domingo, 31 de diciembre de 2023

Fin de año.

 



Todas las canciones de amor son declaraciones de amor a Dios.
Expresiones de Amor.
Todas las canciones y los poemas de dolor y desamor
son manifestaciones de la noche oscura,
cuando has perdido de vista a Dios y ya no sientes su presencia.
Expresiones de soledad y abandono.
Puede que te parezca que al otro lado hay una persona, a la que amas o pierdes,
pero solo es la sombra de Dios.
Dios manifestado, para darte la oportunidad.
El nirmanakaya.


El último día del año es un día más, como cualquier otro día,
pero ella no desaprovecha las celebraciones,
las oportunidades para vivir un instante significativo.

Apareció un abanico de propuestas:
Un viaje a África; una cena íntima con su amiga, de profundo compartir;
una estancia discreta en un monasterio, paseos por la montaña
inundada de energía sagrada.
Optó por la atalaya, una vez más. A solas.
El baño en el mar en este día gris y frío, el último baño del año.
Y el primero del año, mañana.
Optó por la celebración a solas con ella misma,
a solas con Dios, esa luna de miel.
El silencio, la quietud, la contemplación, la música embriagadora,
el yoga de experimentar néctar.

Sin ruido externo, sin interferencias.
Con la alegría de la fiesta que se despliega fuera
y la fiesta que se despliega dentro, en su isla privada en este altar,
en esta intimidad
con el Amado.

En medio de la lluvia de wsp de felicitaciones y buenos deseos,
escribió en su libreta:
Hoy es un día de soledad, de alegría y celebración.
Otra noche de luna de miel
con Dios.



viernes, 29 de diciembre de 2023

La libertad.

 


La salud ayuda mucho.
Estar más o menos bien, sin grandes dolores en el cuerpo,
tras el paso por algún dolor en el cuerpo,
incluso un simple toque de atención.
La felicidad del no-dolor de muelas.
Que algo salga bien también ayuda.
Esas épocas (una hora, un día, un mes, un año), como un respiro,
en las que parece que la Vida está de tu parte.
La nueva lavadora funciona (ves que no pido gran cosa);
las gaviotas y las palomas siguen dándote los buenos días;
hay una red de personas que te sostiene, la tribu;
un refugio viejo pero propio, un santuario personal,
ese cuerpo algo destartalado
que acoge otro cuerpo destartalado, de carne y huesos,
pero que funcionan.
Ayuda que parezca que la mamá Vida te da la mano al atravesar la calle 
repleta de tráfico.
Y atravesar la calle incluso cuando no ves a tu lado al ángel de la guarda,
consciente de su presencia,
como la luna sigue ahí también en las noches sin luna.
La confianza ayuda mucho.

Pero sobre todo ayuda soltar, desentenderse de los resultados.
Presente la conciencia profunda de que todo lo vamos a dejar,
antes o después lo iremos perdiendo como en un goteo,
y también aparecerán cosas nuevas, que vamos a perder.
Al final todo va a desaparecer como cuando te despiertas de un sueño,
o de una hipnosis.
Todo era mera energía imaginada.
Así que, desde ese punto de vista, poseer o no poseer
no hacen una gran diferencia.
Desear o frustrarse en las comparaciones, trampas de la imaginación.
Ayuda vivir la libertad, como si ya te hubieras ido,
como si ya lo hubieras perdido todo.
Solo es cuestión de tiempo. O de fotogramas.
Ese instante (cuando se acaba este sueño) también está aquí, ya.
Y mientras tanto, jugar este juego de mesa de los acontecimientos cotidianos.
Y, si es posible, proteger la alegría.
Y el amor.
Asegurarse de que siguen presentes en el ligero equipaje,
que no se han perdido por el camino.
Y si así fuera, reponerlos con presteza.
Amar o no amar, con alegría,
esto sí que marca una diferencia
en la vida
que nos queda
por vivir.




martes, 26 de diciembre de 2023

Después del vuelo, la contemplación.

 


Lo mejor de la época festiva es cuando pasa.
Ha cumplido con los rituales familiares
(esas últimas hebras de conexión;
que se mantengan firmes hasta el final, hasta el olvido del tiempo,
susurra, como en una oración).
Cumplidos los rituales regresa al refugio,
a esa atalaya desde donde contempla el mundo,
la Vida, como un océano de olas.
A la no-acción, la no-interacción.
La mera contemplación sin tiempo,
por un tiempo,
desde su atalaya.
Como la gaviota al vuelo, que aterriza en la baranda de su terrado,
y tiene lugar la quietud, la contemplación.

Alguien le dijo: Eres un 9 de libro.

Una constante en su trayectoria de reencarnaciones, si mira atrás.
Aún en su época más apasionada (cuando parecía ser un 8),
de viajes y reportajes y exploración del mundo,
recuerda como un buen momento cada vez que recibía un encargo,
o la aprobación de una propuesta, y empezaba una nueva aventura.
Era un buen momento, sí.
Pero el momento más intenso tenía lugar una vez entregado el trabajo,
cuando salía de la redacción al espacio abierto,
sin planes por delante, la agenda en blanco. La libertad.
¿No te estresa no tener trabajo? ¿Sin saber hasta cuándo?, le preguntaban a veces.
Cómo estresarse ante el regalo de la Vida? La Vida misma. La libertad.
La confianza.

"No hay movimiento continuo, sólo sucesivos puntos de descanso" (Zeno de Elea).

Una vez, una desconocida que leía sus textos le dijo:
Ahora te entiendo. Tú eres Hestia.

A veces le parece que vive los acontecimientos como tránsitos necesarios
para habitar los sucesivos puntos de descanso.
Y a veces puede encontrar el templo, el santuario,
en cualquier escenario del tránsito mismo,
en la propia acción. Ese milagro.

No hay contradicción.




viernes, 24 de noviembre de 2023

El camino espiritual y la pareja.

