viernes, 18 de diciembre de 2009

La ecuanimidad.







La ecuanimidad es necesaria para tener una mente apacible todo el tiempo; de otra manera, mi mente se ve arrastrada por apegos, aversiones, indiferencia, etc.

Por qué tendría que abandonar estos pensamientos desequilibrados?
En primer lugar, porque son exagerados y no se adecuan a la realidad,
y, además, porque
nos hacen daño.

Tanto el apego (poner el foco de atención en las supuestas "maravillas" de alguien o algo) como la aversión (centrarse en lo que te disgusta) no son más que una proyección equívoca de la mente que está basada en la exageración.

¿Crees que el amor, el odio, la felicidad, la paz, la tristeza o el rechazo son sentimientos?
De acuerdo. Pero busca: detrás de cada uno de ellos encontrarás un pensamiento. Un punto de vista. Una designación personal.

Si hay que designar -dice Lochani-, designemos de una manera beneficiosa, que no desequilibre tu estado mental.
Cómo? Con ecuanimidad.
La ecuanimidad consiste en un sentimiento de afecto, amistad y cercanía hacia todos los seres.


Los sentimientos desequilibrados de apego, aversión e indiferencia nacen de pensamientos exagerados que no se adecuan a la realidad.

Todo eso está muy bien y supongamos que decido actuar de una forma equitativa y ecuánime, con amabilidad y respeto hacia todos los seres. Pero, ¿cómo ignorar esa conexión que siento hacia unas personas y no hacia otras, incluso en un mero encuentro fugaz?
Lochani dice: esa conexión (esa atracción) o esa aversión nacen de impresiones kármicas, por experiencias anteriores (puede que incluso de otras vidas), pero tanto tu experiencia actual como las del pasado están basadas igualmente en pensamientos exagerados y equivocados.
Libérate de las cadenas del karma.

Y esto me hace pensar...
Es curioso cómo tendemos a vestir con un halo de romanticismo las conexiones profundas que, sin saber por qué, sentimos con ciertas personas. Lazos profundos que nacen de zonas insondables, tal vez de otras vidas, ese misterio.
Pero, sea como sea, de otras vidas o no, esos odios y apegos surgen, igualmente, de pensamientos exagerados y equivocados.
Identifícalos, contémplalos, investiga en ellos, si quieres. Pero, en última instancia, no les des más credibilidad que a los engaños presentes.

Y libérate de las cadenas del karma.

18 comentarios:

  1. Muchas veces tendimos a exagerar o a ahogarnos en un vaso de agua por cosas que puede que no tengan tanta importancia... La ecuanimidad, aparte de los sentimientos, también seria perfecto si se pudiera poner en practica en las acciones del día a día! Aunque a veces es mas fácil dejarse llevar por otros derroteros.

    Felicidades por el blog!
    Reflexiones muy interesantes. :)

    ResponderEliminar
  2. Buen apunte!

    Y cuando nos ahogamos, detrás de cada ahogo (aun en un vaso de agua) siempre hay un pensamiento que nos desborda y desestabiliza.
    Volver a la paz interior es más que una tabla de salvación.
    Es el puerto mismo.

    Gracias, Marina.

    ResponderEliminar
  3. Pero, ¡qué maravilloso es sentirse bien con la gente que consideras de bien! Y ¡qué alivio da cuando te aferras a cualquier cosa para sentir aversión hacia la persona que te produce aversión!

    ResponderEliminar
  4. Ah, Emi! Y a mí, que se me hace difícil imaginarte rumiando aversión?...
    Quizás es porque sólo conozco la cara de Emi extasiada ante las maravillas del mundo y los disfrutes que encuentras a cada paso, esa rara habilidad...

    Aficionada al juego de las pasiones, puede ser, pero no te veo aferrada a la aversión, esa pérdida de tiempo y de energía. ¿Tú sí?

    ResponderEliminar
  5. Te cuento, Marié. Sólo me reconozco una (lo cual no significa que no haya otras reprimidas). Es alguien del trabajo que trabaja, con éxito por desgracia, mi negatividad. Lucho contra mí misma por superarlo, pero no puedo evitar disfrutar poniendo a caldo sus meteduras de pata. Lo sé. No me digas nada. Un poco más de meditación en la compasión y un propósito más firme me ayudarían a superarlo, pero no tengo voluntad.

    ResponderEliminar
  6. Ya veo, Emi.
    Todo el mundo tiene en su vida un "cocinero de Atisha".
    Atisha era un maestro muy respetado y obedecido, pero el cocinero del monasterio era un grano en el culo: antipático, molesto, quejica, incordiante... Uno de sus discípulos le sugirió que le despidiera.
    Atisha le respondió: ¿despedirle? Si es mi maestro...
    Como bien dices (tu compañera pone a prueba con éxito tu negatividad), todo el mundo necesita alguien o algo que nos ponga a prueba y nos saque de nuestra zona de confort. Si no, cómo íbamos a saber que estamos avanzando -si no es superando pruebas...

