domingo, 25 de diciembre de 2022

El poder de la bondad.

 


Y el cielo se abre cuando temes por una tormenta
y sale el sol.
Parece una redundancia, verdad?
Tan obvio. Una perogrullada.
Míralo en tu vida diaria.

Has dicho o hecho algo que podría provocar una respuesta airada,
defensivo-agresiva, un mal rollo.
Tu corazón se encoge ante el previsible desenlace de los acontecimientos.
Y sin embargo, la otra persona te responde con amabilidad,
comprendiendo tu enfoque.
Y qué ocurre en tu interior?
Una experiencia de alivio, de gratitud,
el corazón abierto, sin miedo ahora,
la profunda paz
(ante la posibilidad previa de un escenario de guerra).

El cielo se abre cuando temes por una tormenta y sale el sol.
El poder de la bondad.

No siempre funciona así, ya lo sé,
pero a veces funciona así.
Y es bueno saber verlo.
Alguien te lanza lo que tú consideras una ofensa.
Pero no respondes de inmediato.
Miras la situación, miras a la persona.
Y qué ves?
Podría ser que encuentres miedo (al conflicto abierto),
o la herida que la llevó a actuar así,
o cualquier otra cosa.
Y a eso es a lo que respondes, no a la "ofensa" en sí.
Si hay miedo, estrechas la mano, o quizás un abrazo.
No quiero decir literalmente, sino metafóricamente, en tu respuesta.
Si hay dolor, acaricias.
En cualquier caso, acompañas,
no machacas de vuelta, la reacción automática.
No se manifiesta la agresión de tu ego herido.
No aparece el ego herido.
El amor te ha protegido,
a ti y a la otra persona.

El amor es siempre la mejor defensa, en todas las direcciones.
Me protege a mí misma y protege a mi entorno,
las personas, la situación.
Protege a la comunidad.




viernes, 23 de diciembre de 2022

Celebraciones familiares.

 


En un sentido, la navidad es como la muerte.
Se acerca y te pone de bruces con tu vida,
con lo que has construido, con lo que tienes en estos momentos.
Toda tu trayectoria se despliega en un sinfín de fotogramas,
algunos más significativos, otros menos.
Se activan los viejos dolores, los errores cometidos,
las agresiones recibidas y las que tú misma lanzaste.
Y esa extraña tendencia a las comparaciones en la que mayoritariamente 
sales perdiendo.

Podrías aprovechar este tiempo para hacer balance.
Pero, sobre todo,
para ver si te protege el amor
o te domina el miedo.
Y para verificar
si tu mirada es la del sueño lúcido
o la hipnosis te ha engullido como un tsunami.
Un mero sueño.
Otro más.




domingo, 18 de diciembre de 2022

La impermanencia.

 


El sonido del viento,
su voz de aire, a veces como un silbido.
A veces su presencia invisible se manifiesta en un golpe sutil en la ventana
o en el temblor del toldo de la terraza.
La voz del viento, como una ola de aire.
El tren que pasa.
Atardece.
El sol se aproxima al horizonte de mar
y al horizonte de montaña,
abandonando la masa de nubes grises y blancas en lo alto.
Desciende lenta y silenciosamente sobre una franja de cielo claro.
Silencio y quietud en su refugio
mientras el mundo continúa su danza imparable.

Aunque no hagas nada, la Vida continúa su devenir.
Aunque no hagas nada, el guion de tu vida no se detiene.
No tienes que hacer nada para que el flujo continúe con su propio ritmo,
de acuerdo a la ley de la impermanencia.
Cada vida como un bardo entre otras dos vidas en transición.
No hace falta que hagas nada, la película continúa su desenlace;
el libro sigue escribiendo su relato, 
trazado por una mano invisible.

Le gusta sentarse y contemplar.
Al atardecer es tan explícito.
Al amanecer también.
Especialmente cuando la voz del viento le pone sonido
al movimiento que no ve.
O la lluvia, limpiando escenarios viciados.

El silencio y la quietud en realidad no existen,
no son experiencias de este mundo, tan lleno.
Tan llenos, el silencio
y la quietud.
Como el espacio vacío, tan lleno de sueños.
Tanta energía en movimiento.
A veces siente vértigo.

Descansar, para ella, es disolverse en el misterio de este océano.
Como agua vertida en agua.





sábado, 10 de diciembre de 2022

El paso de las estaciones.

 



Silencio.
Sacando la vida guardada en la maleta.
Le llegó un texto en el que decía que a veces viajamos por la vida
como si lleváramos otra vida en la maleta.
Se detuvo un momento en el camino y abrió la maleta.
Ya no le quedaba otra vida guardada en el bolsillo (viajaba sin bolsillos)
así que le tocaba vivir ésta.
Miró a su alrededor y contempló con ojos nuevos.
No es que esta vez el otoño haya pasado sin hacerse notar
sino que este otoño es otro.
No es el del año pasado, por ejemplo.
Se viste de otros colores, de otras formas,
de otras temperaturas.
Pero aquí está.
Son sus expectativas, aguardando un diseño conocido,
las que le impiden ver un nuevo otoño.
Y lo cierto es que el otoño llegó cargado de regalos.
Algunos le gustaron más, otros menos.
Pero al fin y al cabo las preferencias personales son bastante irrelevantes.
Miró el otoño que quedaba atrás como una tierra fértil, cargada de frutos.
Era solo un sueño, sí,
bajo los efectos de la hipnosis de esta maga que es la mente.
O quizás simplemente el juego de la Vida,
el juego de Dios, divirtiéndose.
Y la Vida decía: Ahora otoño, ahora invierno.
No por mera diversión, seguramente, sino para que no olvidemos
nuestra mortalidad.