 


F preguntó:
¿No os ha pasado que cuando os iniciasteis en el camino espiritual entrasteis en crisis
y vuestra pareja se fue a pique?
S respondió: Yo no tenía pareja, nada se fue a pique.
C: Creo que coincidió con que ya no estábamos muy bien,
por eso me metí en un camino espiritual, diferente al suyo.
Eso empeoró el conflicto, en un principio,
pero eso era porque entonces cualquier cosa era un conflicto.
Sin embargo, supimos resolverlo.
M: Yo no recuerdo "un" momento en el que iniciara el camino espiritual,
Creo que siempre he tenido tendencias, aunque me considerara atea.
Pero vivía experiencias espirituales (sin darle ese nombre)
en instantes de soledad y contemplación,  a veces con la música
o el arte, puntualmente.
Dicho esto, cuando las circunstancias me llevaron a un denominado "camino espiritual",
lejos de meterme en crisis
mis relaciones se hicieron más fáciles,
quizás porque yo pasé a ser más "fácil".
Cambió mi mirada, se hizo más comprensiva y amorosa,
se disolvieron muchos conflictos.
De hecho, en aquella época estaba separada y volvimos a reconciliarnos.
Fue una época muy intensa y muy bonita, que deja una huella muy profunda.
Las personas de mi entorno se sorprendían un poco de que una "atea" como yo,
una persona sensata y racional, se estuviera involucrando con un grupo religioso,
quién sabe si una secta.
Pero consideraban que me sentaba bien,
me veían más libre, alegre y feliz,
y con mucho más sentido del humor.
Así que no había problema.

Ya, dijo F, pero cuando entras en un camino espiritual
y por fin encuentras respuestas
que tu pareja no ve...

Ella, que escuchaba con atención el compartir, pensó que quizás ahí estaba la diferencia.
Vivir el camino espiritual desde la cabeza:
"Ahora tengo respuestas, ahora tengo la Verdad.
Yo lo veo y la gente no lo ve".
Ese sentimiento de superioridad.
O bien vivirlo desde el corazón,
cuando se transforma la mirada,
impregnada de la comprensión y el amor,
que puede ver la luz en los demás seres.
También la oscuridad, la inseguridad, el miedo.
Pero que tire la primera piedra quien esté libre de eso.
La bondad y los cuidados nos sostienen, a pesar de todo el dolor que transitamos.
Desde ese punto de vista, las realizaciones espirituales, esa comprensión,
activa el amor y la empatía,
facilita e intensifica las relaciones.
Incluidas las separaciones, cuando desde la mirada lúcida y amable
resultan convenientes.

Así que si el camino espiritual te lleva a vivir alguna crisis de superioridad conceptual,
quizás es más bien una terapia, de camino impreciso.

"Mi religión es el amor", dice el Dalai Lama
y personalmente se lo escuché decir muchas veces a Thich Nhat Hanh.
Ahí es donde se encuentran todos los caminos espirituales.

Y el amor no provoca crisis, más bien las disuelve.




viernes, 17 de noviembre de 2023

La vida, tal como la conocemos, no es la vida.

 


Las nubes se pintan de rosa pastel,
sobre un cielo que ha comenzado a aclarar.
La luz se despliega sobre un nuevo día.
La noche se retira a dormir, y ya la echa de menos.
Anoche la luna la acompañaba en el trayecto desde el hayedo a casa,
una línea incipiente y luminosa,
de la nueva luna creciente.
La vio hacerse naranja al acostarse sobre el horizonte
y desaparecer.
La tarde en el hayedo de otoño era como un sueño mágico.
Ahora nace un nuevo día sobre el mar
y las tórtolas vuelan.



Meditar en la vacuidad de existencia inherente.
Reconocer el aferramiento ciego.
Las cosas, las personas, las situaciones, el yo,
no son como parecen.
También la vida misma.
"La vida, tal como la conocemos, no es la vida" (Dokusho Villalba).

"Si fuéramos capaces de comprender que la vida y la muerte no son, por naturaleza,
más que Nirvana, no necesitaríamos
intentar escapar de la vida
y de la muerte,
o buscar con tanta energía el Nirvana.
No cometáis el error de creer que la vida y la muerte son diferentes por naturaleza.
La vida no es más que una posición entre otras, con un antes y un después.
De la misma manera, la muerte no es más que una posición en el tiempo,
con un antes y un después.
La muerte, pues, no es la muerte".

(Shobogenzo. Dogen)

 

La muerte no es el fin.
Y la vida, tal como la conocemos, no es la vida.

Otra creencia que explorar, investigar y, quizás, desaprender.
Esta "vida" que empieza y acaba,
fuente de esfuerzo, lucha y sufrimiento.
La "vida", como el "yo", construcciones imaginadas,
tal como los conocemos,
no existen.
Otra ilusión.
Otro espejismo.
Otro aferramiento insistente.
Otro fantasma que deconstruir.




jueves, 9 de noviembre de 2023

Sobre el aferramiento propio.

 


Amigo mío, hablas de transcender el yo,
el ego, esas cosas mundanas que no son espirituales.
A qué yo te refieres, te pregunto.
Al único, el yo que eres desde que llegaste a este mundo, con el que te identificas.
Cuál de ellos, insisto.
Tú dices que uno
y yo siento que han pasado muchos por esta cadena de reencarnaciones,
en esta vida que más o menos puedo recordar.
Tú dices que en el budismo se habla de tres venenos mentales principales:
el apego, el odio y la indiferencia.
Yo considero que el tercero se refiere más bien a la ignorancia (apego, odio e ignorancia),
la ignorancia del aferramiento propio.
Por ejemplo, te diría, ese aferramiento al yo único que defiendes.

