A veces llegan
-o salen-
cartas,
confidencias,
licencias poéticas y diálogos
de voces.
Como ésta.
Querida hermana:
La experiencia humana nos secuestra. Y es una experiencia de soledad.
No sé cómo lo han hecho pero los seres humanos nacen solos, mueren solos y viven solos. Sueñan solos. Como electrones sueltos, como radicales libres altamente peligrosos, robando lo que les falta allá donde lo encuentran, provocando auténticos estropicios en cadena.
Miro a mi alrededor y todo lo que veo es un naufragio, un océano de supervivientes gesticulando brazadas torpes, como palos de ciego. A duras penas se mantienen a flote en la tormenta, buscando aquí y allá, agarrándose aquí y allá. Innecesario esfuerzo, cuando sólo podrían relajarse y flotar. Despertar y volar, disueltas todas las pesadillas.
La vida humana es dura.
No lo saben, como ranas inmersas en una olla de agua sobre el fuego que va subiendo la temperatura lenta, imperceptiblemente, hasta morir abrasadas.
Qué pérdida de tiempo, imaginando flotadores en otros náufragos que, nerviosos, a veces desesperados, aterrorizados por el pánico, acaban hundiéndose juntos.
Pero, como Sísifo, no encuentran descanso en la inmersión. Y vuelta a empezar. Otra vez la misma proyección, o parecida. Otra vez el esfuerzo, el naufragio (en medio del océano, en el incendio descontrolado, en la sed y el hambre del desierto, da igual la apariencia del entorno), la búsqueda desesperada. Cualquier cosa menos soltar el sueño y despertar.
Dispuestos a afrontar cualquier miedo menos el miedo a soltar lo conocido.
Cualquier amenaza menos la amenaza de perder lo que creen que poseen, esa hipnosis.
Se resisten a despertar para no descubrir que no tienen nada, que sus posesiones están hechas de aire, tejidas con la tela del sueño.
(Duelen, es cierto, son posesiones que duelen, pero al menos son suyas y es dolor conocido y manejable. Conocido y manejable,
de momento).
Aferrados al sueño, sufriendo el sueño sin pausa ni fin.
Y a veces sueltan, por un instante, aunque sólo sea un instante, y surge el amor y la vida se llena de fiesta, como una experiencia de expansión de la conciencia, como un respiro, y es más que un mero alivio, es una puerta.
Pero a los seres humanos, a menudo, las puertas les dan miedo, y regresan a sus viejas estancias, conocidas y manejables.
Al calor progresivo y reconfortante del sueño en el agua de la olla conocida.
Maríe:
ResponderEliminar¡Qué buenas vacaciones que has tenido! y por acá extrañando tus reflexiones. Es super dura la lección de la rana en la olla caliente, pero puede ser muy cierta. Estamos acostumbrados a un dolor, a una forma de vivir y nos cuesta soltarnos para vivir diferente. Respirar diferente y ponernos en otra posición, atravesar la puerta, soltar el miedo que nos ha dado cierto confort.
Sí han sido buenas, sí, Marcela, y lo que queda por delante. Ya te contaré.
ResponderEliminarYo creo que tú sabes bien de la lección de la rana (como tod@s) y también de soltarse, respirar diferente y cruzar puertas.
Ya me dirás para cuándo tienes previsto cruzar el charco e instalarte aquí.
Ayer estuve hablando con una prima de Canarias y no le supe decir dónde estarás.
Espero que estés pasando unas buenas (y significativas) vacaciones.
Un beso.
A propósito, Marcela (y demás interesad@s), más información sobre el Festival de Verano en
ResponderEliminarhttp://kmcbarcelona.blogspot.com/
Qué hermosa Marié, ya hablando de mí, que no me conoces con una prima de las Canarias y asegurando que estaré...
ResponderEliminar¡Pues a trabajar para estar!
Aquí en Guayaquil no es época de vacaciones sino de pleno trabajo.
Qué complejo me resulta soltar.
ResponderEliminarPero es cierto que cuando lo hago se abren puertas y... respiro...
El texto, me encanta.
Cómo que no te conozco, Marcela? Eso es lo que tú crees.
ResponderEliminarYa me contarás cómo van tus planes, qué dirección llevan, y si te van acercando a Canarias o no.
Claro que con que te vayan acercando a la sabiduría de la iluminación (también le llaman el despertar) ya es suficiente, da igual donde parezca que estés, geográficamente hablando.
Pero en cualquier caso, ya me contarás.
Un fuerte, fuerte, abrazo.
Complejo, para un practicante (monje, creo?) zen como tú?
ResponderEliminarNo me lo creo!...
Complejo, pero lo haces (sé que lo haces), abres puertas
y respiras...
Y yo me regocijo de tu sabiduría.
(Con lo que dicen que me llevo la mitad de los méritos
-es broma)...