martes, 21 de mayo de 2019

Pensar en positivo.






Pensar en positivo significa
pensar desde el no-miedo.
Desde la confianza, desde la conexión.
Desde el interser.

No es quedarse con una sola parte,
o inventarla,
la que a mí me gusta,
la que le gusta al personaje.

Pensar en positivo es verlo todo, o casi todo.
Con su significado incluido.

Soltar los miedos generados por la ilusión de separación;
la desconfianza,
la amenaza,
generadas por la ilusión de separación.

Pensar en positivo es nutrirse de una mirada grande,
una mirada nueva.
Y "nueva" no significa que mejoramos lo viejo.
"Nueva" significa nueva,
otra.

Por eso, en las meditaciones imaginativas del Alto Yoga Tantra
se mata el cuerpo una y otra vez
(le recordó uno de sus viejos yos),
como quemar los barcos,
para que no se te olvide
que ya no hay donde volver.
Cuando eres otro ser,
nuevo.

Porque lo nuevo no es lo viejo mejorado.
Lo nuevo es otra cosa.







domingo, 19 de mayo de 2019

Un dolor diferente.








Como vapuleada
por una tempestad en medio del océano.
Sin fuerzas.
Caída.
Me has dejado KO, amiga mía,
tengo que reconocerlo.
Y yo que pensaba que estaba preparada.
Nunca se está preparada,
siempre te sorprenden los golpes de la vida.
Nuevos siempre.
Pensamos que aprendemos de ciertas lecciones para el futuro
pero el futuro es nuevo,
y tú eres nueva
y las condiciones son nuevas, otras.

Caída en el suelo. Pero eso también pasa.
En la quietud, en la derrota,
parece que se acabó todo
pero sólo está recuperándose.
De repente se sentirá llena de energía otra vez, o medio llena,
suficiente para levantarse.
No es una decisión,
el cuerpo te empuja.
Dará unos primeros pasos con piernas tambaleantes
pero pronto recupera el equilibrio y sigue avanzando.

Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja.
Ni quedarte a un lado del camino.
No es posible.
Porque la vida te empuja.







En cierta ocasión, que el maestro hablaba de un samsara doloroso, inacabable, como una rueda de difícil salida, ella preguntó:
¿Y no nos cansamos nunca de rodar, de sufrir?
El maestro respondió:
¿Tú te has cansado?
Ella tenía clara su respuesta, pero su amiga se anticipó por ella:
Le duelen menos cosas,
mucho menos,
menos tiempo.


Menos cosas, sí.
Y dura menos tiempo.
Pero cuando duele, duele intensamente -le confesó luego a su amiga.
Pero diferente.

Cuando duele, duele diferente.
Y casi puedes sentir el deleite
de este nuevo dolor.






sábado, 18 de mayo de 2019

La tristeza.






Contempla el sonido de la lluvia en los cristales de la galería.
La lluvia.
Hasta el cielo llora de vez en cuando.
Ella no.
Recuerda cuando le contaba a su amiga cómo se acababa de arrancar un trozo de corazón, ella misma, fiel a su "tú primero", como una donación en vida, de un órgano vital.
El corazón roto.
Su amiga dijo: Llora.
Y lo intentó.
Jura que lo intentó.
Y era patético, cuenta.
De forzado.
Cómo se hace esto?
No le digas al cielo que llueva,
las nubes no necesitan órdenes para llover.
Ella tampoco.

Pero sí sabe del peso en el pecho
y el nudo en la garganta.

El lamento habitual del cuerpo ha pasado del vientre
a la caja torácica.
La tristeza habita entre las costillas,
bien a resguardo,
protegida.
Y cuando abunda, llega hasta la garganta.
Pero difícilmente rebosa.

Cuando lo hace, es catártico.

Y cuando no, también.






viernes, 17 de mayo de 2019

El duelo.







Se despertó con la luz del cielo cubierto, aún en la noche.
El cielo de tormenta tiene una luz propia,
de día o de noche,
con luna llena o sin ella.
Pero se despertó y sabía que la luna llena estaba ahí, al otro lado.


Hoy será un día de cielo cubierto y lluvia
y bajas presiones (sea lo que sea que signifique).
Pesadez.
El cielo baja su techo y siente una especie de ahogo.
Recupera un texto que escribió hace un tiempo.
Más difícil todavía.
Cuando la vida te quita otra pata estable sobre la que te sostenías.
Una guía, una ilusión, un amigo espiritual.
¡Zas!
Ves el instante en el que la está rompiendo en pedazos.
A veces, como un asesinato cruel y despiadado.
A veces de otra manera.

Últimamente, parece que la está despojando de todo (de casi todo)
lo que consideraba de valor en su vida.
Como un proceso de desnudez doloroso.






Hoy amanece un día de nubes bajas y aire pesado.
Presión en el pecho.
Parce que le cuesta respirar.
Y descubre que ni siquiera necesita tanto aire.
Aún puede respirar el aire suficiente para seguir contemplando este sueño,
a veces pesadilla.