Este yo que transito hoy
sonríe con ternura porque le aburren las especulaciones intelectuales,
conceptuales, teóricas.
Pero sí te digo que cuando reconoces la diversidad de personajes que has transitado
te resulta más difícil aferrarte a un yo único de existencia inherente.
El yo que hoy se manifiesta es el resultado de una serie de condiciones que hoy se dan
y que ya mismo están en transición
y desapareciendo,
y conforme van desapareciendo estas condiciones y surgen otras
este yo morirá para dar lugar a otro.

El yo de los 6 años que se sentía nadar en la abundancia
no es el mismo yo de 11 años, en el silencio del luto negro
y el castillo de naipes donde creía vivir derribado por el suelo,
las piezas disolviéndose en la nada.
En unas condiciones nuevas nació un nuevo personaje.
Y la madre joven, segura, aventurera, generadora de adrenalina
incluso en las meditaciones de altos vuelos
no es la misma que hoy contempla la denominada "espiritualidad" en los acontecimientos diarios
de la vida cotidiana, mundana.
Un alto vuelo no está mal, la "transcendencia" es perfecta,
un buen rato que deja huella, sin duda,
pero la prueba del algodón está en la vida diaria.

Los personajes que han ido apareciendo en esta vida cambian.
Tú dices que es el mismo yo y no vamos a discutir sobre puntos de vista.
Tú ves a ese yo único como una "perturbación mental"
y yo a todos ellos como manifestaciones sagradas,
la Energía manifestada conforme a las condiciones del momento cambiante,
el Cuerpo de Dios.
Todos ellos el Cuerpo de Dios, aun sin saberlo.

Tú insistes en que hay que transcenderlo
y yo los miro con amabilidad y ternura.
Y entiendo que no hay "razón" en un lado o en el otro.
Sólo puntos de vista
que crean diferentes mundos en diferentes personajes.
Hay muchos mundos en este mundo, tal como decía el anuncio.

Filosofías aparte, tú y yo nos encontramos en
el mismo regocijo
en la paz, la libertad y la plenitud
que nunca dejamos de ser,
aun cuando no lo veamos.




domingo, 22 de octubre de 2023

Empezar de nuevo.

 


Se pone a cantar esa canción que solía cantar su madre cuando ella era una niña
y apenas la entendía.
"Qué no daría yo por empezar de nuevo!"
Pasados los años, su madre ya no está para cantarla.
Qué no daría yo por empezar de nuevo!, piensa ella.
Sería una hija diferente.
Quizás.
Qué no daría yo por empezar de nuevo.
Sería una madre diferente, quizás, si pudiera.

Detiene el relato,
la larga fila de culpas se disuelve en la nada,
como un rompecabezas que se desmonta,
un sueño que se evapora.
Hoy es el día para empezar de nuevo,
ahora es el instante.
¿Y dices que no le encuentras sentido a tu vida?
Ahora es el momento de ser quien eres, como quieres que te recuerden.
Detienes el tiempo y miras tu mundo.
Como si pararas la película en un fotograma, pero lo contemplas todo.
Todas las relaciones que mantienes,
las personas, los objetos, los acontecimientos.
La buena noticia es que no tienes que dar nada para empezar de nuevo,
ya lo estás haciendo.
Éste es el instante para empezar de nuevo,
esta vez sin egocentrismo, sin "yo primero".
Quítate de en medio
y qué bella es la vida que te queda
por vivir!...




martes, 17 de octubre de 2023

Mantras.



Caminaba en dirección a la gompa de meditación para las enseñanzas de la mañana
cuando alguien la adelantó bruscamente, casi empujándola.
"¡Quítate de en medio!", le soltó.
Miró a la persona que le hablaba, ahora ya por delante de ella,
un hábito naranja de monje,
volvía la cabeza para mirarla con una sonrisa de complicidad.
"¡Quítate de en medio!"
Ella también sonrió.
Se convirtió en uno de sus mantras personales.

Dices: Qué difícil es conectar con el amor, cuando lo que sientes es odio
y resentimiento.
Y qué difícil es amar a la persona que te odia.
Quítate de en medio.
(Ese yo tan egocéntrico, incapaz de ver y comprender la situación global).
Quítate de en medio y verás que no es tan difícil.
Y surge de manera natural.



Ella estaba preocupada porque no le cuadraban las cuentas,
en el centro budista en el que colaboraba como voluntaria.
Le sobraban 80 euros.
Se obsesionó con el tema.
El director de cuentas le dijo que no se preocupara tanto.
Ella pronto encontró la pieza que les faltaba.
Cómo se nos ha podido pasar?, le comentó,
todavía enfadada con su propia "mala gestión".
"Claro -respondió él, como somos tan infalibles..."
Lo miró como una realización.

Cada vez que se machaca por algún error, aparece esa voz, como un mantra.
Cada vez que se fustiga con un "cómo puede haberme pasado a mí, un fallo como éste".
Siempre surge esa otra voz:
"Claro, como soy tan infalible..."



Su trayectoria vital había sido algo dura,
como todas las trayectorias vitales.
De vez en cuando y cuando menos te lo esperas, la vida zarandea tu mundo
y las piezas se desmontan como un rompecabezas inestable.
Y hay que volver a construir sobre otros cimientos.
Le parecía que el sentido de todo era aprender, en cualquier circunstancia.
Solía decir:
Lo importante no es la felicidad,
sino la sabiduría.
Y así lo sentía.
La dureza de la vida no la asustaba. Formaba parte de la aventura.

Y entonces escuchó aquella canción de Héctor Lavoe.
Aun en la vorágine del baile y la muchedumbre, lo pudo escuchar:
"Si tú no tienes felicidad, de sabio no tienes na".
Y fue como una luz.
Ahí está la prueba del algodón de toda tu "sabiduría",
en la medida de tu contentamiento y tu alegría.
Si la experiencia por la que has pasado deja una estela de miedo (temor, preocupación)
o bien de liberación, fortaleza y alegría.
"Si tú no tienes felicidad, de sabia no tienes na".
Se convirtió en otro mantra. Otro toque de atención.
Otro recordatorio para la revisión
de cómo van las cosas en tu vida.




domingo, 15 de octubre de 2023

Los beneficios del odio.