Se pasa los días rezando, casi suplicando, como un mantra:
"Que no me olvide".
Y sin embargo, el recordatorio está siempre presente.
La Vida ya hace su trabajo, sin que le reces.
La Vida te pone las condiciones para que no olvides que estás en el sueño;
el huracán de Samsara (la hipnosis) secuestra al personaje,
que siente que todo es muy real,
lleno de amenazas,
y se llena de miedos.
Como la vieja lucha entre ángeles y demonios que le enseñaron en la infancia.
Así que decide hacer una alianza con los dos.
Qué otra cosa podría hacer?
Acoger los miedos tanto como las celebraciones.
Y ver cómo se disuelven sin resistencia.
Ambas.



viernes, 2 de diciembre de 2022

La impermanencia.

 


Aún no se ha ido la noche
y los reflejos y colores de la salida del sol en el mar
llegan a su paisaje de cielo, en el marco de la ventana.
El sueño es confortable y caliente debajo del edredón pero el despertar ya es fresco.
Observa el brillo del sol reflejado en un edificio,
como una linterna encendida, como un faro.
El cielo como una acuarela de rosas y grises y celestes.
Por momentos, la tabla de colores se cubre de un fino filtro gris
y luego la cortina se corre y aparecen contrastes de luces doradas y sombras suaves.
La luz dorada del sol naciente
en pocos minutos será plateada
y seguidamente perderá su color,
tan intensa, tan presente ya, que parece que no estuviera.
Cuando algo se hace plenamente presente, se tiende a olvidar.
Es en la novedad y en la incertidumbre cuando, paradójicamente,
se hace más presente,
por la fina distancia con su ausencia.

La vida como un sueño, como un océano de olas
que nacen y mueren.
Tan impermanente.
Un otoño por delante, no dirá "otro".
Uno nuevo, lleno de regalos nuevos, aún por descubrir.






jueves, 1 de diciembre de 2022

El otoño.

 


El otoño ya ha llegado a casa, discreto.
Este año le costó mostrarse.
Apenas se le oyó venir
ni notó su presencia.
Así que se sienta en silencio y se sumerge en la escucha atenta, la contemplación.
Escucha su voz en el soplido del viento,
la respiración del Cosmos.
La respiración de Dios.
Observa sus colores en los árboles de las islas verdes de la ciudad, bajo sus pies.
En la piel rugosa del horizonte de montañas.
Y en el horizonte de mar, que se ha vuelto azul y gris y rizado.

Lo contempla todo desde su atalaya.
Reconoce el otoño también en el cielo cubierto, como un techo de nubes.
Despejado a medias en la franja que besa el horizonte de montañas
y el horizonte de mar,
por donde se cuela la luz del sol
que desciende a la hora del crepúsculo.
Los colores a punto de estallar en un despliegue de magia. Otoñal.
Otro año abriéndose camino, haciendo camino.
El sueño que no cesa.




domingo, 27 de noviembre de 2022

La vida como nubes en el cielo claro.

 



Las nubes en el cielo, viajeras.
Haciendo aún más presente, más lleno y hermoso
el espacio vacío.
Como un lienzo manifestando sus formas y colores ocultos.
Así las propias nubes en su vida.
Un día le preguntó a su maestro: Por qué surgen las apariencias?
Y él respondió: Para hacernos sufrir.
No le convenció la respuesta.
Como, siendo una niña, no le convencía la visión de un Dios implacable,
severo y castigador.
Si existe algún Dios fuente de sabiduría, cómo no va a ser comprensivo y amoroso?
Si una madre es capaz de comprender cualquier afrenta de su hija o de su hijo,
ver sus heridas y su sufrimiento,
desearle lo mejor y esperar con paciencia y confianza,
cómo va a ser Dios menos que una madre?
Hace tiempo se quedó huérfana de ese Dios, también.

No cree que las nubes en el cielo aparezcan para hacernos sufrir.
Tan embriagadora la luz de la noche y la luz del día,
el amanecer, el larguísimo crepúsculo.
Y, sin embargo, no generan apego.
No te empeñas en retenerlas -las nubes, la luz.
Por el contrario, invitan a la realización de la impermanencia.
Así, cualquier apariencia en su vida, cualquier situación,
es una oportunidad para comprender, para la realización.

Qué desperdicio encogerse de miedo
en vez de abrir los brazos al regalo!
Y celebrar.




jueves, 24 de noviembre de 2022

Instante eterno.

 



Que se eternice el instante.
Surge como una oración, como un mantra.
"Que se eternice el instante" no quiere decir este momento concreto,
la contemplación del cielo cubierto y el mar rizado, desde su atalaya.
La quietud en el pueblo sembrado de islas verdes, bajo sus pies.
El silencio. El vuelo de las tórtolas.
Sabe que eso no es posible.
Querer eternizar las manifestaciones sería un deseo fallido,
como detener el movimiento de las olas en el océano.

Aun así, su oración:
Que se eternice.
El asombro, la fusión de este instante, la disolución.
La plenitud.
El amor sin la palabra "amor".
El amor como una explosión natural e inevitable.

Cuando el escenario cambie al ritmo de las agujas del reloj,
que se mantenga este instante interior.
En el tren de vuelta a casa, con vistas a los acantilados, los espigones y rompeolas.
Que se mantenga el asombro, la rendición (nadie ya para rendirse).
En la reunión de la comunidad de vecinas, por la tarde;
en el regreso a la cama, bajo el edredón; en el sueño.
En el despertar a un nuevo día
(tengo por delante 24 horas para ser feliz y hacer felices a los demás).
En el ritual del desayuno silencioso, la ofrenda, la contemplación.
En el taller que compartirá en la mañana, despedida y abrazos.
Que se mantenga la disolución
como agua vertida en agua.

