domingo, 27 de noviembre de 2022

La vida como nubes en el cielo claro.

 



Las nubes en el cielo, viajeras.
Haciendo aún más presente, más lleno y hermoso
el espacio vacío.
Como un lienzo manifestando sus formas y colores ocultos.
Así las propias nubes en su vida.
Un día le preguntó a su maestro: Por qué surgen las apariencias?
Y él respondió: Para hacernos sufrir.
No le convenció la respuesta.
Como, siendo una niña, no le convencía la visión de un Dios implacable,
severo y castigador.
Si existe algún Dios fuente de sabiduría, cómo no va a ser comprensivo y amoroso?
Si una madre es capaz de comprender cualquier afrenta de su hija o de su hijo,
ver sus heridas y su sufrimiento,
desearle lo mejor y esperar con paciencia y confianza,
cómo va a ser Dios menos que una madre?
Hace tiempo se quedó huérfana de ese Dios, también.

No cree que las nubes en el cielo aparezcan para hacernos sufrir.
Tan embriagadora la luz de la noche y la luz del día,
el amanecer, el larguísimo crepúsculo.
Y, sin embargo, no generan apego.
No te empeñas en retenerlas -las nubes, la luz.
Por el contrario, invitan a la realización de la impermanencia.
Así, cualquier apariencia en su vida, cualquier situación,
es una oportunidad para comprender, para la realización.

Qué desperdicio encogerse de miedo
en vez de abrir los brazos al regalo!
Y celebrar.




jueves, 24 de noviembre de 2022

Instante eterno.

 



Que se eternice el instante.
Surge como una oración, como un mantra.
"Que se eternice el instante" no quiere decir este momento concreto,
la contemplación del cielo cubierto y el mar rizado, desde su atalaya.
La quietud en el pueblo sembrado de islas verdes, bajo sus pies.
El silencio. El vuelo de las tórtolas.
Sabe que eso no es posible.
Querer eternizar las manifestaciones sería un deseo fallido,
como detener el movimiento de las olas en el océano.

Aun así, su oración:
Que se eternice.
El asombro, la fusión de este instante, la disolución.
La plenitud.
El amor sin la palabra "amor".
El amor como una explosión natural e inevitable.

Cuando el escenario cambie al ritmo de las agujas del reloj,
que se mantenga este instante interior.
En el tren de vuelta a casa, con vistas a los acantilados, los espigones y rompeolas.
Que se mantenga el asombro, la rendición (nadie ya para rendirse).
En la reunión de la comunidad de vecinas, por la tarde;
en el regreso a la cama, bajo el edredón; en el sueño.
En el despertar a un nuevo día
(tengo por delante 24 horas para ser feliz y hacer felices a los demás).
En el ritual del desayuno silencioso, la ofrenda, la contemplación.
En el taller que compartirá en la mañana, despedida y abrazos.
Que se mantenga la disolución
como agua vertida en agua.

Tengo por delante una vida para vivir en el cuerpo de Dios.
Y Dios tiene una vida para vivir en este cuerpo.
Que se eternice el instante.
Que no olvide más.




viernes, 4 de noviembre de 2022

Todo está aquí.

 


Después de la cena subieron al terrado a tomar helado
a la luz del paisaje de cielo, la luna creciente y las estrellas.
La luz del cielo nocturno sobre el pelo blanco de Apolo
hacía su cuerpo de gato aún más blanco.
El chocolate almendrado se disolvía en su paladar
como ella misma se disolvía en la noche.
Y entonces aparecieron todas esas imágenes como fotogramas:
ella en el terrado degustando el helado bajo la luna,
el momento en que nació, la muerte de su madre,
el nacimiento de su madre, su juventud, sus sueños,
su propia infancia con trenzas, la adolescente en el espejo,
su cuerpo envejecido,
su propia muerte...
¡Todo está aquí!
Supo que todo está aquí, como una revelación.
Este presente tan habitado.
Desde entonces, su vida diaria ya no era la misma.
La visión más abierta,
como un gran angular.



Querido amigo,
dices que el presente es lo único que importa,
el pasado pasó y el futuro aún está por llegar.
Y si digo "Todo está aquí ya, en este sueño",
tú respondes
"No comprendo eso, yo no me complico la vida".
Bien.
Atendamos a otra situación,
como dos testigos observando lo que acontece.

Ahí estás, tú mismo, sentado a la mesa a la hora de comer.
Momento presente.
Realizas tus oraciones de gratitud
a la aportación de tantos seres que hacen posible tu alimento.
Miras las hojas verdes de lechuga y los brotes de kale,
la remolacha y las aceitunas en el plato.
Ves las hojas verdes tiernas, sí, pero ves también el sol y la lluvia,
la tierra, los nutrientes,
la siembra y la cosecha,
el transporte hasta la tienda del barrio,
la construcción de las carreteras que hicieron posible el transporte,
la compra en tu cocina, la persona que preparó tu comida,
la asimilación de sus nutrientes en el caudal de tu sangre,
parte ya de tus órganos y tejidos,
de quien eres.
Todo ello tan presente.
En tus oraciones.

Todo está aquí.
Igual que la lluvia y el sol de ayer están en las hojas de rúcula, cogollo y escarola en tu plato,
las lágrimas y las risas de tu padre, los cuidados de tu madre, sus abrazos,
también están aquí.
Y si ahora te alimentas de los productos de la tierra,
que este cuerpo que ocupas nutra a otros organismos
es cuestión de tiempo.
Y ese instante ya está aquí, también.

Todo está aquí.
El pasado en todas sus versiones,
el presente y el futuro,
en todas sus potencialidades.

Qué carga más pesada!, dices.

Cuánto pesa una nube?
Da igual cuántas toneladas,
flota y se desplaza con la ligereza de una pluma.

Cuánto pesan los sueños?
El sueño de esta vida no pesa más.