 


Nadie es responsable de nuestras heridas
excepto nuestra propia mente condicionada.

Y si duele tanto (el odio, los resentimientos)
y nos roba tanto (las relaciones tan valiosas, la paz, la gratitud);
cabe preguntarse por qué nos aferramos tanto a ese ladrón.
Qué beneficios obtenemos de él.

Y ahí es donde aparece ese personaje, el yo separado,
autoprotegiéndose de alguna manera.

Quizás nos sirve como chantaje emocional
al generar la culpa en la otra persona, el castigo que necesitamos infligir,
un castigo sin fecha de caducidad, que nos permite pedir y pedir,
sin que la deuda nunca se acabe de saldar.

O quizás es la excusa perfecta para tener a alguien fuera,
responsable de todos nuestros "fracasos".
Para que duelan menos.
Aunque duela más.

O quizás es el relato victimista que nos permite llamar la atención de otras personas,
que nos cuiden y nos quieran.

Si sientes algún tipo de odio o resentimiento,
te invito a mirar en los supuestos beneficios
que ese dolor tan profundo, ese ladrón de vida y relaciones,
te proporciona.


Y si llegas a la conclusión de que lo que más te interesa, para respirar en libertad,
es deshacerte de este secuestrador (el odio, el resentimiento),
pero resulta tan difícil ya, después de tanto tiempo,
tan parte ya de tu vida, 
tan parte ya del propio "yo",
si te preguntas cómo hacerlo,
aquí va una propuesta.

Un recurso que sin duda funciona es conectar con el amor en nuestro interior
y, desde esa mirada, ver lo mejor de la otra persona,
ver su "luz".
Y también su lucha por la supervivencia.
"Sé amable con quien quiera que te cruces
porque está librando una gran batalla".
Cada instante que conectas con el amor (esa fuente interna)
surge una nueva oportunidad,
un "empezar de nuevo" natural y automático.




viernes, 13 de octubre de 2023

Los recuerdos que nos traicionan.

 


Te preguntas si las razones para el odio que arrastras son reales o imaginarias.
Yo diría que casi siempre son construcciones imaginarias
porque se sostienen en recuerdos contaminados por aportaciones ajenas a los "hechos" en sí mismos,
como la percepción personal,
nuestra reacción emocional del momento (y en cada momento del recuerdo, diferente),
las exigencias y expectativas acerca de cómo tendrían que ser las cosas, las decepciones,
la falta de empatía hacia la situación personal de las demás personas implicadas,
la información que desconocíamos, tan necesaria para comprender,
el egocentrismo fundamental, etc.
Y el relato mantenido
y modificado ("enriquecido" con una larga lista de nuevas suposiciones)
con el paso del tiempo.
Y el relato acaba convirtiéndose en la "realidad".
Pero no siempre lo es.
No siempre tiene en cuenta todos los elementos originales.
Y, en cualquier caso, cada persona hace lo que puede en un momento dado,
dadas las condiciones.
También las que nos "ofenden" o nos hieren.
Nadie es responsable de nuestras heridas,
excepto nuestra propia mente condicionada.
La buena noticia es que también es nuestra propia mente la que nos puede sanar.
Y solo ella.




lunes, 9 de octubre de 2023

Los motivos para el odio que arrastramos no siempre existieron.

 



El niño amaba mucho a su madre.
La veía guapa, la más guapa de todas las madres, inteligente, emprendedora.
Era quien organizaba las cosas en casa y le protegía a él y su mundo.
Siempre podía contar con ella.
Ella solía decirle: "Vive tus sueños".
Decía frases como:
"Vive tu vida. Escribe tu propio guion de vida, la vida que deseas vivir.
No la que esté de moda o la que dé más dinero o más poder,
o la que esperan de ti las personas que amas.
Vive tu vida, la que tu alma necesite explorar en esta existencia humana. La tuya".
Él a veces la entendía a medias pero sabía que su madre le apoyaría en todo,
contaba con que le apoyaría cuando necesitara una mano,
que podía contar con ella en todo momento, en cualquier situación.
Su padre era otra cosa.
Pasaba todo el día fuera y cuando llegaba a casa se sentaba a leer el periódico,
a comer lo que hubiera preparado, a dormir.
El padre no tomaba las decisiones en casa ni parecía que tuviera "sueños".
Era guardia civil y el hijo lo veía como un hombre gris.
Su madre era costurera, cosía y diseñaba vestidos personalizados para sus clientas
y al hijo le encantaba la misión de llevar el vestido confeccionado,
bien doblado, planchado y empaquetado a las clientas,
que invariablemente le recibían con una gran alegría,
como al emisario que les lleva la mejor obra de arte
con la que ellas celebrarían tantas fiestas
y se sentirían guapas, atractivas y admiradas.
Además de ser una buena costurera y diseñadora con proyectos de futuro,
la madre amaba la música y tenía debilidad por el arpa,
que tocaba en sus momentos de recogimiento y meditación.
Si había algo de lo que nunca se desprendería, ni en el peor de los casos, era de su arpa.
Así que el hijo amaba y veneraba a su madre.
Hasta que un día descubrió unas cartas anónimas,
de un admirador que también la amaba.
Vivía en Barcelona
(la gran ciudad, tan europea, desde el punto de vista del pequeño pueblo del interior
donde vivían y nunca pasaba nada)
y al parecer era escritor, un escritor famoso.
El hijo también quería ser escritor.
Cuando se hizo mayor, acabó una novela que hizo llegar a varias editoriales que, sistemáticamente, la rechazaban.
Así que decidió autopublicarla pero la impresión costaba mucho dinero.
Se lo pidió a su madre (a la que ya por entonces odiaba,
convencido de la traición que estaba infligiendo a la familia,
a su padre, a él mismo);
era una suma muy elevada pero su madre la consiguió y se la dio.
La edición resultó ser una ruina y un buen día, caminando, vio en una tienda de música el arpa de su madre, que comprendió que había vendido par hacer frente a los gastos de la publicación de la primera novela de su hijo.
La situación familiar era cada vez más difícil;
la relación entre madre e hijo se deterioraba día a día,
el padre enfermó y murió,
y el negocio de la madre empezó a decaer con la crisis económica del momento.
La actitud del hijo llegó a ser tan hiriente
que un día que se traspasaron todas las líneas rojas
la madre le dijo que se fuera de casa y no le volviera a dirigir la palabra.
Así lo hizo el hijo.

