viernes, 26 de octubre de 2012

Pero qué necesidad tienes de pasarlo mal?










Tengo una amiga a al que le ha tocado el gordo de la lotería.




De repente ha aparecido en su vida una persona que la quiere muchísimo.
Ella da las gracias cada día por tener una relación como ésta en su vida.
Por qué a mí?, se pregunta una y otra vez. Es un auténtico lujo.
Alguien con quien siempre puedes contar,
como un abrazo que te protege, te apoya, te cuida...
Una auténtica inspiración de amor.
Cada día da las gracias por tener una fuente de inspiración humana como ésta
en su vida.


A veces, alguna vez, se siente cansada, cuando surge algún nudo en su vida
(en especial, en su camino personal o espiritual), algún bloqueo con alguien importante en su vida.
Entonces su amigo, esta persona que la ama tanto y que sólo desea verla feliz, contempla su pequeño sufrimiento y se alza como una leona protegiendo a sus cachorros y dice:
Pero qué necesidad tienes de pasarlo mal?

Y ella siente el calor de su amor, de su protección, de su apoyo.
Pero también le parece que hay algo que él no entiende.

Por ejemplo...









Quizás cinco minutos antes hablaban de un trabajo que no les ha salido bien.
Tanta energía, tiempo, esfuerzo, puestos en un proyecto que ha hecho aguas.
Y él, que siempre es tremendamente positivo y reconfortante, la abraza y dice:
Pero, y lo que hemos aprendido? Cuánto sabemos ahora de todo eso! Verdad?

Curioso -piensa ella-,
cómo utilizamos diferentes varas de medir según el interés que pongamos en algo, o no.

Por su parte, ella contempla todo ese trabajo volatizado, tantas horas del verano, tantas tardes de las vacaciones invertidas en algo que se acaba de evaporar delante de sus narices, y piensa
en todo el esfuerzo, energía, horas de búsquedas, decisiones, quebraderos de cabeza
puestos en un proyecto profesional que no ha beneficiado a nadie,
que ni siquiera lo habría hecho (beneficiar a alguien) en caso de salir bien,
y lo ve como otra pérdida de tiempo, una distracción más sin sentido
(qué necesidad hay de "pasarlo mal", si no beneficia a nadie?).
Pero no dice nada. La vida está llena de lagunas como ésta,
como si el tiempo fuera un producto abundante y poco apreciado.











Para él, por su parte, la "pérdida de tiempo" consiste en todas esas horas, días, años de "servicio gratuito" de ella en el centro al que acude regularmente a meditar.

Gratuito?, responde ella, eso es porque tú no ves los rostros de las personas que se hacen más libres, más fuertes, más sabias, más alegres e infinitamente más inmunes al dolor, una vez hecha piel su armadura de amor.

Pero su amigo no ve "libertad" en ninguna religión, sino todo lo contrario.

Ni siquiera ve que sea una "religión" su propia religión,
su fe ciega en la cultura, la política, los medios de comunicación (ese creer sin ver),
ese culto a lo material (dinero, ahorros) e inmaterial (prestigio, seguridad, dinero, ahorros...).







Esa religión que impregna la sangre como un cáncer terminal y duele tanto...
-a su manera de ver, de ella.


Entonces, de repente, se callan y se miran y ella dice:
Tenemos que aprender a que a ti no te altere mi religión y a mí no me altere la tuya.
¿Tú crees que seremos capaces?

Y él dice:
Yo creo que sí.

Y yo, que les conozco bien, sé que serán capaces.
Yo sé que sí.























martes, 16 de octubre de 2012

Gracias por no dejar que me distraiga del amor.





Tengo un amigo que
a veces me da las gracias
por no dejar que se distraiga
del amor.















Invertimos tantas horas en negocios ruinosos.
Tantas horas del día, tantos días, tanta energía;
pensamientos circulares de día y de noche, intentando resolver, mejorar, hacer crecer empresas
ruinosas.
Tanto dinero. Tantos abandonos.
Abandonamos a las personas que más amamos, dejamos de estar cuando nos necesitan
en aras de un negocio u otro,
de un proyecto u otro,
profesional, personal, da igual.
Cuántas inversiones (de dinero, de tiempo, de energía, pensamientos, ilusión, atención...)
ruinosas.
Una cadena sin fin de decisiones equivocadas.