Contempla la pesadez en el pecho, el nudo en la garganta,
las nubes bajas y el aire pesado.
Y aún así las gaviotas planean y cantan al pasar por el marco de su ventana.

Se pregunta si la vida le quitará algún día el graznido de las gaviotas y el canto de las tórtolas y los jilgueros.
También podrá soportarlo.
Pero no cuando me vaya, reza.
En ese viaje, que no me falten.

Aquí están, aún, en este viaje de dolor.
Acompañando su dolor con una coreografía de vuelos y una banda sonora de lamentos.

Las nubes bajas, el aire pesado.
Pero aún puede volar.
Planear sin esfuerzo
y cantar
su duelo.





martes, 14 de mayo de 2019

Viaje al centro de la vida.






Qué gran viaje, parar.
Paras, y automáticamente has llegado a otro lugar.
El futuro cuántico ya está aquí.
Hace un instante, habitabas el escenario de las gestiones, el estrés del trabajo,
la preocupación, las dudas y decisiones que parecen inevitables.
El viaje propio, la pesadilla de tu amiga deprimida,
la ansiedad de la adolescente buscando su lugar en el mundo,
los cadáveres en el mar, las bombas incendiarias en barrios como el tuyo,
con diferente suerte.

Y de repente, ves la hipnosis
y la sueltas.
Las distracciones.
Tu sueño lleno de películas entretenidas,
que captan tu interés tan profundamente.
Ves la hipnosis.
Y se hace el silencio.
Y has llegado a donde siempre quisiste llegar.

Tanta lucha, tanto conflicto, tanta energía
que nunca te van a conducir al destino perseguido.
Porque la lucha y el conflicto no pueden ser el camino hacia la paz;
solo hacia la lucha y el conflicto.

Paras,
silencio,
y ya has llegado.
Como un viaje cuántico, instantáneo.
Sólo tenías que soltar las distracciones,
dejar de alimentar el fuego de la hipnosis.






Y por qué dejo que se llene mi vida de distracciones
y aplazamientos?
Aún la adicción a la adrenalina devastadora.
La entrega voluntaria a la hipnosis.

Pero no siempre.
Qué gozoso soltar!
Qué deleite!

Se ha convertido en una gran viajera.
Hasta que al fin decida instalarse en su destino más valorado.
Convertido, al fin,
en residencia habitual.







domingo, 12 de mayo de 2019

El no-esfuerzo.







En el grupo de estudio, Krishnamurti decía que el esfuerzo no funciona en el camino espiritual.
El esfuerzo significa que quieres cambiar las cosas, que tienes un objetivo para alcanzar,
que crees que te falta algo.
Y esa creencia encierra el error fundamental de olvidar que ya eres plenitud
y creer que eres un ser separado.
Así que cuanto más te esfuerzas, aunque sea por una razón "virtuosa"
(ser mejor persona, más generosa, amar más),
más energía pones en la creencia de ser separado
carente de plenitud.
Y más real se hace ese error en tu vida.

El esfuerzo no funciona a medio, y mucho menos a largo plazo.
Porque estabiliza el error fundamental.






Algunas personas expresaban sus dudas.
Así que, si no debo esforzarme,
¿tengo que resignarme a sufrir, a ser mala persona, a no mejorar?
¿No tengo que cambiar nada?

Por otra parte, ¿no es precisamente el esfuerzo una de las seis perfecciones budistas,
en el camino del bodisatva?





Alguien dijo:
El no-esfuerzo es magnífico, cuando se manifiesta.
Y el esfuerzo también lo es, y tiene su función, cuando toca.
Si luego soltamos.
Es como una medicina que puede tener su función en un momento dado,
y luego deja de tenerla.
Pero seguir utilizando la medicina indefinidamente puede tener efectos fatales.

Cuál es la diferencia, entonces, entre el no-esfuerzo y el esfuerzo?
Cuándo no usar el esfuerzo y cuándo sí usarlo,
y hasta cuándo?






Cuando has tocado la comprensión (cualquier realización),
ya no tiene cabida el esfuerzo.
No aparece.
Haces y eres
de forma natural,
porque no puedes hacer otra cosa.
Y todo lo demás está subordinado.
Y cualquier cosa que te distraiga o dificulte tu comprensión
(la contradiga o le dé energía a la ilusión, a la hipnosis),
naturalmente es desechada,
ignorada
o simplemente no aparece.
No te interesa nada que contradiga tu comprensión.
No hay que hacer ningún esfuerzo por mantener esta comprensión,
si ya está integrada.

Cuando has tocado la comprensión, no hay esfuerzo.


¿Pero qué ocurre cuando no has vivido la comprensión?
Has leído o escuchado teorías que te resultan lógicas, racionales, que funcionan,
pero en realidad tu mente está más familiarizada con otra inercia diferente de comportamiento
y de pensamiento
y de sentimiento.