    Personalmente, cuando yo me encuentro con alguien que tiene la capacidad de alterarme mucho y tengo la tentación de marcar distancias, enseguida pienso: de ninguna manera voy a desaprovechar la oportunidad, si es mi maestra...

    ResponderEliminar
  7. Un enfoque distinto:

    Yo viví una situación similar algo antes de conocer a Atisha y el budismo.
    Acostumbrada a trabajar como freelancer y a mi ritmo (si trabajaas en casa y encima eres madre, aprendes a no perder el tiempo), acepté llevar un gabinete de prensa en una ong y decidí pasar unas horas diarias en la oficina.
    Mi situación irregular en el entorno de largos horarios me hizo no ser muy bien vista desde el principio. En especial por la jefa de personal, que no me había seleccionado -ya que su jefe se había puesto directamente en contacto conmigo y mis condiciones de trabajo las establecí yo.
    Yo tenía la impresión de que se dedicaba a sabotearme, no me pasaba el material necesario para realizar mi trabajo, me dejaba en una espera indefinida y en la inactividad absoluta...
    Me enfadé, claro.
    Hasta que un día me dediqué a observar desde mi despacho (separado del resto de la oficina por paredes de vidrio): ella (mi enemiga) se parecía bastante a mí; tenía una hija pequeña (a la que apenas veía por su largo horario laboral, mientras yo llevaba y recogía a mi hija de la escuela cada día), un compañero freelancer en casa, una madre...
    Si nos hubiéramos conocido en el gimnasio o en la cola del médico, acompañando a su madre, muy probablemente nos habríamos caído bien.
    Y lo mismo con el resto del personal. Tenían sus "cosas" en la oficina, pero todas tenían personas a las que amaban y a las que cuidaban (una de ellas vivía y cuidaba a su abuela enferma de alzheimer).
    En cuanto me fijé en todo eso que nos unía desapareció mi inadversión y en cuanto cambié yo la situación empezó a cambiar de una forma drástica.

    No es que hiciera allí las mejores amigas de mi vida, pero pasé un año fantástico hasta que decidí dejar el trabajo para irme a vivir a otro país.

    ResponderEliminar
  8. A mi me paso algo parecido donde trabajaba antes. Al final otras personas intercedieron en que todo acabara bien despidiéndome, no por no hacer mal mi trabajo sino por reducción de personal. La verdad es que al principio me dolió pero creo que inconscientemente me han hecho un favor. Entrar en ese sitio era deprimente, tenia como un humo cargado irrespirable de mal ambiente, gritos, discusiones y estrés. Nadie trabajaba a gusto pero nadie hacia nada para mejorar el ambiente laboral. Supongo que nos habíamos acomodado a eso.... Ahora no tengo trabajo pero estoy segura que puedo encontrar algo mejor.

    ResponderEliminar
  9. Seguro, Marina, te deseo suerte.
    Por lo pronto, te has liberado de una mala situación.

    Tengo una amiga que es un alto mando en los mossos d'esquadra y se presentó para subir aún más en la escala de mando. Pasó todos los exámenes teóricos y pruebas físicas hasta que en la entrevista final la tumbaron.
    Competitiva y ganadora como es, le sentó fatal que le hubieran pasado por delante chicos mucho menos preparados que ella.
    Hasta que se dio cuenta de que no le hubiera compensado, por 300 euros/mes de subida de sueldo, ser destinada a otra ciudad, pagar un alquiler y, sobre todo, dejar de ver a su hija de dos años.

    Una toma sus elecciones pero a veces la vida decide por ti mejor de lo que lo haces tú misma.

    Hasta que una alcance la sabiduría y la lucidez para saber dónde merece la pena de verdad poner la intención y la energía.

    ResponderEliminar
  10. Sí, Marié, soy consciente de lo que me dices. Tengo el convencimiento de que no somos mejor que las personas a las que rechazamos y todos tenemos, en la mayoría de los casos, motivos para ser cómo somos. Lo que ocurre es que existe algo que no sé cómo definir: ¿química?

    ResponderEliminar
  11. Lo de la "química", Emi, a mí me suena como cuando el médico solía decir que tu enfermedad (malestar, síntomas) era "de los nervios". A mi madre siempre se lo decían. Y yo pensaba, qué enfermedad es ésa, "de los nervios"; más bien me sonaba sinónimo de "no tengo ni la menor idea". Para todos esos síntomas sin causa evidente, abro carpeta nueva: "de los nervios".
    Lo mismo lo de la "química", es ponerle una designación que suene a material a algo que no sabemos explicar y mucho menos materializar.

