domingo, 7 de marzo de 2010
La solución es transversal.
Nos pasamos
la vida
resolviendo problemas
-o no resolviéndolos, o resolviéndolos a medias.
Da igual, detrás de uno aparece otro.
A los problemas externos resulta fácil seguirles la pista y constatar qué tal lo hicimos;
aplicamos un método u otro y decidimos si nos sirve para la próxima vez y qué aprendimos.
Pero los problemas internos son más difíciles de rastrear.
Cuando me enfadé (y empeoré las cosas); cuando sentí celos o envidia;
cuando la frustración y la impaciencia; la culpa en el duelo;
el peso del pasado que ya nunca se podrá recomponer;
la incertidumbre del futuro...
También ante los problemas internos aplicamos métodos.
A veces funcionan
y a veces no.
A veces los afrontamos con valentía y a veces miramos hacia otro lado,
nos embotamos de trabajo, llenamos el tiempo libre con distracciones
que nos protejan
del dolor.
Y parece que funciona.
Utilizamos todos los métodos disponibles y más
y cuando ya no hay
nos los inventamos.
Y sin embargo, hay unos pocos métodos, muy pocos,
que van al corazón del problema
y sorprende que, cuando los aplicas, no sólo te resuelven este problema concreto sino que los resuelven casi todos
porque su efecto es transversal.
Uno de ellos consiste en identificar
y reducir
la estimación propia (el egocentrismo que me tiraniza a mí
y a todo lo que se ponga a mi alcance).
El otro es la práctica de la vacuidad,
cuando observas la vida como las ilusiones de un mago.
Si llegas al espectáculo una vez iniciada la función
descubres que la hipnosis colectiva no es más que eso:
una hipnosis
colectiva.
Reduzco mi estimación propia (la exagerada importancia
personal)
y observo cómo se reduce el dolor del orgullo herido
y al mismo tiempo se reducen todos y cada uno del resto
de los problemas
de mi vida.
Aplico la vacuidad ante la herida del abandono
o el duelo,
la crítica, el amor no correspondido, la enfermedad incurable
y contemplo cómo todos los dramas y dolores
se vacían
de contenido.
Porque
las auténticas
soluciones
son siempre
transversales.
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Cada vez se te ve más joven en la foto.
ResponderEliminarUn feto es alguien que está en su "limbo", disfrutando de un estado de semipaz, quizás, si todo va bien, pero sin la menor conciencia de lo que tiene por delante:
ResponderEliminarun tránsito difícil (el nacimiento nunca es fácil), una adaptación aún más difícil (del organismo físico, y del mental), un nuevo mundo que explorar.
Con suerte, encontrará amor y una buena acogida -pero Laura Gutman me decía el otro día que el amor tiene poco que ver con la relación depredadora de la especie humana con sus crías.
Y aún así la mayoría de los fetos sobreviven a su metamorfosis y aprenden a disfrutar, y eso dice mucho de nuestros recursos y fortalezas.
Con lo de "feto" no me refería a esta preciosa criatura que acaba de salir más arriba.
ResponderEliminarPero, en cualquier caso, ella también está en su "limbo" particular, ajena al mundo que le acoge y el sinfín de situaciones por explorar.
Samsara nunca es fácil.
Pero siempre podemos usarlo para salir de él.
Hay quién dice que los problemas internos si no se solucionan, a la larga pueden acarrear problemas serios de salud. Supongo que los problemas internos son mas difíciles de detectar, a veces piensas que estas bien pero algún día explotas "sin mas".
ResponderEliminarDigno de estudio!
Las fotos son solo de un ensayo pero espero que la obra salga adelante. Le ponen mucha ilusión los tres. :)
Bueno, los cuatro, Marina, ya veo que estás en el equipo.
ResponderEliminarOs deseo mucha suerte y espero estar ahí el día del estreno.
Un abrazo muy fuerte.
Y cuidaos mucho
-del estrés, los problemas internos que explotan y, en fin, todos esos maras en general.
Bravo Marie! uno de tus mejores posts sin duda... la pregunta que me hago ahora es ¿cómo reduzco el ego? y ¿cómo se practica la vacuidad?
ResponderEliminarQuizá lo que hablamos de concentración unipuntualizada pueda reducir o domar el ego ¿no?
Lo de la vacuidad ya me parece más difícil, me suena muy zen, no sé.
A ver si nos iluminas (un poco más) con estas cuestiones.
Gracias, gracias y gracias.
Rafa.
Cómo reduzco el egocentrismo?
