viernes, 9 de noviembre de 2018

El amigo espiritual.







Lo mejor de estar con un amigo, o amiga, espiritual
es la estela que deja.
Estar con ella puede ser una celebración
serena, natural, como si no estuviera pasando nada especialmente importante.
Pero todo no acaba cuando te despides sino que empieza la segunda parte,
quizás más profunda y nutridora.
La estela.

No en todo momento es una estela limpia y clara,
quizás hay tonos densos de apego, al principio,
ya estás echando en falta el próximo encuentro.
Denso, eres consciente del riesgo.
Aún así lo asumes.
Sueltas.
Hace tiempo que asumiste todo tipo de dolor.
Crees.
Ya se verá.

Lo importante es que te centras en lo ecos. Reveladores.
Sigues todas las pistas porque sabes que todas están llenas de contenido.
Aquel libro del que hablaste, o escuchaste;
aquel capítulo de tu vida que apareció, sin saber por qué,
o de la suya.









Un amigo, o amiga, espiritual es un maestro;
mucho más que un alter-ego, es el Espejo,
cuando estás en su compañía la Presencia y la Consciencia toman cuerpo
y cara.
Y dejan su estela.
Presencia
y Consciencia.

En su compañía, te sientes en la Claridad, o al menos en sus aledaños.
Como si el mundo, las situaciones, las experiencias, fueran nítidas.
Y se revela la vacuidad del dolor, donde no hay nada,
vacío, sin cuerpo.
Las 8 preocupaciones mundanas, y mil más que hubiera,
desaparecen.
Contemplas la expansión de la libertad.
La libertad,
la confianza absoluta,
la entrega.

Un amigo, o amiga, espiritual
es el Espejo que te refleja
libre,
después (o al mismo tiempo) de reflejar todas las heridas
del pequeño yo hipnotizado.
Lo refleja todo, sin excepción.






Recuerda, en el pasado, como si fuera hoy mismo,
cuando alguien le hablaba de cómo echaba de menos una pareja,
ese proyecto de vida compartido.
Ella pensaba que si tenía que echar algo de menos en esta vida
sería una guía espiritual.
La estabilidad, el apoyo, el acompañamiento que otras personas imaginaban en la pareja,
ella ya no los buscaba ahí.
Pero una guía espiritual, no diría que no,
esa entrega a la protección de una madre sabia.
A su lado no habría nada que temer,
ni de la vida
ni de la muerte.

Pero la Vida, tan sabia, la había dejado huérfana.
Le había dado uno de esos empujones fuera del nido,
urgiéndola a volar.
En el más difícil todavía de avanzar sin caminos,
sin dedo que señale la luna,
sin referentes definitivos.
Se acabó buscar fuera.
No vas a encontrar la llave donde te resulta más cómodo buscar
o crees que hay más luz;
no si no está ahí.
Hay que buscarla donde la perdiste, aunque sea el sitio más oscuro o inaccesible.

Y fuera ya no había nada que buscar.
No esa guía que te muestre todos los caminos
y te dé todas las respuestas
y te resuelva todos los problemas.







Y entonces empezó a aparecer, ocasionalmente, algún amigo espiritual.
Como un espejo.
Tan humano como tú, y al mismo tiempo tan divino.
El Espejo.
Mucho, muchísimo más que una guía espiritual, para ella.
Y ya no hay refugio.
Has empezado a vivir la vida a la intemperie,
vulnerable y expuesta a las inclemencias del tiempo,
que ya no son tales.
Como por arte de magia, los encantamientos se disuelven
y las amenazas eran puro humo soñado.
Y ya no necesita refugio.

Pero qué dulce, aún, la mano,
la mirada,
la palabra,
la presencia
de un amigo, una amiga espiritual.

A veces cree que es todo lo que necesita.
Todavía.






4 comentarios:

  1. Hoy necesitaba leer esto.
    Gracias Marie, mi amiga espiritual desconocida.
    Un fuerte abrazo
    Carolina

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  2. Es bueno tener amigos espirituales y mejor todavía si como decía Atisha, hasta que alcances la iluminación confías en un Maestro Espiritual. Confiar en uno es la mayor aventura, tienes que entregar tus joyas a un ladrón, el tiempo dirá si lo hace por su bien, el tuyo o el de nadie. Abrazote :)

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