Hay un rincón, o dos, o más, del ser
donde no ha entrado la luz.
No hay comprensión directa.
Lo notas porque de repente tu cuerpo reacciona, o tu mente.
Una contracción en los intestinos, un pellizco en el estómago,
un dolor, un resentimiento, una frustración,
un rechazo, una resistencia.
Lo ves. Y eres consciente de que ahí no hay comprensión directa
(cuando la hay, no hay reacción, ni dolor de resistencia).

Y ahí, entonces, eres libre de elegir:
el esfuerzo (para ser mejor, para hacer lo que "debes" o consideras más adecuado,
para romper viejos hábitos e inercias de comportamiento
y emocionales),
o la libre manifestación.
Tú decides.
Y tal vez hay lugar para las dos respuestas en diferentes situaciones.
En cualquier caso, tú decides.






La diferencia, la clave
está en la comprensión.
Cuando hay comprensión, no hay esfuerzo.
Eres y actúas naturalmente y sin esfuerzo.
Vives sin esfuerzo,
como fluir.

Pero cuando no estás ahí, cuando surge la contradicción,
el conflicto
o la resistencia,
el esfuerzo para romper viejos programas puede ser una buena herramienta.
Y expresar, manifestar y visibilizar el viejo programa, también.
Si lo haces desde la consciencia.

Antes o después, llega la comprensión.
Y el no-esfuerzo.
También en las zonas más oscuras y resistentes
del personaje que vivimos
en este sueño.







lunes, 6 de mayo de 2019

La rana en el fondo del pozo.







Silencio de tarde de primavera.
Quietud doméstica.
Se queda en casa a contemplar el magnífico espectáculo de cielo claro y nubes de colores.
Y el viento suave en los toldos recogidos en los balcones
y en la ropa tendida en los terrados.
Las gaviotas vuelan y cantan al despedir el día,
como al recibirlo.
Quietud y silencio.

Recuerda el cuento de la rana en el fondo del pozo, de su libro de cheng yu (refranes chinos).
A veces se pregunta si es ella la inconsciente rana feliz en su limitado agujero
mientras la tortuga camina al océano infinito.
O tiene el infinito tan al alcance de los dedos que no necesita salir a buscarlo.
Da igual.
La vida sabe cuándo empujar y cuándo acunar.






El cielo ha desplegado una gama de colores pastel, envolvente.
Escrupulosamente nítida la silueta de la montaña del Tibidabo,
perfilada bajo un cielo claro de nubes rosas y grises.
Gira la noria de colores
y la iglesia comienza a iluminarse como una antorcha
que va prendiéndose, intensificándose.

Las gaviotas vuelan libres en un espacio de luces embriagadoras.
Más arriba, en el cielo azul, un avión deja su estela blanca.
Los atardeceres se despliegan cada vez más largos.
Lentos, sin prisa.






viernes, 3 de mayo de 2019

Sobre el enamoramiento.







Dijo:
"Lo que comúnmente llaman "enamoramiento",
en el viejo mundo,
hace tiempo que perdió su poder hipnótico sobre mí".

Su amigo, al que consideraba su cómplice, esta vez no la entendió.
Dijo algo así como: "No sabía que tenías tanta resistencia a enamorarte",
o quizás sonó la palabra "animadversión".

Ella pensó que no rechaza nada que pueda sentir,
cualquier grito del cuerpo
o de la mente.
Es simplemente que algunas cosas dejan de resultar atractivas
y al perder su interés pierden su realidad.

Lo veían tan claro cuando estudiaban a Consuelo Martín:

Ponemos energía en aquello que nos interesa
y lo hacemos realidad.
Construimos nuestra realidad.
En base a nuestros intereses.
Donde estás refleja lo que te interesa.
Aquello que valoras es lo que consideras real.
Y lo que crees que es real no lo puedes soltar.
Pero cuando deja de interesarte
dejas de poner energía en ello
y pierde realidad.
Deja de ser real.
La verdad tiene mucha fuerza.





Ella dijo:
Lo que comúnmente llaman "enamoramiento",
en el viejo mundo,
hace tiempo que perdió su poder hipnótico
sobre mí.

Por qué su amigo no la comprendía?

Pensó que quizás para él era tan real, tan "humano",
que si para ella había dejado de serlo
sólo podía atribuirlo a la "animadversión",
su resistencia y rechazo
hacia algo real.

Intentó un esfuerzo más por hacerse comprender.
Le envió un enlace
sobre el amigo espiritual.
Esto es lo más cerca que puedo sentirme del enamoramiento.
Y otro,
sobre el encuentro.
Y otro.
A solas con la amada.


Esto es lo más cerca que puedo sentirme del enamoramiento -le explicó.
De ahí p' arriba.
No hay nada por debajo, o en otra dirección,
de donde sentir la llamada,
que me conmueva.

Tanto que explorar en este camino.