Pasaron 40 años sin saber de ella.
Se había convertido en un escritor profesional, había ganado varios premios
y en uno de los congresos al que había sido invitado coincidió con el escritor que había sido amante de su madre.
Por fin podía tener una conversación con él.
Pero, para su sorpresa, el escritor no recordaba a su madre.
Nunca había tenido una relación con ella,
ni siquiera había conocido a esa mujer.
Entonces se acordó de un amigo guardia civil en su juventud.
El guardia civil, destinado en Barcelona, estaba enamorado de una chica de su pueblo, una costurera
pero no se atrevía a dirigirse a ella.
Entonces le pidió al escritor en ciernes que le escribiera las cartas,
inventándose una personalidad más interesante que la suya propia.
Más tarde le revelaría su secreto a la costurera
y acabaría casándose con ella.

Así fue como el hijo descubrió que su madre nunca había tenido un amante
y que las cartas que tanto dolor le habían producido eran de su propio padre.
Y ella las había guardado como parte de su historia común.
El "amante" era su padre.

Se había pasado la mayor parte de la vida odiando a su madre por un motivo inexistente,
por un equívoco.
Qué podía hacer ahora, 40 años después de haber roto su relación con ella?
¿Pedirle perdón, decirle que todo había sido un malentendido?

Para su sorpresa, se dio cuenta de que el odio que había sentido durante tanto tiempo se había hecho real.
Su relación con su madre ya estaba marcada por el odio.
No importa que el origen fuera una confusión,
con el paso del tiempo ese odio se había estabilizado
y ya formaba parte de su relación.
Comprendía que no era justo para ella, pero así era.

Volvieron a pasar los años.
Un día llamó a una antigua vecina del barrio de su madre
y le preguntó por ella, cómo se encontraba.
La vecina le explicó que había muerto varios años atrás,
en una pobreza muy extrema
y sola.
Pero si algo la hacía feliz era saber que su hijo había conseguido realizar su sueño
y se había convertido en un reconocido escritor.




(Versión libre de la novela "Mamá", de Edmundo Díaz Conde)


jueves, 5 de octubre de 2023

Los cinco entrenamientos de la plena conciencia.

 


La facilitadora de turno leyó los 5 entrenamientos de la plena consciencia de Thich Nhat Hanh.

1. Reverencia hacia la vida. No matar.
2. Verdadera felicidad. No robar o consumir en exceso.
3. Amor verdadero. No mantener relaciones o conductas sexuales inapropiadas.
4. Habla amorosa y escucha profunda. Uso apropiado de la palabra; no mentir o criticar.
5. Transformación y sanación. No consumir sustancias tóxicas o adictivas.

En el compartir, algunas personas del grupo expresaron sus dudas o dificultades
para comprender o hacer suyas algunas de estas propuestas de vida.

Alguien habló de su facilidad natural para integrar el segundo entrenamiento, sobre "no robar".
Tengo una tendencia tal a la austeridad que a veces raya la pobreza, se podría pensar.
Tal como yo lo vivo, me proporciona un sinfín de experiencias de abundancia.
No preciso robarle mucho al planeta, no más de lo que necesito
y en realidad se necesita tan poco para vivir una vida plena.
Hace un instante, en la meditación en silencio, disfrutaba de la contemplación,
la energía apacible del grupo, la luz de la tarde en el patio,
los sonidos del atardecer.
No saqueas los recursos del planeta cuando disfrutas de la luz de la tarde;
aunque tú la hagas tuya, sigue estando ahí, en toda su plenitud.
Y la experiencia de disfrute apacible que genera en ti se proyecta
y regresa al universo, enriqueciéndolo aún más.
Y más o menos lo mismo cuando el baño en el mar,
el paseo en la montaña,
la contemplación en el terrado,
la inspiración en la escucha profunda
de los seres que activan mi amor.
Digamos que soy una inquilina poco depredadora, en este hogar de paso.



El entrenamiento más importante para mí en estos momentos es el quinto,
sobre evitar las sustancias intoxicantes -dijo otra persona de la sangha.
Y no me refiero precisamente a una copa de vino, eventualmente -sonrió.
Me refiero más bien a las conversaciones tóxicas,
la "cultura" que consumo, los pensamientos...
Intento fijarme en dónde pongo la atención
y qué experiencia genera,
qué mundo crea en mi mente, qué "yo" activa.
Donde pongo la atención, ¿es una sustancia intoxicante
que genera crítica, victimismo, preocupación, miedos, yo separado?
¿O bien nutre mis semillas de apreciación, gratitud, contentamiento,
plenitud, libertad, amor, no-miedo?
Pongo la atención en dónde pongo la atención,
y el mundo que construye
y el yo que genera.
Esa es mi principal práctica en esta etapa de mi vida.


Otra persona reflexionó ligeramente sobre los cinco entrenamientos
como "mandamientos" o propuestas éticas de vida.
¿No se podrían resumir en uno solo? -dijo.
"Ama y haz lo que quieras", tal como dijo San Agustín.
Yo me quedo con eso -dijo.
Ama y todas las reglas éticas estarán incluidas.
Y desde el amor, haz lo que quieras.