    Sobre esas atracciones y aversiones inexplicables a primera vista, yo me quedo con la argumentación de Lochani: "son impresiones kármicas, por experiencias anteriores, pero tanto tu experiencia actual como las del pasado están basadas igualmente en pensamientos exagerados y equivocados".

    Alguien te cae bien porque conecta bien con tus preferencias personales y te cae mal porque conecta con tus rechazos y experiencias previas desagradables.
    Yo no creo que las cosas nos gusten o nos disgusten porque sí.
    Aprendemos a que nos gusten o disgusten, a partir de las experiencias agradables o desagradables, que siempre dependen, a su vez, de los condicionantes concretos de cada situación. De hecho, el mismo objeto (un buen vino, por ejemplo, un restaurante, una persona) nos puede parecer extraordinario en unas circunstancias y no tanto, o incluso fatal, en otras. Y si se va repitiendo la experiencia de agradable (o desagradable) acabamos creyéndonos que el objeto es agradable (o desagradable) en sí mismo. Cuando en realidad sólo se trata de nuestra percepción dependiente.

    Está bien disfrutar de las cosas que nos gustan (y aprender a utilizarlas para experiencias de plenitud), pero no creo que haya que creérselas tanto como para generar apegos. Y mucho más en el caso de las aversiones. Creo que es un error creerse que detrás de esa aversión hay "química" o alguna otra cosa concreta que lo justifique, cuando en realidad sólo hay una percepción personal exagerada y distorsionada de ese objeto, persona o situación que "nos pone de los nervios".

    A mi parecer, lo único que "nos pone de los nervios" es el pensamiento equivocado que tenemos sobre el objeto, no el objeto en sí.

    ResponderEliminar
  12. Tomo buena nota. Trataré de observar a mi aversión con otros ojos. Ya te contaré.

    (Ufff, menos mal que tengo vacaciones por unos días)

    ResponderEliminar
  13. Jajajajaja!!

    Feliz año nuevo, Emi.

    Tu compi de trabajo va a flipar...

    ResponderEliminar
  14. Y entonces, la atracción que termina en amor, ¿se descarta de la vida de un budista?
    ¿Cómo se compatibiliza ser budista con el amor de pareja?

    ResponderEliminar
  15. Hay muchas personas budistas con pareja estable.
    Se trata de que el amor hacia tu pareja sea realmente eso: amor.
    El amor que desea su felicidad y su libertad; que cada vez sea más fuerte, sabia, y tenga más recursos para ser feliz.
    El amor, generalmente, hace que tu pareja sea más estable, porque la respetas y la tienes en consideración. Y eso facilita la relación.
    (Y si llegado el caso hay que separarse, nos separamos con amor, deseando su felicidad y su libertad, tanto como las propias).

    Lo importante es no confundir el amor a la otra persona
    con la obsesión egocéntrica con que se cumplan mis deseos (control, celos, etc.)

    Un abrazo muy fuerte y te deseo lo mejor.
    El mejor amor. :)

    ResponderEliminar
  16. Entonces, la ecuanimidad es aceptar al otro tal cual es... contemplàndolo en toda su expresividad y permitiéndole su libertad y felicidad?... y si ese actuar me afecta?... ¿cuàl debe ser mi respuesta?

    ResponderEliminar
  17. En mi opinión, Gloria, lo mismo que le aplicas al otro te lo aplicas a ti misma. Aceptación, libertad y felicidad. Así que tú tomas tus propias decisiones sobre si es algo que puedes afrontar en tu mundo y en tu vida en este momento dado o no.
    Desde el punto de vista budista, la sabiduría consiste en saber actuar en cada caso con compasión/empatía y amor, buscando la mejor solución para el contexto general (y evidentemente eso no significa darle la razón o "aceptar" a alguien que lo está destruyéndolo).

    Un abrazo y suerte.

    ResponderEliminar
  18. Hola, llevo muy poco tiempo conociendo esto, y me parece bastante interesante y a su vez complicado de aceptar estas nuevas formas de enfocar las cosas, me resulta difícil expresar el mismo amor por un compañero de trabajo al que tengo afinidad, gustos comunes, formas de ver las cosas ectr... que con otro compañero que no comparto esas afinidades y efectivamente destaco o exagero comportamientos que no me gustan de esa persona en este caso suele criticar a los demás e imagino que igual a mis espaldas, consecuentemente la confianza y el amor no me sale ecuánime.
    Quiero decirte que me ha gustado la claridad del articulo, Muchas Gracias. bsssss

    ResponderEliminar