ResponderEliminarDejando de ser el centro de la película.
Cuando en una película muere el/la protagonista, todo el mundo ("todo el mundo" soy yo, en mi película) sufre. Cuando muere cualquiera de los demás personajes, especialmente si son extras, nadie se inmuta.
Cuanto más sentido de importancia personal y egocentrismo, más motivos para sufrir.
Cuanto más me relajo y me siento parte de la red de relaciones (como si el gran drama que me está ocurriendo le pasara a mi vecina), menos drama.
Es lo bueno de la humildad.
Si aprendemos a vivir con más ligereza, a lo mejor encontramos que vivimos con más intensidad. Más cerca de las demás personas, más atent@s a sus necesidades, que son las mismas.
Y mi propio dolor duele menos.
Un abrazo, Rafa de Mallorca.
Lo de la vacuidad es más difícil, sí.
ResponderEliminarO menos, depende de la persona.
Hay personas con una gran concentración e imaginación para empezar a percibir el vacío que hay detrás del decorado que parece tan real
y al mismo tiempo tienen un egocentrismo muy desarrollado.
Pero en general van de la mano.
Ya lo decía Calderón: la vida es sueño.
Y Goya: el sueño de la razón produce monstruos.
Y no nos parecía nada esotérico.
Y ahora la física cuántica confirma que las cosas no son como las vemos: en realidad todo es espacio; mi cuerpo, como el árbol, el aire o el edificio de enfrente compartimos la misma naturaleza de ondas/partículas (energía o materia, dependiendo de la mirada) en vibración en el espacio.
También lo dijo Buda, mucho antes.
Percibir las cosas como meras interpretaciones de mi mente (incluida mi mente), como meros sueños, como las ilusiones producidas por mi mente ilusionista.
Para qué me sirve todo esto, esta comprensión?
Para no aferrarme a las cosas. Ni a los apegos ni a las aversiones, ni a los dramas ni tampoco a las grandes conquistas.
Contemplarlo, disfrutarlo como un sueño, con amor y con humor.
Y decir, como Shariputra: el samsara me hace reír.
(Una aproximación a la vacuidad:
ResponderEliminarun espejismo más)
Domingo por la mañana.
Coges la bici camino de la meditación, de la playa gris de invierno
o de la ligereza del cuerpo en la piscina.
Mañana del domingo.
Parejas de la mano, sacar al perro,
el café en una terraza y el periódico del día,
correr, los libros de ocasión.
Tiempo de ocio.
Donde algunos perciben un día libre yo percibo cuerpos
ocupados.
Cuerpos ocupados por las emociones,
la invisible mochila de experiencias,
la búsquda, los proyectos,
un proyecto tras otro que dé sentido
de sentido
a la vida.
Un espejismo tras otro.
Cuerpos ocupados.
Donde tú ves libertad yo veo cuerpos ocupados.
Y me pregunto quién
o qué
ocupa este cuerpo
mío.
Gracias Marié por tus explicaciones hoy volví a entrar con el ansia de encontrar un sosiego para mi inquietud...trato de entender :la vacuidad...
ResponderEliminaresta claro no quiero sufrir
te deseo lo mejor lo que dices me alimenta y me hace sentir acompañada
Bueno, Maite, yo intento alimentar la mente
ResponderEliminarmientras tú alimentas el cuerpo con deliciosas recetas -que intentaré poner en práctica yo también.
Es un placer tenerte por aquí y serte útil de alguna manera.
Bienvenida.
Maríe, pasé, vi la nueva entrada, pero decidí posponer su lectura hasta tener un momento reposado. Mereció la pena. Estoy de acuerdo con alguien por ahí arriba que dice que éste es tu mejor post. Este post es para aprehenderlo.
ResponderEliminarMarié, "te nesecito". Gracias, cielo.
Acabo de volver de un reportaje de fin de semana -música y estados de conciencia.
ResponderEliminarAhora estoy destrozada pero con muchas ganas de hablar contigo, Emi.
Nos llamamos, OK?
Ya te estaba echando de menos
Yo estoy un poco en desacuerdo contigo, marié.