Sin embargo, no siempre es tan fácil -apostilló alguien.
A veces, tu fuente de amor es como un grifo seco.
Simplemente no aparece en tu vivencia, aunque sea un instante,
aunque sea durante una etapa breve de tu vida.
Entonces, para esas ocasiones, contar con una guía de conducta basada en el amor
supone una gran ayuda.
Y de eso tratan los cinco entrenamientos.

Hubo un silencio de acuerdo.
El silencio se mantuvo durante unos minutos como una dulce contemplación.
Sonó la campana
y se dio por acabado
el compartir.




martes, 12 de septiembre de 2023

Conversaciones incómodas.

 


Sólo mantenemos conversaciones incómodas con las personas que nos importan.

El otro día vi un gráfico piramidal:
Una base amplia de "conversación incómoda",
otra más pequeña encima con la misma etiqueta,
otra más estrecha encima, y otra,
hasta llegar a la cima donde cambiaba el rótulo a
"Relación sana".

Cuando hay conflicto en una relación, una forma de resolverlo es
a través de conversaciones incómodas.
Pero puede ser que a veces no te interese tanto como para pasar por esta situación.
Ahí está la prueba del algodón:
si te merece la pena pasar por un momento incómodo o no.

Es verdad que hay personas evitadoras por naturaleza,
que prefieren perder lo que sea, incluso lo más valioso,
incluso la vida misma, por no hacer un esfuerzo "molesto".
Pero aún en este caso, puede que haya un momento en el que reaccione,
que sienta el impulso de "comprender", duela lo que duela.

Éste es otro elemento a prestar atención
en nuestra vida y nuestro modo de actuar:
en qué medida nos moviliza el comprender
y en qué medida la anestesia del autoengaño.
Ése que siempre encuentra argumentos protectores del "yo"
y sus ideas y creencias.
Sin darle importancia alguna a la incoherencia
en la vida diaria, en las relaciones.

Una vez escuché de boca de una monja budista:
"Qué manía con estar bien!"
Me hizo reír.
Eso sólo lo puede decir una persona que ha aprendido a estar bien en cualquier situación,
no importa las molestias. O las incomodidades.



Dicho esto, hay que recordar que, desde el amor,  
ninguna conversación o situación podría ser incómoda.
Porque desde el amor no hay miedo, no se necesita ser valiente.
Pero cuando hay conflicto
en general suele ocurrir que también intervienen otros sentimientos
(como el miedo, el rechazo, el resentimiento,
la vieja herida personal, etc.).
Así que en las situaciones conflictivas, aun habiendo amor,
también hay otras experiencias ajenas al amor.
Y en ese caso, sí,
hay que pasar por cierta "incomodidad" del yo herido
para resolver desacuerdos y confrontaciones.


Y a veces, también, funciona el silencio, vacío de palabras.
Esto ocurre cuando en el silencio damos espacio al amor
y todos los pequeños choques se disuelven como fuegos de artificio.
Si es así, no hay nada más que hablar.

Pero si el conflicto persiste, si el yo herido permanece herido,
entonces probablemente hay que pasar por las "conversaciones incómodas".

Thich Nhat Hanh propone su propio ritual,
al que denomina "Empezar de nuevo".
Pero éste será un tema para otra ocasión.




viernes, 1 de septiembre de 2023

Feliz continuación.

 



La despierta el canto de las tórtolas.
Abre los ojos y encuentra una explosión de rosas, naranjas y violetas
en las formas de las nubes, bajas, sobre el horizonte.
La luna llena aún brilla con toda su luminosidad
sobre un cielo que ya ha comenzado a aclarar.
Un escenario mágico se despliega ante sus ojos.
El cosmos también cuenta con sus propios rituales de celebración.
No ha tenido que coger el avión o el tren,
ni siquiera la bicicleta para ir a encontrarlo.
Basta con abrir los ojos desde el futón,
levantarse y mirar por la ventana, salir al balcón,
caminar por el pasillo
y acercarse a las vidrieras de la galería.
La envuelve una explosión de luces y colores
que invaden su espacio interior en un arco de 360 grados,
el de su casa de ladrillos y madera
y el de su cuerpo de huesos y músculos.
Un templo y el otro, insuflados de los colores cósmicos,
del templo más grande.
Las gaviotas cantan al vuelo.
Como un estallido de celebración de bienvenida
al nuevo mes que entra.
Un nuevo capítulo lleno de acontecimientos
nuevos.
Feliz continuación.




jueves, 31 de agosto de 2023

El paso del tiempo.

 


De repente la caricia fresca del aire en la piel;
la luz nueva, que ya no es de estío.
Los aromas, los sonidos nuevos.
El mismo silencio es nuevo también.
Y comprende la alucinación del paso del tiempo,
la hipnosis del vértigo.
Sigue siendo ahora;
como antes, en el verano, era ahora.
Cuando alguien se quejaba del calor y expresaba las ganas de que llegara el otoño,
ella decía: No empujes el tiempo, ya corre por su cuenta.
Le gusta disfrutar incluso de las "molestias" del presente,
en tanto sigan siendo presente.
No anticipar tiempos "mejores".
Para qué acelerar el paso del tiempo,
ya tan rápido en sí mismo
que produce vértigo.

Y sin embargo, es una mera alucinación
producida por el relato histórico.
Igual de presente, el aire fresco en la piel,
el agua fría en su baño de mar
y los colores del otoño.
Aquí y ahora, tanto como hace un instante el aire cálido
y el agua templada en el mar.

No existe "paso del tiempo".
Solo cambian las experiencias
pero el tiempo sigue siendo presente, aquí y ahora.
Y siempre es así.




lunes, 28 de agosto de 2023

Día de lluvia.

 


A veces la lluvia es como una jaula invisible,
como unos barrotes imaginados,
como una cárcel soñada. Cárcel al fin.
Buscas el vuelo de las gaviotas, las golondrinas de visita,
pero ellas tampoco están.
Cierras las ventanas y el calor de agosto es como un carcelero que se ha metido dentro.
Así que abres una ventana
y un abrazo fresco te reconforta.