Tengo por delante una vida para vivir en el cuerpo de Dios.
Y Dios tiene una vida para vivir en este cuerpo.
Que se eternice el instante.
Que no olvide más.




viernes, 4 de noviembre de 2022

Todo está aquí.

 


Después de la cena subieron al terrado a tomar helado
a la luz del paisaje de cielo, la luna creciente y las estrellas.
La luz del cielo nocturno sobre el pelo blanco de Apolo
hacía su cuerpo de gato aún más blanco.
El chocolate almendrado se disolvía en su paladar
como ella misma se disolvía en la noche.
Y entonces aparecieron todas esas imágenes como fotogramas:
ella en el terrado degustando el helado bajo la luna,
el momento en que nació, la muerte de su madre,
el nacimiento de su madre, su juventud, sus sueños,
su propia infancia con trenzas, la adolescente en el espejo,
su cuerpo envejecido,
su propia muerte...
¡Todo está aquí!
Supo que todo está aquí, como una revelación.
Este presente tan habitado.
Desde entonces, su vida diaria ya no era la misma.
La visión más abierta,
como un gran angular.



Querido amigo,
dices que el presente es lo único que importa,
el pasado pasó y el futuro aún está por llegar.
Y si digo "Todo está aquí ya, en este sueño",
tú respondes
"No comprendo eso, yo no me complico la vida".
Bien.
Atendamos a otra situación,
como dos testigos observando lo que acontece.

Ahí estás, tú mismo, sentado a la mesa a la hora de comer.
Momento presente.
Realizas tus oraciones de gratitud
a la aportación de tantos seres que hacen posible tu alimento.
Miras las hojas verdes de lechuga y los brotes de kale,
la remolacha y las aceitunas en el plato.
Ves las hojas verdes tiernas, sí, pero ves también el sol y la lluvia,
la tierra, los nutrientes,
la siembra y la cosecha,
el transporte hasta la tienda del barrio,
la construcción de las carreteras que hicieron posible el transporte,
la compra en tu cocina, la persona que preparó tu comida,
la asimilación de sus nutrientes en el caudal de tu sangre,
parte ya de tus órganos y tejidos,
de quien eres.
Todo ello tan presente.
En tus oraciones.

Todo está aquí.
Igual que la lluvia y el sol de ayer están en las hojas de rúcula, cogollo y escarola en tu plato,
las lágrimas y las risas de tu padre, los cuidados de tu madre, sus abrazos,
también están aquí.
Y si ahora te alimentas de los productos de la tierra,
que este cuerpo que ocupas nutra a otros organismos
es cuestión de tiempo.
Y ese instante ya está aquí, también.

Todo está aquí.
El pasado en todas sus versiones,
el presente y el futuro,
en todas sus potencialidades.

Qué carga más pesada!, dices.

Cuánto pesa una nube?
Da igual cuántas toneladas,
flota y se desplaza con la ligereza de una pluma.

Cuánto pesan los sueños?
El sueño de esta vida no pesa más.




sábado, 29 de octubre de 2022

La experiencia también es el Ser.

 


Querido amigo, 

En nuestro encuentro de ayer, entendí que decías que no te interesan las experiencias/vivencias,
sólo te interesa el Ser.
Quizás puedas explicarme la diferencia.
(Entre el Ser y las vivencias)


Para explicar un poquito más la pregunta. 

Por mi parte, cuando hago inmersión en la experiencia
(ya sea de tristeza, alegría, frustración, regocijo, la que sea),
siento que en el fondo no hay diferencia entre ellas.
En todos los casos es mera energía movilizada. 

En esa inmersión, en ese encuentro desarmado (sin resistencia, de entrega)
con la experiencia profunda,
generalmente aparece una sensación muy placentera de fusión,
de disolución del yo separado ("como agua vertida en agua")
y entonces siento que no hay diferencia entre cualquier tipo de experiencia,
y también entre la vivencia misma y el Ser.
(De hecho, la vivencia me ayuda a tomar conciencia profunda del Ser).

No hay nada (experiencias incluidas) que no forme parte de la Unidad.
Porque al final todo es "energía" (o como le quieras llamar: Ser),
la Energía/Ser tomando forma. 

Resumiendo: que no encuentro gran diferencia entre la vivencia (sea la que sea)
y el Ser que soy.
Porque todo es el Ser, manifestándose de formas diferentes. 

Si tu experiencia es diferente, me gustaría conocerla. 


Un abrazo. 





domingo, 23 de octubre de 2022

El silencio en la escucha atenta.

 


Me preguntas sobre desaprender.
En qué consiste, cómo identificar lo que hay que desaprender, y lo que no.
Cómo llevarlo a cabo.
Y acto seguido la universidad de la vida nos presenta una ilustración:
El conflicto.
Y el consiguiente impulso de ayudar.

Pongamos que vivo un problema y te lo cuento.
O simplemente lo ves, eres testigo.
Con la mejor intención, lo abordamos. 
No lo dejamos pasar como si no existiera. Lo queremos comprender.
Y eso está muy bien.
Con la mejor intención, quieres ayudar.
Ayudar.
Y quizás se nos escapa que en nuestro ánimo de ayudar
y ofrecer soluciones
ya existen juicios, prejuicios incluso (a menudo invisibles)
y un saco lleno de lecciones para regalar.
Con la mejor intención.
O simplemente un hábito aprendido.
(Para sentirnos importantes, para que nos quieran...
cada cual sabrá sus motivaciones ocultas).
Y quizás es una vieja costumbre para soltar,
sostenida en una serie de creencias 
para desaprender.



