Defender la alegría.
Quizás el éxito está simplemente ahí.
En la alegría. La celebración.
La alegría sin causa ni objetivo.
La alegría de vivir lo que te gusta
y también lo que no te gusta.
La vida tal como es,
tal como aparece.
La alegría de lo cotidiano.
Pero también la alegría de la tristeza,
la alegría del dolor.
La alegría de la pérdida (esa alucinación).
La alegría del miedo, de la preocupación.
La mera alegría.
Puede que te compares y te sientas como una criatura olvidada por la madre,
abandonada incluso.
Todos los logros de las personas a tu alrededor
(las demás hijas e hijos)
son grandes, importantes,
útiles, "aportan"
al mundo.
En comparación, tus manos aparecen vacías.
Y de repente,
la alegría, la libertad.
El agravio comparativo deja de doler
(no sabes hasta cuándo ni te importa,
en este instante eterno y definitivo).
Te alegras en la inmersión
en los logros de los diferentes miembros de tu cuerpo grande.
Esas ilusiones pasajeras, no importa, te alegras
por su alegría. Como un respiro.
Y en lo que respecta a tus manos vacías,
también te alegras.
De dónde surgió esa alegría? No lo sabes.
La preocupación por el momento duro de tu hija
o de tu amigo,
ya no te hace sucumbir. Te alegras.
Por su fortaleza, por tu dolor incluso.
Por no ser nadie, por tantos fracasos acumulados (a tus ojos).
Mera energía en movimiento.
Aún estás en esta dimensión.
Hace tiempo dejaste de ir detrás de ciertos logros.
Ya no aparecen aquellas "visiones" de futuro, el guion en construcción.
Qué te queda?, te preguntas a veces.
La alegría.
No importa no ser nadie, ser
tan poco importante (a tus ojos).
O quizás precisamente por eso.
Emergió una alegría sin objeto,
relativamente estable.
La libertad.
Ser "nadie" o casi nadie, es lo mejor. Así no tienes que defender nada, aparentar nada, cumplir con las expectativas de los demás, etc. Viajas sin mochila, puedes acercarte a cualquiera y cualquiera se acerca a ti.
ResponderEliminarAbrazote Marié.
:) /\
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