Y a veces la cárcel  no es una cárcel sino un refugio,
un santuario, un templo.
De qué depende?
Sólo depende de si has visto a Dios o no,
si le has reconocido.
Donde está Dios es el refugio,
no hay que buscar más,
no hay que irse a otro lugar.
Si reconoces a Dios en ti, cualquier sitio es bueno,
cualquier instante, cualquier situación.
No hacen falta distracciones.
Si acaso, mueves el cuerpo, lo cuidas, como una ofrenda.
Como cuando limpias la gompa y la preparas en los preliminares
para la sesión de meditación.
Para recibir la preciada visita.
Cuidas esta casa de huesos y músculos, este refugio,
este vehículo temporal,
el santuario que habitas.
Y respiras el aire fresco que entra por la ventana.
Los quarks que conforman este cuerpo de paso celebran el aire fresco y limpio
que nutre el sueño de Dios.




viernes, 25 de agosto de 2023

La práctica es tu vida diaria.

 



Verano del 2023.
Los poros de la piel se dilatan y un soplo de brisa se acerca a besarlos.
El calor en la sombra, la brisa de la montaña
abanicando un cuerpo inmóvil, entregado.
La quietud, la contemplación.
Y este coro de cantos de aves, apenas visibles, ocultas en la copas verdes de los árboles.
De vez en cuando una golondrina cruza el espacio celeste, el cielo claro,
o aterriza en la barandilla del terrado. Y ya son dos.

Inspira, y por un momento se interrumpe su adicción al relato,
en especial el relato histórico.
Los poros de la piel dilatados, el soplo de aire en la piel,
el abanico del baile casi imperceptible de los árboles del Montjuic.
El canto de la golondrina y la tórtola lejana.
Los aromas suaves.
El cosquilleo del cabello en el rostro, en el cuello y en los hombros,
al paso de la brisa suave.
Quietud. Aparente.
Mientras, millones de células y quarks de energía realizan su función,
en tanto todavía se dan las condiciones
para que este cuerpo experimente la vida,
según este cuerpo.

Aún aquí, en este cuerpo, en este sueño mágico.
Manifestando el nirmanakaya, la Hija de Dios.
Dios mismo, de viaje por este sueño. Esta peregrinación.
De viaje por el cuerpo de Dios.



En la charla del dharma, la monja hablaba sobre la práctica budista.
La "práctica" o el "dharma" mismo, no son algo teórico con lo que nos llenamos la boca
repitiendo algo que hemos leído o escuchado,
ni siquiera esos rituales que nos han dicho que funcionan
(como la meditación, los mantras, las postraciones,
las ofrendas en el altar
o lo que sea para la "acumulación de méritos").
La práctica es nuestra vida misma.
Quizás algunas personas piensan que no tienen mucho tiempo para la práctica
porque están "muy ocupadas",
pero ya lo están haciendo, en su vida cotidiana, en sus elecciones, en las decisiones que toman.
Lo que hacemos, a qué dedicamos nuestro tiempo y nuestra energía, 
ésa es nuestra práctica.

Pon la atención en eso en lo que te ocupas.
A qué das prioridad?
Qué semillas estás regando y nutriendo?
Las del estrés/miedo, quizás? La distracción?
La paz y la alegría?
Mira con atención y verás cuál es tu práctica.
Lo que haces y sientes
es la manifestación más clara de tu práctica.




viernes, 11 de agosto de 2023

La meditación.

 


Hablar de la meditación es como no decir nada, o casi nada, para entendernos.
Decir "yo practico meditación", o "medito media hora cada día"
no transmite una idea clara y concreta de lo que haces. O lo que "ocurre".

Al finalizar la meditación en silencio en el grupo de estudio, a veces alguien pregunta:
Cómo estáis? Cómo ha ido?, o algo así.
Quizás alguien se dormía, agotada tras un día duro.
Otra persona estaba agendando sus actividades de mañana
o alguien ha tenido una idea brillante sobre un asusto pendiente.
Alguien contemplaba las luces y colores del atardecer, los sonidos, el aire en la piel
y, amorosamente, los rostros apacibles de su pequeña sangha.
Y otra persona sentía su cuerpo en la respiración
o bien lo escaneaba en la relajación.
Experiencias múltiples y diversas
surgidas de lo mismo.

Hace unos días escuché que hay tres tipos de meditación,
una clasificación como otra cualquiera.
A saber: 
las meditaciones atencionales,
las generativas
y las deconstructivas.

Las meditaciones atencionales, como su nombre indica,
son las que se centran en dónde pones la atención.
Donde pones la atención tiene su efecto en lo que sientes,
en lo que piensas, lo que priorizas.
Y también construye redes neuronales, el mapa de tu cerebro físico
y de tu experiencia mental/emocional/espiritual.
Donde pones tu atención construye quien eres,
el mundo que habitas
y el sentido y la experiencia de la vida que vives.

Las meditaciones atencionales ponen el foco en la atención.
Es el caso del mindfulness y otras.


Las meditaciones generativas se centran en la experiencia interna que generas,
las semillas que riegas y nutres en el campo kármico,
en el océano de tu inconsciente
y también del consciente.
Si generas alegría y confianza, o bien miedos, a la muerte, y a la vida.
O si generas amor, gratitud, apreciación
o victimismo.
Es el caso de algunas meditaciones guiadas tibetanas,
que usan el análisis conceptual apropiado para llevarte a una experiencia contemplativa
que se va integrando más y más con la práctica
(la compasión, el amor, etc.)
como una semilla que se riega y crece
sana y abundante.