Si vives un conflicto, un bloqueo en tu vida 
(con alguien o con alguna situación),
estoy aquí para escucharte, amigo mío.
Para acompañarte.
Para comprenderte en la medida que me sea posible.
Y poco más.
No esperes de mí un "no", "estás equivocado".
"Yo te voy a enseñar cómo son las cosas".
"Yo te voy a dar la solución".
No esperes que te diga lo que sientes, como si lo supiera mejor que tú.
No esperes que te dé respuestas,
como si alguien fuera de ti supiera mejor que tú las condiciones visibles
e invisibles
de tu vida,
las físicas y las emocionales,
la trayectoria histórica que te ocupa.

Si siento un dolor y lo comparto contigo,
no me digas que no lo siento, que no es real,
mi culpa en el asunto, mi responsabilidad.
Con la mejor intención, ya lo sé.
No me repitas todas las teorías espirituales
que hemos leído y escuchado.
Porque todo eso probablemente yo ya lo sé.
Si tienes la visión para comprender todos los condicionamientos kármicos
o emocionales
que han emergido en estos momentos de mi vida,
o si no tienes esa capacidad,
no importa.
Basta con que me escuches,
la escucha atenta,
desde el más profundo silencio interior.
Acalla todas tus voces y todas tus lecciones.
Es suficiente con que me acompañes,
me veas navegar este pequeño tsunami
y lo dejemos pasar.
A veces puede que te parezca que me engulle,
que me hundo en las entrañas de un océano de confusión.
No importa, emergeré de nuevo.
O no.
Aun si me fuera la vida en ello,
no importa tanto.
Pero no me des consejos si no te los pido.
No me des lecciones,
ni soluciones.
No resuelvas por mí.
Puedes hacerme preguntas, si las necesitas para comprender mejor
la travesía por la que estoy pasando.
Pero no me des tus respuestas,
porque necesito hacer mi propia exploración
y no me sirve que pongas tus palabras en mi boca.
Déjame buscar las mías propias.
Y no me juzgues, me valides o me rechaces.
Acompañar es suficiente.
Y si además tienes confianza en mí, mejor que mejor.
Estar presente, amigo mío, me basta.
Esa compañía.
No es necesario que te esfuerces más, para dar algo más.
Eso es todo.
Todo lo demás me sobra.



Sobre desaprender, la vida diaria nos presenta a cada momento
hábitos personales, tendencias y creencias que conviene soltar.
También en nuestra llamada a ser útiles y ayudar:
Dar lecciones. Validar. O rechazar.
Juzgar. Imponer soluciones.
Todo eso que te parece tan certero para ti quizás no vale nada para mí,
si no lo descubro por mí misma.
La arrogancia que se disfraza de todos esos servicios que aparentemente surgen de la bondad.
La inseguridad oculta tras esa arrogancia
y esa certidumbre.
El miedo.
Todo eso puedo empezar a verlo.
Y se desaprenderá solo.

Así que ya lo sabes, amigo mío.
Cuando afrontes un conflicto doloroso,
aquí estoy para escucharte,
para acompañarte en la travesía, si es posible,
hasta que las aguas se apacigüen.
Porque confío en ti.
Y nadie más que tú tiene las respuestas que buscas en tu propia aventura humana.
Por eso no escucharás de mí consejos ni soluciones,
ni juicios ni críticas,
ni tampoco validación o decepción o rechazo.
Nadie más que tú saldrá de tu propio agujero
Y nadie mejor que tú sabe cómo hacerlo.
Y lo mismo sobre mis propios agujeros negros.

Confío en ti, eso es todo.
Confía en mí tú también.
No me quieras ayudar demasiado.
Contar contigo es el más grande regalo.
No me quieras dar más.




sábado, 15 de octubre de 2022

La emoción no depende tanto de lo que pasa fuera.




Querida amiga,
parece que estás triste por un motivo concreto, verdad?
O enfadada, o frustrada.
Te preguntas por qué y encuentras una causa.
Y aunque no te lo preguntes, automáticamente encuentras
causa y efecto, esa correlación inevitable.
Y luego dices:
Paciencia, mañana será otro día.
Y mañana probablemente te despertarás más fuerte y confiada,
menos triste o frustrada
o lo que sea que te perturbaba ayer.
Y sin embargo, la supuesta causa sigue presente.
Y es que quizás la causa que consideras el origen de tus males
es solo una condición, entre otras.



Yo también me encuentro triste a veces
o frustrada.
Y reconozco la experiencia, tan familiar.
Ah, amiga mía, otra vez estás aquí.
Aparece la experiencia, kármica si quieres, por tendencia,
por la práctica misma, ya tan familiar,
tan parte de mí, este personaje.
Aparece y puedo buscar la causa (de esa tristeza, por ejemplo)
y seguramente la encontraré. Motivos para la tristeza.
Pero si busco también encontraré motivos para la alegría
y sin embargo no ha emergido, no está en este momento.

Si lo que ocurre es la causa de lo que siento
debería sentirme muy alegre todo el tiempo,
por todos los regalos de la vida
(estos ojos para ver amaneceres; estas piernas para caminar playas y montañas;
quizás una buena salud; una casa, que no he construido con mis manos; comida en la mesa,
que no he cultivado; tal vez una familia, amigas, amor para ofrecer...).
Si las condiciones y las situaciones externas son la causa de lo que siento
debería sentirme muy agradecida y feliz todo el tiempo.
Y sin embargo no es así,
y ahora ha aparecido la tristeza, esa experiencia,
porque se han dado las condiciones necesarias,
entre ellas, que es una visitante asidua.
Y me la creo como algo real, que depende de lo que está pasando fuera.

