viernes, 18 de noviembre de 2016

La loca sabiduría de Padmasambhava.








En el transcurso de uno de sus retiros, sobre "Padmasambhava y la Loca Sabiduría", uno de los asistentes le preguntó al maestro:

- Rinpoche, a propósito de la devoción, a veces me siento tan feliz cuando puedo vivenciar el aspecto vivo del dharma! Es una alegría tan grande, como una sensación de euforia, de plenitud. Pero a continuación puede venir un bajón, y me encuentro en una especie de terreno baldío, un lugar desértico. He llegado a pensar que quizás sería mejor evitar esos extremos (de euforia y plenitud) porque siempre parecen conducir a lo opuesto.

Se puede decir que hay dos tipos de actitud de la persona practicante ante el dharma, y también ante el maestro o maestra, explicó Chögyam Trumgpa.

La primera se basa en la sensación de pobreza. En este caso, tienes la sensación de que te falta algo que otras personas poseen, y admiras la riqueza de "aquello": la realización, el guru, las enseñanzas. Con tal actitud de pobreza y de carencia, todas estas cosas te parecen maravillosas porque no las posees. Ésta es una actitud materialista, propia del materialismo espiritual, que se deriva esencialmente de una falta de cordura, de no tener suficiente confianza y sentido de la riqueza.
El segundo tipo de actitud nace de la sensación de que tú ya posees ese "algo", que ya está en ti.
Cuando admiras algo, no es porque le pertenezca a otra persona, porque te parezca lejano o inalcanzable, sino porque lo reconoces, porque está muy cerca, en el propio corazón.
En este caso, valoras lo que realmente eres. Eres consciente de que tienes tanto como el maestro o maestra.
Por lo demás, en todo momento eres consciente de que estás en el camino del dharma, de modo que no tienes que contemplar el dharma desde fuera.
Éste es un planteamiento sano y fundamentalmente rico, en el cual no cabe el sentido de pobreza o carencia.
Es la fuerza más grande que hay, el motor más poderoso.






Cuando tienes una actitud de pobreza -siguió explicando el maestro-, puedes ser como un pordiosero que pide comida. Alguien te da algo de comer y disfrutas mientras comes, pero luego tienes que mendigar de nuevo, y entre una limosna y otra puede ser que te sientas bastante desgraciado. Esa forma de relacionarse con el dharma se basa aún en la tendencia a percibirlo como algo externo, en vez de sentir que ya lo posees. Cuando la persona se da cuenta de que el dharma es ella misma y que ya está en el dharma, entonces no siente una gran alegría, ni tampoco una gran decepción. La persona no se siente más contenta ni más eufórica. Y si llega a sentir euforia, es una euforia estable, sin un punto de referencia para establecer comparaciones. Tu vivencia no la defines como alegría o euforia o plenitud, todo es extraordinariamente común y corriente.


(Del libro "Loca sabiduría, de Chögyam Trumgpa)







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