martes, 21 de febrero de 2012

Dónde buscas la felicidad?

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Así que has decidido que quieres ser feliz.s feliz;
al menos
un poco más.
Porque reconoces que no todo está en orden y que hay mucho que mejorar
en esta vida.
¿Es ésta una decisión de última hora?
¿Has decidido ahora que quieres ser feliz, más
feliz, y nunca antes se te había ocurrido?
Miras atrás, repasas en tu trayectoria, investigas
y ves que no.
Siempre has deseado ser feliz, estar bien.
Desde que llorabas de bebé para pedir comida
o bebida
o abrazos
o compañía,
luchabas por estar bien.
Te lo currabas
para estar bien.
¿Y lo has conseguido?
A veces, pequeños destellos
de bienestar,
fugaces.
Cuando parecía que conseguías lo que deseabas (qué alivio,
en la disminución de la ansiedad, del deseo previo),
un instante de bienestar que pasaba a dar paso a nuevos asuntos que resolver,
porque en cada cambio externo que conseguías realizar
lo único que hacías era cambiar el tipo de problemas que tenías que resolver
(de los problemas de no tener trabajo pasabas a resolver los problemas de tener trabajo;
de los problemas de no tener pareja a los problemas de tener pareja;
de los problemas de no tener dinero, a los de tenerlo, etc. etc.).


¿La felicidad
no existe?








Esto es lo que ha llevado a decir
a mucha gente, eruditos y autoridades en la materia
(psicoterapeutas, filósofos y filósofas),
que la felicidad no existe
más que como un leve y fugaz destello.
"Instantes" de felicidad,
y, fuera de esto, la felicidad no existe.

Y sin embargo, podría ser que estas autoridades en la materia estuvieran hablando meramente de su propia experiencia,
basada en la erudicción y la experiencia de autoridades que comparten su experiencia.

Y resulta que aparecen otras autoridades que dicen que sí, que la felicidad existe,
pero que no es aquélla.
Que la felicidad profunda, estable, duradera
existe
y que si no la encuentras es porque, quizás, la estás buscando en el lugar equivocado,
donde no está.


Quizás
la felicidad
no está donde
la buscas.


Nos hemos pasado la vida luchando contra el entorno y cambiando las condiciones externas
como quien busca en un cajón, y aquí no está, y cambia y lo busca en otro, y en otro rincón, y en otra habitación,
y en otra casa,
y en otro trabajo, y en otra pareja,
y cambias el peinado y la ropa y hasta el cuerpo, pero allí no está.

Cambiamos cualquier cosa menos la mente, para ser felices,
y así no es posible.
Porque la felicidad
y el sufrimiento
sólo los vamos a encontrar en la mente.





Y cuando descubres esto, es cuando decides que quieres conocer tu mente
(ese nuevo campo de investigación, interno, no externo),
aprender a conocerla
y aprender
a usarla.


Es lo que en budismo se conoce como el "adiestramiento de la mente"
y esto empieza a tener lugar
básicamente
en la meditación.

En el silencio interior,
donde es posible ver,
identificar, reconocer,
desenmascarar
las voces que dirigen nuestra vida.
Y no siempre para bien.
Y no siempre acertadamente.
Es lo que en budismo se conoce como "engaños"
que perturban
la paz
natural
de la mente
raíz.
La mente clara y apacible que emerge cuando las perturbaciones se acallan
y aplacan
y reducen
hasta desaparecer.
La mente clara y apacible donde sí, tal vez, reside la felicidad
profunda,
estable
y permanente
que buscamos.

Y es entonces cuando decidimos dedicar nuestra vida a conocer la propia mente
y adiestrarla,
el mejor seguro
de enfermedad, y vejez, y muerte,
el mejor fondo de ahorros,
la mejor protección
contra todos los males.

Porque no hay otra manera
de vivir
una vida
significativa.




















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Por qué estás aquí?

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A menudo comienzo la clase,
o la meditación guiada, preguntando:
por qué estás aquí?
Es una pregunta que me hago a mí misma continuamente, periódicamente, como un mantra, haga lo que haga.
No es bueno poner el piloto automático y actuar como un robot.
Está bien despertar a lo largo del día (pequeños desperezos)
y preguntarse: Por qué estoy haciendo esto?
(comer, trabajar, ir a la compra, lo que sea)
¿Es un momento significativo de mi vida? ¿Le estoy dando significado?

Pregunto, al inicio de la clase:
por qué estás aquí?
Y no es una pregunta retórica.

Las respuestas casi siempre son variantes en torno a lo mismo:
para relajarme, para parar mi mente, para desarrollar paz,
para conocer mejor mi mente,
para aprender a ser feliz,
para...

Si te fijas, es como una confesión:
Porque no estoy bien.
Porque necesito ayuda.
Si te fijas, es como una petición de ayuda, como un ruego.
Y por eso funciona, la mayoría de las veces.


Necesito ayuda.









Tú no puedes ayudar a quien no quiere ser ayudad@;
a quien no sabe que necesita ayuda, o no quiere saberlo;
a quien no soporta que le digan cómo hacerlo mejor, oír propuestas, sugerencias.

