domingo, 31 de diciembre de 2017

Feliz año nuevo.






Parece que acaba un año.
Y parece que el final es real, y el año también es algo real.

Llenamos la vida de rituales, y segmentos, y supuestos puntos de inflexión
para ayudarnos a comprender lo que está pasando.
Para hacer balance y comprobar si al final queda una sensación de ganancia o pérdida.
Para rectificar y probar nuevos caminos.
Pero en realidad no rectificamos tanto
ni nos resulta tan fácil investigar caminos nuevos.
Los hábitos (de acciones, gestos, pensamientos, creencias) están tan integrados que cuesta desprenderse de ellos.
El miedo, por ejemplo,
el refugio en la zona de confort.
Como si el objetivo fuera mantenerse a salvo.

"El desconocimiento del ser humano de su propia dignidad 
acarrea dolor, sufrimiento, pecado en definitiva,
pero no tiene realidad última".





Cuando les preguntas sobre el sentido de la vida, algun@s maestr@s responden "Vivir".
A menudo lo interpretamos como "supervivencia".
"Vivir felices", enfatiza Thay Doji.
Y quizás lo interpretamos como mantenernos a salvo del dolor.
Y sin embargo, nuestros hábitos están llenos de dolor, de heridas
en la carne viva de la mente.
El ego es una colección de heridas.
Pero me huelo que cuando l@s maestr@s hablan de "vivir" no se refieren precisamente a proteger la vida feliz del ego, y refugiarlo en una zona de confort para que nada toque sus heridas.

Escucho el relato que me hago de mi vida y encuentro una sucesión de errores y fracasos, de dolores perpetrados.
Thay Doji dice: "No compres el relato de tu vida que te hacen los demás".
Ni siquiera el que te haces tú misma.

"Pues a los ojos de Dios no caemos. 
Y a nuestros ojos
no nos mantenemos en pie".








A veces vives la vida del ego, con sus luces y sus sombras.
Y a veces sueltas, como globos hinchados de vacío.
Qué ligereza!
Y, qué paradoja, que cuanto más sueltas a cada personaje, con su relato asignado, con su propio karma,
cuanto más lo abandonas (tantas veces te llamaron egoísta que te lo acabaste creyendo),
más lo amas,
con su propio karma.
Desde la ligereza.

"Dios quiere que sepamos que nos mantiene a salvo todo el tiempo,
en la tristeza y en la alegría".






Y las heridas parece que se regeneran aceleradamente por el milagro de la sintropía.
"Be still and heal".

Soltar. Ligera.
Integrar el hábito de soltar
apegos y culpas
y miedos
y control.





Despide al año que parece que se acaba compartiendo las visiones y revelaciones de Juliana de Norwich,
abierta y permeable,
como si no hubiera separación.

"No vi pecado, pues creo que el pecado no tiene ninguna sustancia,
no participa del ser,
no puede ser reconocido salvo por el dolor que causa.
Y me parece que este dolor es algo temporal, que nos purifica
y nos lleva a conocernos a nosotr@s mism@s y a pedir ayuda".

"El pecado es necesario pero todo acabará bien.
Todo acabará bien y cualquier cosa, sea cual sea, acabará bien".

"Pues esto se me reveló:
que nuestra vida está totalmente fundamentada en el amor,
y sin amor no podemos vivir".

"Vi a Dios en un punto ... y vi que está presente en todas las cosas...
Él hace todo lo que se hace.
Está en el centro de todo".

"Y no vi ninguna diferencia entre Dios y nuestra sustancia,
como si todo fuera Dios".

"Así, yo le veía y le buscaba.
Le tenía y me faltaba".

"Y aprendí que nuestra alma no tendrá nunca descanso hasta que se una a él."

"Y si pido algo inferior, siempre tengo falta de algo,
pues sólo en ti lo tengo todo".

"Es el desconocimiento del ser humano de su propia dignidad lo que acarrea dolor, sufrimiento, pecado en definitiva. Pero no tiene realidad última".

"Es cierto que el pecado es la causa de todo el sufrimiento,
pero todo acabará bien,
y cualquier cosa, sea cual sea,
acabará bien.
Y aprendí que nuestra alma no tendrá nunca descanso
hasta que se una
a Dios".