miércoles, 10 de abril de 2013

¿Eres más libre que ayer?











El maestro Linji preguntó:
"¿Queréis saber quién es Buda, vuestro maestro?
Buda sois vosotros mismos,
que estáis aquí de pie ante mí, escuchándome mientras enseño el dharma".

Esta afirmación es muy revolucionaria -dice
Thich Nhat Hanh en su libro
"Nada que hacer, ningún lugar adonde ir".
Nuestra persona auténtica es Buda y es el maestro,
y esa persona auténtica está justo dentro de nosotros.
Todos los budas y todos los mundos de los que se habla en los sutras
son producto de nuestra mente, de la consciencia. No deberíamos buscarlos fuera,
en el espacio ni en el tiempo.
Cuando estudiamos los sutras y los comentarios, cuando escuchamos el dharma, debemos conservar nuestra libertad. Si nos dejamos arrastrar, fascinar y seducir por las imágenes que nos muestra la gente, nos perdemos a nosotros mismos. El único Buda que importa.

Un maestro llamado Manh Giac escribió:
"Ya no hay Sutra del Diamante.
La puerta zen desaparece y me quedo sin palabras".

Thich Nhat Hanh cuenta que, para fastidiar un poco a su compañero de práctica y amigo en el camino, reescribió su propia versión:
"Nos han echado a patadas del templo.
Tenemos la boca entumecida y somos incapaces de decir nada".








TNH explica
que lo que quieren decir
ambos poemas
es que si nos dejamos engañar por los demás nos perdemos a nosotros mismos.
No deberíamos correr detrás de nada
ni de nadie,
ni siquiera de un maestro budista.


Todas las cosas que aprendemos y escuchamos deben poder hacernos regresar
a nosotros mismos e incrementar nuestra capacidad de ser libres, de ser felices,
de experimentar estabilidad.





Da igual la religión o creencias (desígnalo como quieras) que practiques,
lo importante es hacer una pequeña evaluación periódica,
pongamos una vez al mes, o a la semana, o al día:
Todo esto que creo y pongo en práctica,
¿me hace más libre que ayer,
más feliz,
más ecuánime y estable?

¿Se ha reducido el miedo
y la soledad?

¿Es mayor la alegría
y mi confianza
en la vida?

¿Es menor
la resistencia,
el rechazo
y el dolor?

¿Ya no me valen las viejas palabras
para designar las nuevas
experiencias?
¿Me faltan palabras?

¿Me sobran
todas
las palabras?























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