Dicen que el orgullo es el peor enemigo del aprendizaje y el crecimiento;
en definitiva, no es la ignorancia, es el orgullo.
Así que cuando alguien reconoce humilde, honestamente: necesito ayuda,
y se abre a lo que la vida tenga que ofrecer,
ya tiene la mitad del camino hecho.


El buda de la medicina.

Yo suelo preguntar "por qué estás aquí"
porque, en la búsqueda sincera, casi todo el mundo reconoce
humildemente
(lo diga en voz alta o no, da igual):
porque no estoy bien,
porque necesito ayuda,
porque quiero ver qué tienes que ofrecerme
para mejorar.

Como cuando vas al médico.
Explicas tu situación (no estoy bien).
Y el médico, o la médica, te hace su diagnóstico y receta
un tratamiento.
Y tú preguntas
y disipas tus dudas.
Porque sabes que en última instancia tú decides si quieres tomar ese analgésico o no,
ese antipirético o lo que sea,
tú filtras la información y decides.
Pero si te convence, racionalmente,
o si intuyes que por ahí debe ir la cosa,
si tienes confianza,
acoges la prescripción con entusiasmo
y la pones en práctica.

No basta con leer la receta (qué buena idea, qué excelente producto, qué eficaz);
no basta con celebrar las magníficas cualidades del producto
y del especialista que te lo recetó.
Lo tomas, lo pones en práctica
y contemplas sus efectos.
















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martes, 14 de febrero de 2012

La ilusionista.

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Todo el tiempo contemplando el sueño que toca soñar, como un desfile de apariencias, como una cabalgata, una comparsa.
Como si todo el tiempo
estuviera meditando.
Fascinada ante el espectáculo, el desfile de figuras kármicas.

El desfile de figuras kármicas





















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martes, 7 de febrero de 2012

Cuál es la función del dinero?

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Normalmente creemos que la función del dinero es comprar cosas. O ahorrar, asegurarnos el futuro.
O aparentar, qué sé yo. Cada persona puede tener su respuesta.
Yo creo que la función del dinero no es la que parece.
La función del dinero (o de cualquier objeto) es producir experiencias. O producir karma, como te guste más.
Piénsalo: es como el monopoly, crees que compras casas y calles y demás; pero cuando se acaba el juego, qué te queda? Sólo las experiencias que has generado: de ambición, avaricia, generosidad, juego, divertimento...

El dinero aparece en tu vida como todo lo demás: para que generes experiencias -emociones, karma, llámalo como quieras.
Y eso es lo que te queda cuando la apariencia
desaparece.

Como todo lo demás.
¿Crees que la función de tu casa es acogerte, darte cobijo, protegerte del frío
y del calor?
Quizás. Pero en realidad es mucho más.
Como todo lo demás, su función es producir experiencias kármicas.







Y lo mismo con el coche,
la ropa,
la cafetera,
los libros...






Su función nunca es la que parece.
Quiero decir que, al final de todo, en última instancia, la función aparente pasa, cesa,
pero la experiencia kármica (de acuerdo a la ley de causa y efecto) queda.
Como semillas para generar nuevas experiencias
futuras.
Dependiendo de si has afianzado más tu apego, avaricia, resentimiento, sentido de segregación o conexión, ligereza, generosidad...

Yo creo que los objetos, todos (desde el dinero a las personas pasando por los sueños y proyectos) aparecen en tu vida como pruebas
para ver
qué sacas
de ti
mism@.




Al final, los objetos pasan
(etapa tras etapa, capítulo tras capítulo, como nubes en el cielo, como sueños
en el sueño)
y lo único que te queda es lo que has ido construyendo
de ti mism@,
lo que has ido haciendo
de ti.

Más cerca de la libertad o menos.

Más cerca de la grandeza
o menos.

Más cerca de estar en todas partes
y serlo todo,
o más segregado y pequeño
y triste.

Al final
todos los objetos, todas las apariencias
sólo son como pruebas (alucinaciones, pero pruebas al fin)
que dan lugar a experiencias
que son como piezas del puzle
que te van construyendo
día
tras día.





















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jueves, 2 de febrero de 2012

Si tienes el síndrome de la paz interior, muéstrate natural.

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Síntomas
de paz interior:

• Te mantienes feliz aunque las condiciones externas sean adversas.
• Supresión de la preocupación.

• Alteraciones de personalidad que incluyen:
Incapacidad para enojarte y desarrollar otras perturbaciones mentales,
desarrollo inesperado de paciencia

y sentimientos amor y felicidad.
• Ataques de paranoia que piensa que toda la gente conspira para hacerte feliz.
• Sentido de vida
que hace que ya no te preguntes por el sentido de la vida.
• Mejoría inexplicable en tus relaciones de pareja, familia, amigos y compañeros de trabajo.
• Sensaciones de bienestar, inspiración y tranquilidad.
• Olvido del significado de las palabras estrés y miedo.
• Aumento de demostraciones de generosidad.
• Facilidad para concentrarte.

La paz interior es altamente contagiosa. Si tienes estos síntomas compártelos con todos los seres que te rodean.

(De Kelsang Namdrol
del Centro Budista de Buenos Aires)