Las meditaciones deconstructivas son las que investigan viejas creencias fundamentales,
como "Quién soy yo?".
Un ejemplo de ellas son las meditaciones en la vacuidad,
el interser, la interdependencia.
O esos instantes de entrega en los que sueltas el "yo" y su equipaje (te quitas de en medio)
y naturalmente te disuelves en ese océano de energía cósmica, visible e invisible.
Todo el mundo construido se deconstruye, se viene abajo,
incluido el personaje-yo y todos los demás personajes.
El viejo mundo, la vieja vida
deconstruida, por unos instantes.
La semilla del despertar regada una vez más.
La flor más viva.


No es que estén separadas, las tres clases de meditación están estrechamente vinculadas.
En cualquiera de ellas acabas encontrando a las otras dos.



A veces suena la campana
(no importa que la meditación sea formal o informal, en la vida diaria)
y observa dónde está poniendo la atención,
qué semillas/experiencias está regando
y qué mundos está construyendo
y deconstruyendo.
El personaje que está generando
en el guion
del relato
en construcción.




miércoles, 2 de agosto de 2023

El Cambio.

 


A veces el "cambio", la realización profunda,
no tiene nada que ver con un instante concreto de inspiración, o de asombro,
un punto clave destacado en la línea horizontal de la vida diaria.
No es necesariamente siempre una experiencia de "insight" y transcendencia.
Puede ser que, simplemente, te des cuenta en un momento dado de que
un Cambio significativo se ha producido,
de una manera silenciosa.

Por ejemplo, pongamos que tienes una tendencia a la preocupación,
una de las manifestaciones del miedo.
Te vas a un retiro e intuyes que se van a dar ciertos pequeños cambios significativos en tu vida
(como cuando soplas las velas del pastel de cumpleaños, después de formular un deseo).
Y ahí estás, en la vida diaria del trabajo complicado en el retiro,
en la agitación del servicio voluntario,
las responsabilidades, los retos.
Y de repente descubres que tu vieja amiga, la preocupación,
los miedos y temores habituales
no han hecho acto de presencia,
en un caldo de cultivo tan propicio,
con tantas condiciones a su favor.

Cuándo ocurrió ese Cambio exactamente? No lo sabes.
No "ocurrió".
Ningún momento específico de "comprensión profunda".
Esta vez el Cambio no tuvo lugar con fuegos artificiales
o profundas consideraciones conceptuales.
Todas las teorías conceptuales ya las sabías antes
pero el Cambio no tenía lugar.
Y de repente lo tuvo, mágicamente.
Sin palabras, sin ruido.

Así es a veces.
Otras veces, el asombro.
Y otras, la carcajada
(el desvelo de la vieja inocencia, en realidad la hipnosis inconsciente).
Y algo cambia en tu actitud vital.
Y ahí se queda.




lunes, 31 de julio de 2023

El miedo.

 



Cuanto más miedo te da el miedo, más necesitas reconciliarte con el miedo.
Compréndelo.
Al fin y al cabo, como todo lo que aparece, el miedo también es una cara de Dios,
la Energía manifestada, el Tao,
la Vida misma.
Así que no tiene sentido desahuciarlo 
(no funciona, y tampoco es posible),
rechazarlo, ignorarlo,
como un niño abandonado.
Los niños abandonados sufren mucho
y pueden hacer mucho daño,
en justa retribución.


El miedo también puede ser el dedo que señala la luna.
El dragón que te saca de la zona de confort.
Puede ser un carcelero, es cierto
(si lo vemos como tal y lo tratamos como tal,
y le damos ese rol en nuestra vida),
pero ese mismo dragón también puede ser el rescatador,
un dragón alado que te libera del castillo del ego, del yo separado,
como una jaula de oro, tan pequeña y limitada.

El miedo puede ser lo que tú quieras ver,
lo que le dejes ser.




domingo, 25 de junio de 2023

La fuerza y el miedo.

 


A veces tiene fuerzas y a veces tiene miedo.
Pero cuando aparece el miedo, a lo que sea,
es como una llamada en esa dirección,
así que, al final, miedo y fuerza son como dos caras
de la misma moneda.
El miedo como un impulso, hacia la vida,
hacia el vientre de lo no-conocido.
Y la fuerza como una entrega, como un impulso también,
hacia la muerte, si hay que morir
(el compromiso del samurai).
Y hay que morir.
Toda vida conocida, que un día nació,
está destinada a morir.

A veces le parece que la fuerza nace de la confianza, pero no es así.
Cuando hay confianza es como un paseo amable y fluido,
sin rechazo ni resistencia.
Cuando confías no necesitas ser fuerte
o valiente.




Es como cuando siente el frío del invierno, como una contracción en los músculos.
El frío, en casa, el cuerpo y la mente contrayéndose
conforme la energía se disipa en un gota a gota imperceptible. Debilitándose.
La contracción del frío interior.
Entonces se pone las bambas y coge la bicicleta rumbo al mar.
El espacio abierto.
Hace frío, sí, pero ahora es otro frío.
Y ya no es contracción, ni debilidad,
es un frío expansivo, lleno de fuerza.
Entra en el mar frío, como una catarsis.
Las telarañas de pensamientos y emociones
(si las hubiera, las conscientes y las invisibles)
disolviéndose en el mar.
Y ya no hace frío. No ese "frío".
(Por qué utilizamos las mismas palabras para referirnos a experiencias tan diferentes?).
Sale desnuda de las entrañas del mar convertida en una fortaleza.
Y regresa, de vuelta a casa, ligera y audaz,
preparada para lo que tenga que llegar,
el sistema de defensas activado, como un castillo,
como una fortaleza inexpugnable.


Así que a veces se siente fuerte, como una fortaleza casi inexpugnable.
Con la libertad de la fortaleza, que aún no es auténtica libertad.
Te sientes fuerte para afrontar los obstáculos cuando aún ves los obstáculos
como obstáculos.

A veces se siente fuerte, y a veces el miedo,
Y a veces nada,
simplemente la entrega.
La confianza.
La Vida misma.