lunes, 9 de mayo de 2016

Qué puedo hacer para estabilizar el amor que me protege?







Durante la sesión de preguntas y respuestas, casi al final del retiro de silencio y meditación, ella observaba que las personas que preguntaban exponían una situación de sufrimiento y conflicto, y las respuestas de las monjas y monjes presentes partían desde el amor y una visión clara de las cosas. Preciosas respuestas, profundas y eficaces, si yo (la persona en conflicto) estuviera también en esa experiencia de amor y visión clara. Y a veces lo estoy, y todo es fluido y fácil de comprender
e interactuar. Pero a veces mi fuente de amor está más bien seca, y tu respuesta no me vale. 
Quiero decir que no la puedo poner en práctica. 
Quizás aparentemente sí, en la forma, pero no desde el corazón. 
Y así no funciona.

Ella escuchaba las preguntas, que brotaban desde el sufrimiento y situaciones difíciles, y las respuestas, que surgían del amor y la lucidez.
Y observaba cómo las personas a veces se levantaban con la expresión de no haber sido ayudadas.
Con la sensación de que no habían respondido a su problema concreto con instrucciones concretas.
Aunque en realidad sí. Cada respuesta iba dirigida a la causa más profunda de tu dolor. Pero a ti eso no te valía porque sentías que tu dolor, tu historia, tu problema era otro. Y la monja o el monje no se habían ocupado de él, sino de otros asuntos demasiado abstractos que no tenían nada que ver contigo y con tu situación concreta.

Así que ella observaba cómo las preguntas surgían del sufrimiento y las respuestas brotaban desde el amor y la visión clara.
Y la respuesta no siempre servía.




Ella estaba firmemente convencida de que el amor nos protege de todo el sufrimiento.
Y cuando estamos en esa experiencia de amor todo es fluido y cualquier experiencia, por muy difícil que resulte, incluso de dolor o sufrimiento, resultan gozosas.
Porque el amor me protege.
Pero no siempre estoy en ese estado y a veces la fuente de amor la encontramos más bien seca.
Y le hubiera gustado preguntar a cada una de las monjas y monjes presentes qué hacen para estabilizar esa experiencia de amor, para mantenerla y hacerla crecer, cada vez con raíces más profundas.

Pero seguían apareciendo preguntas que surgían de la desesperanza y el sufrimiento, y prefería dejar el espacio libre y escuchar.




Y, en realidad, estaba segura de que en cada pregunta y en cada respuesta ella podía hallar muchas respuestas a su propia pregunta.
Y así fue.




Seguidamente tuvo lugar la última sesión del retiro, sobre las enseñanzas de la comprensión de la mente. Y allí encontró una vez más la respuesta a la pregunta que no llegó a realizar, definitiva, clara y precisa.




Qué puedo hacer para estabilizar el amor que me protege?

Si tenemos en nuestra conciencia almacén (inconsciente) todas las semillas de emociones y experiencias (de sufrimiento, enfado, miedo, alegría, amor, plena conciencia, mente no dual...), y de vez en cuando, dadas las condiciones (por ejemplo, estímulos sensoriales), aparecen en nuestra experiencia cotidiana (la conciencia mental), quizás podríamos alimentar las semillas del amor cuando aparecen en nuestra experiencia; envolverlas con la semilla de la plena conciencia y nutrirlas bien, para mantenerlas cuanto más tiempo posible en la conciencia mental (la experiencia consciente) y que no vuelvan a refugiarse, dormidas, en la conciencia almacén (el inconsciente).
Eso cuando aparecen.
¿Y mientras no aparece, la semilla, la experiencia del amor en mi vida consciente?
Por ejemplo, inspirarme en el amor de l@s demás. Regar las semillas del amor y nutrirlas igualmente. Y eso a veces en más fácil a solas (en meditación) que en compañía.
A solas me preparo, en compañía me entreno.
Pero tengo que estar bien preparada y tener la experiencia dentro bien desarrollada (a solas) para que la práctica en situación salga bien.

Prepárate a solas (para hacer emerger la semilla del amor que duerme en tu inconsciente, en tu conciencia almacén) y practica en compañía.
La compañía (los seres en su conjunto, los que amamos y los que no y los que nos resultan indiferentes) son la prueba del algodón.
La práctica que estabiliza a prueba de bombas la experiencia de amor imaginada, una especie de amor platónico; por muy profundo que parezca, simple y pura imaginación.

Hay que ser hábil para saber gestionar en la dosis correcta la soledad y la compañía, el sufrimiento (que genera la compasión) y la alegría (que nutre el amor), la compasión y el disfrute.

Hay que ser hábiles.
Y la práctica de la atención plena ayuda.



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