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Nos pasamos la vida moviéndonos de un sitio a otro.
Del útero (la casa interior) a la casa exterior.
(Por qué esta casa y no otra?
Por qué esta familia y no otra?
Por qué este país,
esta hambruna o abundancia,
explosiones de guerras
o paz como un mar en calma?
Por qué me ha madurado este karma
y no otro?...)
De casa al parque, a la escuela, a casa.
Al pueblo, a la ciudad, al mar, a la montaña.
Al trabajo, de vacaciones
de verano,
de invierno.
A la nieve, al sol,
a la lluvia, al viento.
Quizás exploramos países y nos quedamos a vivir en ellos.
De paso de un olor a otro, de unos sabores
a otros,
de unas texturas y sonidos
a otros.
De la infancia a la adolescencia, a la vida adulta,
a la vejez,
a la muerte,
al sueño...
Esa hipnosis de movimiento
e impermanencia.
A veces veo
a las personas correr,
o pasear,
o viajar con sus maletas a cuestas.
De aeropuerto
en aeropuerto.
De estación en estación.
En bici, con la mochila a la espalda, de casa al mar, del mar a casa.
Al trabajo, al bar
a tomar unas tapas y compartir.
El ágape, el sexo o el no sexo, las risas
o el llanto.
Las confidencias, la búsqueda,
comprender,
cambiar las condiciones externas
y volverlas a cambiar.
Salir de aquí,
llegar
qué sé yo dónde.
A veces veo a los personajes (el mío incluido)
correr demasiado
o simplemente
moverse,
desplazarse
de un sitio a otro.
Esa búsqueda.
Esa hipnosis.
A dónde creen que van?
Me pregunto:
a dónde
crees
que vas?
Cómo nos agotamos
con la alucinación de que vas y vienes,
que sales
y se hace tarde.
Que amas y pierdes y se van
y sufres.
(Contemplo la foto de mi madre junto a la pantalla del ordenador,
que ayer parecía que estaba aquí
y hoy
parece
que ya no está.
Y pienso en Sole,
a quien hoy acompañamos con una powa).
Parece que estoy aquí
y que hay lugares a donde ir
y personas con las que encontrarse.
Pero todo está aquí.
(Al menos, en la misma medida en que no está).
Presiento
(siento)
que todo está aquí.
Sólo hay que evocarlo
y aparece.
Convocarlo
y aparece.
Incluido
tu despertar.
(Para
Ariadna
-que se resiste a creer que no haya nada más allá de la impermanencia.
Y para Sole
-que ahora lo sabe, que la impermanencia es una mera hipnosis
y que la muerte no existe).
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Pero el laberinto para llegar caracolea cada vez más...o sólo a veces... Otras veces el camino parece recto.
ResponderEliminarParece como si alcanzar la esencia de una misma fuera más difícil que desplazarse con prisas a cualquier lugar.
Te echo de menos, hermana.
Y yo a ti, Emi.
ResponderEliminarNo sabes cuánto.
Creo que este fin de semana estaré por casa y, con suerte, coincidimos y podemos hacer una de nuestras largas confidencias telefónicas
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Bellísimo!
ResponderEliminarGracias por esta linda e inesperada experiencia poético-meditativa
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