domingo, 11 de octubre de 2009

Proteger la alegría.

A veces, haces lo que tienes que hacer, actúas conforme a tu disciplina moral, el modo de vida que quieres seguir, pones en práctica la consigna de cambiarte por los demás.
Es muy fácil, dice Geshe-la, sólo tienes que cambiar tu objeto de estimación: dejas de estimarte a ti misma sobre todos los demás para estimar a los demás.
Tanto tiempo persiguiendo la felicidad dándole de comer al ego para acabar comprendiendo que ése no es el camino. Así que cambias el camino y, sorpresa, resulta que ahí estaba la felicidad. El bienestar, la paz profunda. De repente es como si las energías se equilibraran y todo pasa a estar en orden y las fuerzas de la vida se ponen a tu favor. Un efecto secundario con el que no contabas, pero todo está en orden.

Eso ocurre a veces, y a veces no. A veces haces lo que debes guiada por el buen corazón y la vida no te premia. ¿Injusto? la ley del karma dice que no existe la injusticia, que todo tiene una causa y un efecto.
Tú haces lo que debes y cuando te crees grande la vida se pone en tu contra. Y es una lección de humildad. No eres tan grande. Y aún tienes tanto que purificar... Aún tienes tanto que aprender. ¿Acaso hacías lo que debes sólo por la recompensa? Practica paciencia y humildad. Y sigue tu camino.

Y a veces es mejor aún. A veces haces lo que debes y la vida no te premia y parece que nada funciona en tu mundo, pero a ti te da igual. Permaneces en la alegría, tanto como cuando las cosas parece que funcionan. Permaneces en la paz y en la estimación y en la alegría, da igual cómo la vida te responda.
Y cuando contemplas tu alegría abrazando las dificultades, o la fortuna, da igual, entonces tu alegría se hace gigante.
Y sospechas que ahora sí, empiezas a ser libre.

2 comentarios:

  1. Cambiar el camino no es nada fácil. Nada fácil. Sería fabuloso tener todo disponible en una maleta y ¡hala! ¡a por otra! Pero, con los años lo acumulado no cabe en la maleta. Necesitas un camión de mudanzas y no tienes coraje para dejarte cosas atrás. Entonces ni eres feliz, ni sufres, ni nada. Simplemente tratas de proteger la alegria en los ratos del día que la percibes. Al menos, así hago yo.

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  2. Tienes razón, Emi. Cambiar el camino exterior no es nada fácil, con tanto lastre acumulado que no cabe en una maleta y del que cuesta desprenderse,
    pero cambiar el camino interior (enfoques de pensamiento), cuyo único lastre es meramente imaginario, aún cuesta más, casi siempre.
    Qué absurdo que nos cueste tanto desprendernos de las cosas que nos son familiares, aunque sean aunténticos incordios.
    Nos aferramos a lo familiar, aunque nos esté matando.
    Y nos contentamos con mantener pequeños instantes de paz.
    Y, a veces, esos pequeños instantes de paz (pobre alivio) son los que nos mantienen cronificando el drama personal.

    Yo soy más partidaria de cambiar los caminos internos (transformar el enfoque) que los externos. Aunque a veces urgen también radicales cambios externos.

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