Pero ya mismo se está debilitando.
Y decimos: "Mañana será otro día".
Y mañana quizás ya no estará,
aunque persista la misma situación objetiva que considerábamos
la causa de la tristeza.
La tristeza ya no está.
Y en su lugar, a lo mejor está la alegría, la fuerza, o la confianza.

Puedes buscar causas externas para la fuerte emoción que te embarga, esa experiencia,
y las encontrarás.
Pero no son el origen, solo condiciones.
Si prestas atención, si indagas en tu propia trayectoria,
ves que la misma situación que hoy te produce frustración o envidia
ayer te generaba regocijo y alegría.
Porque la situación no es la causa.
La causa está dentro de ti.

La situación externa no es la causa, solo es una condición más.
El origen es el karma intrínseco, la tendencia, la familiaridad.

Aparecen emociones/experiencias que cultivamos (y creemos),
cuando se dan las causas, diversas,
y las afianzamos con la creencia de su inevitabilidad,
tan intrínseca a la situación externa.

Pero finalmente la experiencia se debilita y se esfuma, como agua evaporada.
Ya no está.
Aunque la situación externa persista.

Así que cuando aparezca una emoción/experiencia
no busques tanto una razón objetiva, una situación externa
que la justifique
y la estabilice.
Mírala como lo que es:
una emoción que ha emergido como una ola
que ya está debilitándose
y desapareciendo
como agua vertida en agua.




sábado, 1 de octubre de 2022

Tiempo para la meditación.

 


Sólo se necesita un instante para vivir un retiro.
Un retiro es como una peregrinación, un viaje de autoconocimiento.
Decir "autoconocimiento" es como decir "conocimiento de la Vida", de lo que es.
No hay separación.
Pero eso lo descubres en el transcurso del viaje:
que entre "yo" y "todo" no hay separación.
Que entre Dios y yo no hay separación.

Así que a veces oímos eso de "no tengo tiempo para un retiro"
o "no tengo tiempo para meditar"
y lo cierto es que la meditación o el retiro pueden ser cosa de un instante,
aunque es cierto que ayuda el tiempo de la preparación,
el propósito, la intención.
Pero ese tiempo puede ser un mero pensamiento,
el pensamiento de propósito, de intención,
quizás mientras te lavas los dientes o vas camino del mercado.
La meditación no requiere un tiempo extra,
puedes estar esperando el autobús, en la cola de la caja en el supermercado,
sentada en el metro o esperando a tu hija a la salida de la escuela.
Tú decides en qué utilizas tu actividad mental.
Puedes decir que tienes cosas que "resolver" mientras esperas,
y no te sobra tiempo para perder en meditar,
pero lo cierto es que gran parte de nuestros pensamientos son circulares,
repetitivos, no siempre útiles
y en muchos casos generadores de preocupaciones y miedos.
Así que en realidad no necesitas tiempo extra para meditar, 
si desarrollas la práctica de hacerlo en los denominados "puntos muertos" de tu vida diaria.
Y en los "puntos vivos" también,
porque al final lo único que diferencia una experiencia de meditación de otra que no lo es
es la presencia,
la consciencia del momento presente.

Y en cuanto al retiro,
no necesitas coger un avión para ir al monte Wutai, a encontrar a Manjusri.
Manjusri, Tara o Dios no están tan lejos de donde tú estás.
Así que el espacio de retiro puede ser tu cuarto,
una piedra cómoda en el rompeolas de la playa, o en la arena,
un parque de tu ciudad
o una celda en cualquier convento o monasterio del pueblo.
Puede ser la mesa de tu cocina, en un momento de soledad y silencio.

Aun cuando crees que no puedes, que no tienes tiempo, que no sabes,
si lo tienes presente en tu mente (la intención, el propósito),
cuando menos te lo esperes surge la "gracia"
y ahí estás,
tocando con los dedos el nirvana que creías inaccesible.




domingo, 25 de septiembre de 2022

Los hábitos también crean el personaje.

 


Los designios de Dios son inescrutables.
A veces te cae encima un acontecimiento como una losa pesada,
una pérdida importante, un duelo.
Lo padeces
(con confianza, si tienes confianza en la Vida).
Y seguidamente ves cómo esa supuesta pérdida se convierte en una nueva vía,
una puerta a un escenario nuevo
que enriquece tu vida.
Así que ante las pérdidas, las presuntas carencias,
lo mejor que puedes hacer es ver la puerta abierta,
el abanico de posibilidades nuevas.
Quizás haya que hacer un esfuerzo creativo en la mirada:
apertura, nuevos enfoques...
Porque la inercia de los viejos hábitos pueden ser como las anteojeras de los burros,
que sólo les permiten ver en una sola dirección,
o como los cauces profundos de los riachuelos,
que no hacen fácil surcar nuevos caminos.

Y en cuanto a los mensajes de la vida, más de lo mismo.
Dicen que Milarepa solía decir:
"Yo no leo libros de dharma porque para mí la vida es un libro de dharma".
El escenario de este mundo te habla,
desde que abres los ojos por la mañana hasta la noche,
noche incluida.
En lo que crees ver (oír, oler, tocar) fuera
y en lo que sientes dentro.
Como en una buena película, nada está ahí aleatoriamente, por casualidad.
Todo está lleno de pistas para la comprensión,
para la realización, para el despertar.