Tengo un amigo que se pasa la vida invirtiendo su tiempo (su atención, su alma) en proyectos profesionales que, con el paso de los años, quizás un día empiecen a dar algún fruto, según me cuenta.
O no.
Quizás algún día alguno de estos proyectos empiece a dar alguna rentabilidad (económica) pero si lo divides
entre todas las horas dedicadas a ello, si le restas todos los demás proyectos abandonados (personales, familiares, afectivos), coincidirás conmigo en que aun el más rentable de todos no dejará de ser una empresa ruinosa.

Cuántas veces nos alejamos de lo único que importa para caer en las garras de la hipnosis (de éxito o fracaso, celebraciones o duelos, da igual),
como un secuestro.
Como un secuestro que nos roba el alma y la conciencia.
Qué obsesión con llenar la vida de distracciones, de ocupaciones, como si nos sobrara
el tiempo, la energía.
Qué obsesión con llenar la vida de estrés, competitividad, miedos y cansancio; qué obsesión con agotarnos en carreras circulares. Como si nos sobrara la alegría, la paz,
el disfrute, el amor.
Qué obsesión con rehuir el amor, como si doliera,
cuando lo único que duele es la incapacidad de amar.
Qué obsesión con permanecer en la zona de confort del sufrimiento conocido, la soledad y el aburrimiento.
Qué obsesión con llenar la vida de nada, de nadas, llenarla con naderías, como matar el tiempo.
Como si nos sobrara.

















Entonces le digo a mi amigo que, en medio de la crónica precisa de todas las gestiones que llenan su vida, que cada día me envíe, al menos, una nota en la que me cuente cómo se siente, que se detenga un momento y conecte con el amor porque el amor hace la vida más grande.
Y la llena de fiesta.

Entonces, este chico tan ocupado, baja la cabeza un momento y suaviza la voz, y dice:
sí, tengo que concentrarme más en los seres que amo. Si no, se me irá la vida haciendo trámites y poco más.
(Y no te olvides de que da igual quien te sirva de inspiración, lo importante es que te inspire y te proyecte como una fiesta de fuegos artificiales).

Y luego dice: gracias por no dejar que me distraiga
del amor.



















lunes, 15 de octubre de 2012

No si no lo intento.














Querida amiga:

Las 12 del mediodía del lunes, soleado después de la luvia del fin de semana. 
El motor vuelve a ponerse en marcha y desde mi ventana veo a las mujeres en los terrados, ordenando, limpiando, tendiendo la ropa. Oigo los sonidos de la escalera, 
del motor que se pone en marcha dentro de las casas, y fuera, en la calle, los motores 
de la puesta en marcha. Motores y más motores, en marcha para que este mundo funcione, esta nave, este sueño.
Tanto esfuerzo para tan poco. O para tanto, quién sabe.
Suena el timbre y me llegan más libros con el mensajero, libros que no he pedido y no necesito para nada.
(Siempre he dicho que ésta es la casa de la abundancia; los pasillos llenos de estanterías llenas de libros, discos, fotos, qué sé yo...)
Puedo ir a ver a A. y llevarle más libros para su tienda.
Y de paso recoger el paquete de correos. Otro libro 
que no necesito para nada.
Como una alegoría de la vida.
Tocar un rato el piano -primeras lecciones otra vez, siempre de vuelta a las primeras lecciones,
como una alegoría de la vida.
O meditar en este sueño.
Este sueño tan largo. Este instante de eternidad, parado en el ecuador, según dicen.
El ecuador, una línea imaginaria.
El ecuador en movimiento y la nave a medias, a medias entera.
Aún están aquí
las apariencias de algunos de los personajes más familiares y cercanos.
El centro, las clases, las meditaciones.
El mar, la playa, la piscina.
Aún existe la bicicleta, ese invento rudimentario y fabuloso como un unicornio de ruedas veloz.
Esta casa aún está aquí. Este mandala que me acoge, a mí y a mis huéspedes.
Este cuerpo aún está aquí.
Con rodillas frágiles, pero aún aquí;
con la vista distorsionada pero vista todavía.
Esta mente atrapada aún está aquí.
Aún falta meditar, intensificar la concentración que lo suelta todo.
¿Aparecerá alguna vez, y llegará para quedarse,
la realización directa que lo suelta todo,
que lo comprende y lo contempla todo?
No si no lo intento.
Si no vuelvo a sentarme, obcecadamente, una y otra vez, a convocarlo una y otra vez, 
a contemplarlo


una vez
y otra.















domingo, 14 de octubre de 2012

Quién se está muriendo aquí?