ResponderEliminar¿Cómo eliminar ese amor propio? En mi caso es él mismo es el que me ha mantenido viva en momentos que nada ni nadie mas ha podido hacerlo. El decir: “yo valgo más que toda esta porquería”, “Valgo más que tu y no me voy a poner a tu altura”…
En una ocasión me sentí tan mal que estuve a punto de hacer una tontería y entonces me di cuenta:
“¿Qué estas haciendo gilipollas?, Tu vales mas que toda esta mierda y puedes salir adelante sola.” Y entonces empecé a creérmelo. Empecé a creerme que mi vida era importante, que yo era importante, y empecé a quererme a mi misma ante todo y sobre todo. Llámalo egoísmo si quieres pero, ese día tan negro aprendí que nada tiene sentido si no te quieres a ti mism@. Esa especie de disciplina de vida (“pase lo que pase yo soy lo mas importante”) ha hecho que vea las cosas desde otro ángulo y me alejó para siempre de aquellos pensamientos destructivos. Si no me quiero yo, ¿Quién me va a querer? ¿Cómo querer a los demás si no te quieres primero a ti mismo? Ahora me acepto física y mentalmente tal como soy y, aunque tengo mis problemillas como todo el mundo, nunca dejo que lleguen a tocar tan profundo… ¡yo soy importante para mi!
El camino que me queda por recorrer aun es muy largo... ¡Tanto que a veces asusta mirar lo empinado que parece!
Pero mi egoísmo me dice que YO puedo llegar al final. Sé que puedo.
Bueno… gracias por tu tiempo. Espero recibir tus sabias palabras pronto.
¡Un abrazo muy fuerte!
Qué bueno, recibir noticias de ti, Mara.
ResponderEliminarSólo quería decirte, de momento, que pruebes a cambiar (si quieres): “pase lo que pase yo soy lo mas importante” por "pase lo que pase, mi paz interior es más importante".
O, como diría mi amiga y monja budista Lochani: cada vez que veo que algo va a alterarme (enfadarme, dolerme, etc.), pienso:
qué es más importante, esto (mi opinión, su opinión, controlar a esta persona, que las cosas sean como yo quiero)
o mi paz interior?
Siempre es más importante mi paz interior, que me permitirá afrontar lo que sea y seguir estimando a las personas
y a mi propia vida.
Protege tu paz interior. Es la mejor manera de quererte a ti misma.
Un beso.
A mi también me da mucha alegria saber de ti.
ResponderEliminarCreo que, en cierta forma, a lo que tu llamas "mi paz interior" yo lo llamo "YO". Con lo que supongo que hablamos con terminos diferentes de la misma cosa.
Muchas gracias de nuevo por tu tiempo.
Un abrazo!
Mara
Cuídate mucho, mara.
ResponderEliminarY cuídate bien.
Como tú bien sabes, a veces creemos que el egoísmo es una bandera que nos protege cuando en realidad lo usamos para separarnos, fragmentarnos y hacernos sufrir a nosotras mismas.
Cuando una persona se ama a sí misma de verdad, se trata como a su mejor amiga: nunca la haría sufrir.
Cuando nuestro egoísmo nos está haciendo pensar equivocadamente y sufrir,
no es un amor verdadero.
Hola Marié:
ResponderEliminarMe encanta tu blog y , je, je, he leído la parte donde me nombras. Cuanta razón tienes, estoy reflexionando sobre mi tiempo y las actividades que tengo, creo que tengo que reducirlas, pero me cuesta. El otro día se lo dije a mi pareja y me dice que sí pero luego me lo pone difícil. LLevamos mucho tiempo realizando muchas actividades juntos. Tendré que tener paciencia y ser constante en el mensaje, a ver si tengo más éxito y consigo más apoyo. Hoy releyendo tu blog consigo nuevas fuerzas. Gracias.
Besitos,
Judith.
Bueno, me encanta que el blog sirva para refrescarte la memoria. Y gracias por pasarte.
ResponderEliminarSé constante en el mensaje con Luis, sí; seguro que te lo agradecerá mucho, antes o después.
Un beso de bona nit.
Marié.
Suerte con tus reportajes! Creo que últimamente vamos demasiado deprisa, con demasiado trabajo, pero por suerte ya llega la primavera y con el buen tiempo parece que todo se ralentiza...
ResponderEliminarPor cierto, mi madre ya esta mucho mejor y más animada.
Besos!
PS: Hoy por fin he subido las fotos que faltaban de la obra de teatro, si ves a Iván dile que te deje el CD y así las ves como Dios manda. :)
Me gusta mucho el ambiente que se transmite en las fotos y en la presentación del blog.
ResponderEliminar(Emi, te guatará pasarte por el blog de Marina).
A veces tus fotos son como viñetas.
Interesante combinación de fotografía y dibujo.
Me alegra que tu madre esté mejor.
Igual nos conocemos en el estreno de la obra -y de paso te conozco a ti también.
Un abrazo, Marina.