En esta ocasión le llegó por fb, esa ventana,
este texto:
"Hacer lo que haces crea hábito.
El hábito crea la personalidad. Y las relaciones.
Lo que no haces crea sensación de imposibilidad.
Vigila lo que haces. Y lo que no haces.
Porque construye quien eres.
Y las relaciones que estableces."

Y de repente vio su vida como un rompecabezas
de infinitas posibilidades.




sábado, 10 de septiembre de 2022

El sentido de la vida.

 



Querido amigo:

Hoy la explosión de colores al salir el sol en el mar no sólo era visible desde la galería de casa sino que invadía el cielo de este a oeste, de norte a sur, envolvente.
Accesible también desde la cama o cualquier ventana de casa.
Una explosión de tonos rosas, violetas, grises, azules y blancos, con una red de estelas anaranjadas de aviones.
Ha durado un buen rato, la maravilla.
Ha sido impactante.
Magníficas situaciones de asombro y fascinación
que dan sentido a la vida,
nada más abrir los ojos por la mañana.

Me acordé de tu comentario anoche, sobre despertarse cada mañana
con o sin sentido de la vida.
Y me hizo pensar
que perdemos el sentido de la vida solo cuando perdemos el centro.
Y eso es lo único que deberíamos buscar, el centro, en el centro.
Y quizás cualquier objetivo o meta externa es sólo una engañifa,
como decía la abuelita del cuento de Rabjor.*

Que no nos pase como a aquel hombre que busca la llave bajo la farola, y no la encuentra.
¿Estás seguro de que se te ha caído por aquí?, le pregunta alguien de paso, que intenta ayudarle.
No, aquí no ha sido -responde él-,
pero es que aquí es donde hay luz.

*
La anciana que en el momento próximo a la muerte dice:
"Ya pasó.
Tanto que me lo creí
y era todo una engañifa."





domingo, 21 de agosto de 2022

Agosto de 2.022

 


Pasa por el cuarto, la cama aún deshecha sobre el tatami, aireándose,
el balcón abierto, la verja de hierro negro que enmarca el paisaje humano,
el espejo que multiplica el espacio y la luz
y el paisaje celeste.
Camina el pasillo y sube la corta escalera al terrado,
el silencio de las vacaciones, la ausencia.
Abre la puerta y ahí está: el aire fresco de la mañana.
Que se pare el tiempo, se escucha pensar.
O al menos, que se pare la presencia,
que se quede. Estable.

Los pájaros son más gregarios que ella,
se oye pensar mientras escucha el coro que surge de la montaña verde,
de entre los copos de los árboles.
Pero también soy gregaria en los pájaros, concluye.



En mitad de la noche abre los ojos solo para seguir la trayectoria de la luna menguante.
Tan poderosa.
Su luz transformadora, tan poderosa.

Por la mañana se despierta aún en la oscuridad del balcón abierto,
presintiendo la llegada de algo.
Se levanta y camina el pasillo hasta las cristaleras de la galería
y ahí está.
Hoy, una bandada de copos de algodón sobrevolando el cielo,
rosas y violetas, blancos y anaranjados.
Y una fuente de luz que surge del horizonte de mar invisible.
Si estuviera en la playa sería espectacular, se escucha pensar.
Es igualmente espectacular sin ella en la playa.
Y la experiencia de asombro es la misma,
sin ese centímetro de paisaje de mar inaccesible
que adivina, por detrás de las tres chimeneas.
Tomó asiento en la galería 
contemplando la magia en el cielo
y la maravilla en su experiencia propia.
La magia, la maravilla.

Que se pare el tiempo, sonó
como una oración.
O mejor: que se pare este estado
de conciencia,
la libertad,
el asombro,
la maravilla.
El amor sin objeto.
El amor alado, sin objeto.
Que se quede la conciencia, libre de lastre,
navegando lo que sea
que tenga que acontecer.





sábado, 13 de agosto de 2022

El purgatorio.

 


De repente, comprende que ha llegado a una especie de purgatorio.
Sabe que no es el infierno porque podría ser mucho peor
y lo sabe porque está al alcance de su vista, el infierno, en algunos barrios adyacentes.
Ve las llamas de los incendios,
el calor extenuante, el frío inmovilizador,
las bombas aniquiladoras, el odio, la persecución...
Lo ve. El infierno existe y no está lejos.
Pero ella aún se mantiene en una relativa zona de confort.
No es el reino de los dioses. Lo sabe porque también ha estado allí.
Ni siquiera el de los semidioses.
Es el purgatorio, que acoge a seres de diferentes reinos:
humano, animal, vegetal
y probablemente algunos más.
Así que ahí está,
"purgando" karma negativo, se podría decir.
Profundamente hipnotizada, bajo los efectos de la hipnosis
de esa maga traviesa que es la Mente.
Atrapada en una pantalla virtual,
sufriendo alucinaciones que duelen
como si existieran.
Y existen, de esa manera.

Así que parece que en este momento del viaje, en esta nueva reencarnación,
le toca transitar el purgatorio.
Y se pregunta si hay algo que pueda hacer para disfrutar de esta parte del trayecto,
con presencia, 
sin el dolor añadido
de querer escapar de ella.
Viviendo con entrega y consciencia
las experiencias que le regala el purgatorio.
Hasta comprender que no hay nada de lo que autocompadecerse.
Cuando reconoces que, en el fondo de todo,
es el mismo sabor.
Un solo sabor.
En cualquier reino que transites.
El mismo sabor.
Simplemente la Vida.





sábado, 6 de agosto de 2022

La plenitud.