"Primero, 
debido al miedo 
a la muerte, 
corrí hacia el Dharma.
Luego, me adiestré 
en el estado de la inmortalidad.
Finalmente 
comprendí que la muerte no existe.
Y me relajé".

(Budismo Moderno.
Gueshe Kelsang Gyatso)


Así que la percepción sensorial, el objeto y la mente que lo produce
(la mente que produce el objeto) 
surgen de manera simultánea y a partir de una misma semilla kármica.
Dices que, un instante antes de la percepción y de la experiencia personal (de gusto, disgusto o indiferencia), la mente proyecta ese objeto, esa apariencia.
De forma que el objeto que me hace feliz, infeliz o indiferente 
en realidad no existe en sí mismo sino como una apariencia proyectada por mi mente,
como en el sueño de la noche.

Y eso que significa en la práctica?

Significa, entre otras cosas, que podré seguir más fácilmente las instrucciones de Gueshe Chekhaua cuando me dice:
Considera que todos los fenómenos son como sueños.





Todos los fenómenos (personas, lugares, situaciones, recuerdos del pasado o proyectos del futuro)
son como sueños.
Todos,
incluido este fenómeno en el que designo "yo".



Todos son apariencias en el sueño, incluido el personaje
que identifico
como "yo".


















Ese cuerpo y esa mente cargados de achaques y disfrutes;
ese cuerpo que parece que envejece
en la apariencia del paso del tiempo,
y esa mente que parece que se libera, a veces,
y a veces se aferra
y desfallece.
Otras apariencias
en el sueño.


De forma que si aprendo a vivir como me propone Gueshe Chekhaua,
considerando que todos los fenómenos son como sueños,
incluido este
fenómeno
en el que designo "yo",
este cuerpo y esta mente en los que designo "yo",
cuando parezca
que esta apariencia envejece
y muere,
quién estará envejeciendo?

Cuando parezca que esta apariencia deja de funcionar
y muere,
quién estará muriendo?
Quién se va?...






















Y recuerdo las palabras del yogui:

"Primero, debido al miedo a la muerte, corrí hacia el Dharma.
Luego, me adiestré en el estado de la inmortalidad.
Finalmente comprendí que la muerte no existe.
Y me relajé".



(Para Emi)

viernes, 12 de octubre de 2012

Llueve.








Han ido quedando tantas cosas por el camino.










Es como un viaje
transcendente,
como una peregrinación,
meditar mientras llueve fuera
y se hace oscuro.

La sadhana de Vajrayoguini
es larga,
la versión larga
(la llaman camino rápido al gran gozo
pero es embriagadoramente larga)
así que a veces cambio la posición vajra
y estiro las piernas en un ángulo obtuso
y luego quizás recojo las rodillas sobre mi pecho
sin dejar de escuchar la voz melodiosa que convoca a mi amada.

A veces abro los ojos y miro fuera, a través de la ventana.
Pero mi gato ya no está,
siguiendo mi mirada.
Mi madre,
con su sonrisa presumida y seductora en la fotografía,
la misma que mantuvo hasta el último momento en el cuerpo ya roto,
ella ya no está.

Tantas cosas
han ido quedando por el camino.
Tantas apariencias
desaparecidas.



La niña pequeña ya no está
ni la adolescente tampoco.

El niño
que por lo visto nunca acompañé,
mientras yo me creía 
y me sentía
tan presente.

El dolor
a menudo permanece.

Alguien escribió una vez:
"por qué el sentido del ridículo no tiene fecha de caducidad, 
como el Danone?".

El dolor de haber dañado
a los seres queridos
tampoco,
ese dolor nunca caduca.

Este sueño
es como una película a ritmo acelerado,
a veces,
pero también es como si todo estuviera aquí al mismo tiempo,
mucho más allá del tiempo lineal, esa invención,
esa forma de ordenar las cosas para que la mente gobernada por el hemisferio izquierdo
lo entienda sin abrumarse.

Todo está aquí,
al menos de la misma manera en que nada
está aquí.



















lunes, 8 de octubre de 2012

Por qué aparece esto ante mí?










