
Aquí es fácil, su cabaña de madera en medio del bosque, en la montaña.
En realidad, dispone de dos cabañas:
una de madera, que acoge la cama, el altar y el cajón de meditación
y otra cabaña de piedra con dos estancias, para la cocina y el aseo.
Apenas dos metros la una de la otra.

La primera noche, cuando se disponía a dormir, abrió los ojos desde la almohada y encontró una poderosa luna llena tras el marco de la ventana, junto a la cama.
Por la mañana, la despertó un resplandor anaranjado que atravesaba la otra ventana a sus pies, anunciando la inminente salida del sol por detrás de la montaña.
¡Cielo santo!, pensó, rompiendo una vez más su retiro de silencio interior,
¡Esto es el paraíso!

Salió al exterior, perfumado de pinos, y efectivamente, ahí estaba la Tierra Pura.







Regresó al interior y se sentó en el cajón de meditación sin siquiera preparar las ofrendas en el altar (agua, velas, incienso), abundante en ofrendas ella misma.
Las compartió, era imposible desprenderse de ellas, ya estaban dentro. Ya formaban parte.

Se entregó a su contemplación del cuerpo ilusorio, el suyo propio (tan pleno, sano, perfecto),
el del Buda mismo ante ella,
el de la Tierra Pura que les acogía.
El cuerpo ilusorio del silencio también,
los pájaros que empezaban a cantar, el canto de los pájaros,
algún grillo despistado todavía.





Se levantó respetuosamente y salió al exterior a seguir contemplando,
el sol brillando en todas las criaturas.
Escuchó algunos pasos por el camino que conduce al refugio, a la hora del desayuno.
Se sintió afortunada también por su retiro de horarios y comidas en grupo.
En su pequeña cocina guarda todo lo que necesita para una semana frugal.
No desea los bufets abundantes que, curiosamente, ofrecen la mayoría de retiros de meditación. No son para ella.

Despojada de horarios y actividades, no tiene que correr ni encontrarse con el ruido de la multitud, ni con la propia avidez reflejada fuera, como en un espejo.

De nuevo, regresó al pensamiento sobre la abundancia de comida en algunos retiros.
Si se supone que todo lo que comes fuera de lo estrictamente necesario para nutrir tu organismo, el resto está intentando calmar emociones (como el miedo, la soledad, ansiedad, frustración, etc.),
¿son quizás todos esos fantasmas, despiertos en la introspección, los que devoran nuestros platos?

De cualquier manera, ésa no es su experiencia en este retiro de silencio aislado.






Soltó el sonido de los pasos camino del comedor.
Regresó aquí y ahora.
Las hojas de los pinos resplandecientes, ofrecidas al sol, omnipresente y poderoso en un cielo claro;
las piñas esparcidas en un suelo de tierra y hojas secas y ramas y zarzas y arbustos verdes.
El silencio vacío y atronador al mismo tiempo.
El vuelo de una mosca, el aire sutil en las hojas de los árboles,
el canto de un pájaro, o dos,
la brisa levantando suavemente una hoja de su cuaderno,
las mariposas blancas.

Quién soy yo? *
Intuye que todo eso.





* Retiro personal
para la práctica
de la indagación "¿Quién soy yo?"

lunes, 17 de septiembre de 2018

Preparando el retiro.







Preparando el retiro.
Semana previa.
Preparándose a sí misma.
Preparando su actitud atenta.
Apareció ese libro de Dzogchen Ponlop
(ya el nombre le resulta sugerente e inspirador),
La mente más allá de la muerte.

Semana de pre-retiro.
Los preparativos.
Observación atenta, de sí misma.

Empezó haciendo una lista de los alimentos que debe llevarse para una semana.
Fruta, frutos secos, avena, café, arroz y verduras.
Y poco más.
Buscó en sus estanterías un libro que pueda ayudarla en su práctica (Quién soy yo?)
y apareció Dzogchen Ponlop.
Abrió el libro y leyó sobre el cuerpo ilusorio,
la atención despierta en la vigilia
y en el sueño onírico.
Contempló el terrado, la luz, las nubes y claros en el cielo,
el canto de los pájaros, el ladrido de un perro, el llanto de otro,
el motor de un coche, el motor del ascensor,
este cuerpo tranquilo,
los intestinos vacíos y silenciosos.
Descansan.
No lloran, no gritan. Descansan.

Bajó a la casa, silenciosa.
Le gusta fregar los cacharros del desayuno en la cocina,
ordenar la habitación, perfumar el aire con incienso.
Le gusta el día gris, las plantas de los terrados bailando al suave viento,
y la ropa en los tendederos.

Preparar el retiro es preparar su mente.
A veces piensa que ya tiene el retiro donde está en cada momento.
Pero de eso se da cuenta especialmente cuando se va de retiro.
Cuando, de repente, se enamora un poco más de las apariencias que conforman su vigilia,
las situaciones (ruidosas y caóticas a veces, a veces dulces y apacibles),
las personas, compañeras de viaje.







viernes, 7 de septiembre de 2018

La niña pequeña.






"Últimamente mi cuerpo me pide comida calentita, como un abrazo interior.
Creo que tengo a mi niña pequeña un poco descuidada, encerrada en mi vientre,
gritando a veces un poco de atención".

Lo escribía cuando proponía en el grupo el cuscús calentito para el próximo ágape.
Pero lo borró.
A quién le importa?
Otra vez como callarle la boca a la niña pequeña
causando estropicios en sus intestinos.






Casi siempre que se despiden, siente que las cosas importantes se quedan sin decir.
Como contarle el regalo de dos días de la casa vacía, para sí misma.
Anne Marie salió esta mañana a pasar el finde en Mallorca, con su madre.
El mismo día que debía llegar Kotaro de Japón.
Le esperaba esta mañana temprano y no llegó.
Le dijo que el último tifón ha cancelado muchos vuelos y llega el sábado.

Como una lluvia de bendiciones de la Vida,
entregada en el terrado,
nada que hacer,
consciente de dos días enteros, día y noche,
la casa para ella.

Te parecerá una tontería -piensa- pero esta soledad, esta privacidad,
es una puerta, como otra cualquiera,
abierta a la felicidad.
Qué tontería, compartir esta tontería!

Y, otra vez, como cerrarle la boca a la niña pequeña encerrada en sus intestinos.

A quién le importa?

Y siente que las cosas importantes se quedan sin decir.

Y se pregunta las cosas importantes (esas tonterías)
que las demás personas se han quedado sin contar.
Esas tonterías.





Mañana tenemos el encuentro semanal con la sangha.
El primero después de las vacaciones.
Facilita ella.
Y leerá un texto del maestro Rinzai (Linji):
"Amigos míos, ¡no os identifiquéis con este amigo ilusorio que es el cuerpo!"

Será una bonita tarde de meditar y compartir.
Pero duda que su niña pequeña, encerrada en su vientre,
haciendo estragos en sus intestinos,
tenga un respiro.

Sin embargo, quizás se mantendrá atenta para escuchar a otras niñas y niños pequeños
amordazados.
Lo que no se dice.
Lo que no se cuenta
porque hay otras cosas mas importantes y más urgentes
que decir.

Últimamente busca a las niñas y niños amordazados,
y es que quizás se está haciendo amiga de la suya.

Como en la música,
piensa que son importantes, necesarios, imprescindibles,
los silencios,
para dar espacio a que esas niñas y niños arrinconados
hablen.

Difícil,
cuando solemos tener tanta prisa.
Y tantas cosas importantes
que decir.