 


¿Y si la plenitud fuera esto?

El aire cálido en la piel,
cargado de evocaciones de pasado (la libertad, el esplendor de la vida).
El aire cálido en la piel, presente,
a la sombra del terrado cuando aún contiene el refugio de sombra.
El abanico verde y suave de la montaña.
El coro de pájaros en la banda sonora del silencio.
El vuelo de la gaviota, la tórtola
sobre las cuerdas del tendedero, su canto pertinaz.
¿Y si la plenitud fuera esto?

Después de múltiples reencarnaciones en esta misma vida humana,
tan ocupada en resolver aventuras indescifrables,
llega a esta tierra de nadie.
La contemplación que reconoce algunas luces
y también sombras.
El centro aún parece lejos pero, sin prisa ni anhelos,
se hace a un lado del camino
simplemente para parar,
sin objetivo alguno.

¿Y si la plenitud fuera esto?
Esta parada en el tiempo.
Esta aparente parada en el tiempo aparente.

Soltar relatos ajenos y comparaciones,
preguntas, dudas y conflictos.
La parada.
El silencio. 
La contemplación.
Esa voz en la sombra que dice: la muerte.
La otra voz, de la mano, que dice: la vida.

Después de todo, no hay separación.

Ni siquiera hay nombre.




domingo, 31 de julio de 2022

Sobre la vida y la muerte.

 


La muerte es todo un tema -dijo C, en el grupo de estudio.
A veces me hace sentir un miedo profundo.
A qué?
Al momento preciso,
a lo que hay después,
o peor, a si no hay nada.
A desaparecer, sin más.

Alguien habló de la energía que permanece, del alma,
del pacto de almas.
Alguien habló de la necesidad de un guru que te guíe en el proceso,
de la confianza, la fe,
el abandono, la entrega.
Y a ella le parecía contemplar las múltiples tentativas del ego para sobrevivir.
En el paraíso o en el infierno, donde sea, pero permanecer,
en una vida eterna.
O en la reencarnación, una vida tras otra,
aunque sea sin memoria,
pero sobrevivir.
Y el "pacto de almas" que nos conecta a los seres queridos
(y a los odiados)
una vida tras otra.

Un hermoso cuento, unas metáforas perfectas para comprender
la sucesión de vidas que tienen lugar en esta vida humana.
La reencarnación, el karma, el pacto de almas
en esta sucesión de vidas
en esta vida humana.

¿Y al final de este camino?

Ella se siente como una ola
en un inmenso océano.
Una ola larga quizás,
atravesando aventuras en el viaje
de retorno al vientre de mar,
el mismo de donde salió.
Y una vez de regreso, como agua vertida en agua,
qué queda de la ola?

En la disolución,
¿queda algo de la ola de antaño?




sábado, 30 de julio de 2022

La vida como un río.

 


Para mí la vida es como una navegación -le decía la amiga.
No en vano se utiliza la metáfora del río.
Navegas este río y a la vez eres el río mismo.

Naces en las fuentes, como una explosión de vida, un big bang de agua,
y comienzas a transcurrir entre piedras, peces y plantas desconocidas.
Todo es nuevo y excitante.
Y el ritmo vertiginoso.
Así es la infancia.
Y así sigue siendo la mayor parte de la juventud.
A veces recorres llanos apacibles de sonido sereno,
a veces, caídas inesperadas,
lluvias y tormentas eléctricas.
Atravesando paisajes diferentes, siempre nuevos.

Aunque a veces te parece que los reconoces,
que ya sabes cómo son los elementos del cauce por donde pasas,
no es verdad.
Son otras piedras y tierra
y peces, aves y plantas.

En la madurez parece que el ritmo se aplaca.
Y más adelante aún más.
En la placidez, en algún momento puedes llegar a creer
que ya conoces todos los paisajes.

El movimiento se hace más lento y sereno
en extensos valles y llanuras.
Se diría que tienes más tiempo para observar, para contemplar,
para comprender los avatares pasados
y los presentes.
Y desde esa comprensión, el silencio,
la contemplación.

Tan vacía a veces, con una apertura tal,
que todo aparece fresco y nuevo,
tal como es,
sin interpretaciones conceptuales
ni reconocimiento previo.

Nada que comprender,
como si nada de lo aprendido
nunca sirviera
para nada,
ante las situaciones nuevas.
Simplemente, la contemplación.

Hasta llegar al mar,
cuando te disuelves
y desapareces
como agua vertida en agua.

Y, una vez océano,
¿queda algo del río de antaño?





martes, 19 de julio de 2022

Sobre la mente y el cuerpo.

 


Ayuda a vivir
conocer cómo funciona la mente, la propia.
Ver venir las preocupaciones, los miedos, las amenazas.
Contemplar cómo construimos fantasmas de poder
y verlos materializarse.
Eso que llaman la ley de la atracción podría ser, en realidad,
la ley de la creación.
Ayuda a vivir verlo aparecer, por una fuerza de inercia kármica,
por familiaridad, como una vieja compañera de viaje.
Observarla llegar, reconocerla como lo que es (pura ilusión)
y verla disolverse.
Y, a veces, verla crecer,
contemplar cómo nos secuestra,
contemplar el sueño como una pesadilla descontrolada.
Hasta que se debilita en sí misma.
Todo lo que tiene un principio tiene un final.