"Primero, debido al miedo a la muerte, corrí hacia el Dharma.
Luego, me adiestré en el estado de la inmortalidad.
Finalmente comprendí que la muerte no existe.
Y me relajé".
(Budismo Moderno.
Gueshe Kelsang Gyatso)


Una de las cosas más impactantes que hemos aprendido en las últimas clases del libro "Comprensión de la mente", de Gueshe Kelsang Gyatso, es cómo se generan las percepciones sensoriales.
Según la escuela chitramatrin, un instante antes de que el poder sensorial (en la vista, oído, olfato, tacto o gusto) entre en contacto con su objeto y surja la experiencia personal (de gusto, disgusto o indiferencia), un instante antes, casi simultáneamente, la mente proyecta ese objeto, esa apariencia. De manera que la percepción sensorial, el objeto y la mente que lo produce surgen de manera simultánea y a partir de una misma semilla kármica.
Qué significa todo esto en la práctica?
Que el objeto que observo, escucho, degusto, huelo o toco
no existe ahí fuera, inherentemente, por sí mismo,
sino que es una proyección de mi mente que surge de impresiones previas, de semillas kármicas.
Exactamente igual que en el sueño:
que las apariencias, los personajes, lugares, situaciones,
no están en la habitación,
sino que surgen a partir de impresiones (semillas) del día anterior y de experiencias previas.
Así, exactamente igual, tiene lugar el sueño de vigilia.

La casa que habito, las calles que camino, las personas con las que me cruzo, l@s amig@s que elijo, las cuestiones familiares, el trabajo que me proponen o pierdo, los problemas y disfrutes, el personaje en el que designo "yo"... todo ello es una proyección de mi mente
que surge de semillas kármicas
y cuando despierte
comprenderé sin asombro
que no están en la habitación.











Por qué surge en mi vida esta apariencia y no otra?

Y de qué me sirve a mí saber todo esto? Cómo lo utilizo
en este sueño de vigilia,
mientras aún estoy dormida
de vigilia?

Para empezar, cada vez que aparece algo o alguien delante de mí (una persona, objeto
o situación que me genera bienestar, malestar o indiferencia), en vez de darlo por hecho, como algo "existente" y "real", desatando automáticamente reacciones emocionales sin elección, puedo preguntarme:
Por qué aparece esto ante mí?

Observo la apariencia que mi mente proyecta.
Por qué ésta y no otra?
Por impresiones previas, por familiaridad, por costumbre.

Por costumbre, por convicción, por creencias firmes, sigo generando una misma situación, un mismo mundo, o parecido, un día tras otro,
y reaccionando de la misma manera ante los diferentes objetos que proyecto:
con apego, aversión o indiferencia.

Es mi mente de apego, aversión o indiferencia la que crea los objetos de apego, aversión o indiferencia.
Así que si empiezo a tomar las riendas sobre mis reacciones automáticas (que surgen por costumbre, por familiaridad)
y empiezo a pensar conscientemente
y a elegir conscientemente
mi respuesta,
ésta respuesta irá cambiando.

Y conforme cambia y se reduce mi apego,
el objeto de mi apego irá cambiando.
Y si mi respuesta de apego, aversión o indiferencia va transformándose en una respuesta de amor,
los objetos de apego, aversión o indiferencia
acabarán transformándose en objetos de amor.

¿Y te imaginas el mundo que proyectas, el mundo en el que vives,
como un mundo en el que todos los objetos, personas y situaciones que aparecen
generan amor
en tu experiencia?

¿Eres consciente de que puedes transformar tu respuesta ante los objetos que surgen ante ti (las apariencias)
y, de esta manera, transformar las situaciones que aparecen en tu vida?


Tú puedes hacer que tu mundo cambie.

Todo lo que aparece en tu vida de vigilia, como en tu sueño,
es una proyección de tu mente que surge por impresiones previas, por familiaridad.
Tanto los objetos como tus experiencias personales ante dichos objetos.

El Dharma
(el loyong -la manera budista de amar-, para transformar las condiciones adversas, y el tantra para hacer que los disfrutes sean causa de más disfrute y no de sufrimiento)
te da las instrucciones para cambiar la mirada (de apego, aversión o indiferencia)
y transformarla en una mirada de amor.
Para que tu experiencia cambie.
Y tu mundo
(el mundo que proyectas, el mundo que construyes para vivir)
cambie.