Ayuda a vivir contemplar cómo funciona la propia mente. Y el cuerpo también.
Moléculas de emoción.
La misma energía, más densa o más sutil, pero la misma.
Observar cómo el miedo se agazapa en la garganta, quizás,
en la forma de un nudo tenso.
O en el vientre.
Cómo algunas situaciones que el pequeño yo rechaza
las rechaza el sistema digestivo,
produciendo indigestiones y desequilibrios.
Contemplar cómo la mente se hace cuerpo.
A veces vivimos tan inconscientes de los procesos de la mente (o del alma),
que se materializan en el cuerpo
como un toque de atención más sonoro.
Así comprendes que en realidad el cuerpo es el inconsciente
del pequeño yo, y del grande,
donde aparecen las voces que no quieres oír,
de las que no quieres ser consciente.


Ayuda a vivir comprender cómo funciona la mente. Y el cuerpo.
Observarles con respeto.
Prestarles atención y cuidarles, como a criaturas que son.
Cómplices.
Compañeras en este viaje.





sábado, 9 de julio de 2022

El asombro ante lo cotidiano.

 


El amigo dijo:
Entiendo la teoría.
Entiendo la importancia del amor
y cómo cambia la experiencia de la vida.
Pero a veces simplemente no está, como un grifo seco.
Por más que lo abras no brota el agua.
Y hasta el grifo mismo acaba secándose, 
como si estuviera a punto de descomponerse en pedazos.
Y sientes que no puedes hacer nada por evitarlo.
La pregunta es:
Cómo enamorarme de lo que aparece en mi vida, con amor radiante, explosivo?
Cómo parar este relato de desinterés
y aburrimiento
por "este mundo"?

Ella pensó que quizás la pregunta estaba mal planteada.
Prueba de esta manera:

Cómo no apreciar este día fresco,
la lluvia suave a ratos,
el piar de las golondrinas y el silbido de los vencejos.
El trayecto por el puerto al mar en bicicleta,
la calle fácilmente transitable, sin muchedumbres de paso.
Tu sonrisa al hablarle a G, para compensar esa tensión que sientes.
La  victoria del amor.
Las nubes viajeras, grises
y blancas de luz al otro lado.
El sonido de la lluvia que de repente estalla, otra vez.
Los vencejos no se acobardan y continúan su vuelo.
El aire un poquito más fresco.
El olor de la tierra mojada.
Los estiramientos en la terraza, frente al mar,
cuidando este cuerpo, tan aliado, tan cómplice.
Cómo no agradecerle a este cuerpo su servicio, 
a tu paso por esta vida.
Entrar en el mar bajo la lluvia fina, 
desplazarte en la piscina, ligera, sin prisa.
Limpiar el cuerpo y la mente bajo una ducha cálida, abundante
y reparadora.

Cómo no darle gracias a la vida por este "no-dolor de muelas",
por estas piernas para caminar montañas,
por estos ojos para ver atardeceres,
la salida y la puesta de la luna.
Por ese cuarto,
por esa cama desde donde se te regala la trayectoria de la luna en la noche,
desde la almohada, sin esfuerzo.
Por este olfato con el que hacer el amor con la lluvia y la tierra,
cuando se funden,
con el cuerpo invisible del romero y la mimosa
y las algas de mar.
El olfato para hacer el amor, para absorber
el cuerpo sutil de otros cuerpos.
El olfato es un órgano aún más poderoso que la piel
que te permite el contacto con el mundo.
La piel te permite el contacto superficial, la caricia, 
el abrazo.
El olfato hace posible la fusión,
la integración,
tú en mí, yo en ti.
Ya sin barreras.


Prueba a contemplar lo que aparece de verdad,
como si fuera la primera vez
(que lo es, la única
e irrepetible),
desde el corazón,
con el asombro original.

Prueba.
Y a ver qué pasa.




sábado, 2 de julio de 2022

La soledad y el amor.

 


La soledad también encierra una oportunidad muy valiosa.
La misma que cualquier otro tipo de relación, o de interacción.
Aprender a amar.

Por un momento, podemos pensar que para eso necesitamos a los demás seres,
y ésa es, de hecho, una puerta.
Pero en la soledad también te relacionas con alguien
y quizás es la relación más complicada de todas,
el reto más difícil.
Aprender a estar en tu propia compañía,
a sentirte suficiente,
aún más, en plenitud,
con ese yo-misma.
Reconocer las luces y sombras sin juicio ni castigos.
Comprender, conocer.
Llegar, a través de esa relación, a la no-relación.
Llegar a Dios.
Al reconocimiento de ser Dios mismo.




Como en cualquier otra relación
(con tu madre, con tu hijo, con tu amiga, con tus parejas),
la soledad te ofrece la oportunidad
de aprender a amar.
Y, después de todo, eres la persona con la que, sin duda,
vas a pasar el resto de esta vida.
Más te vale aprender a conocerla, comprenderla,
ver cómo se disuelven los juicios, rechazos y culpas.
Reírte con ella, con ternura y compasión.

Si todas las demás puertas se cierran, 
siempre tienes una oportunidad para aprender a amar.
La más difícil de todas, el mayor reto.
Así que no tienes excusa.

Y, en cualquier caso, por muchas relaciones que establezcas,
siempre aparecerá el momento en que te tocará estar contigo misma,
al final del día o al principio,
o en el transcurso, en cualquier instante
-a menudo te coge por sorpresa.
El ensayo preciso para el instante final,
tal como llegaste a este mundo.


La soledad es
la prueba del algodón de si el amor del que hablas,
el que dices sentir hacia fuera,
es realmente amor
o requiere otro nombre.
Porque cuando se trata de amor, éste se proyecta en todas direcciones.
No queda ni un solo rincón, 
por oculto que parezca,
al que no pueda llegar.

Y esto te incluye también a ti misma.