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Amigo mío:
Me cuentas que tú también has tenido movidas este fin de semana: una conferencia que impartir, jornadas profesionales...
Por mi parte, la presentación del debate de fin de curso (exposición de resumen y respuestas a preguntas), examen final...
Cuánto ego removido,
si ego hubiera, amigo mío.
Son las situaciones perfectas para explorar
cómo están las cosas.
Y ya sabes a qué cosas me refiero.
O vamos aprendiendo
bien...
Si hemos navegado el fin de semana como un mar en calma,
es que vamos aprendiendo.
Si nos hemos sentado delante de la audiencia como si fuera cualquier otra persona,
con la atención puesta en las necesidades de aquéllas que van a escuchar,
con el deseo de ayudarles, si está en tu mano,
y si no sale, es que no lo está.
Si hemos desaparecido (ese yo que no existe)
en la función que hay que realizar,
es que vamos aprendiendo.
Si en el examen, en la puesta en escena,
no cuenta lo que van a pensar de ti o de mí,
sino lo que sabemos, y cuán integrado está, y cómo lo aplicamos.
Cuál es nuestra capacidad para ayudar y si lo hemos hecho,
y cómo.
Y sea cual sea el resultado, la evaluación,
no hay juicio:
ni orgullo
ni castigo.
Si hemos navegado el fin de semana como un río en calma,
como si tanta exhibición
no fuera contigo ni conmigo;
como si no hubiera exhibición
sino servicio.
Si no se ha alterado ni un ápice tu paz interior, ni la mía,
es que vamos aprendiendo
bien.
O seguimos aprendiendo mal.
Pero
si ha habido ansiedad
antes de la conferencia (la tuya o la mía),
nerviosismo, estrés.
Si la mente se ha quedado en blanco por un momento, o dos,
durante.
Si, después, aún afectan los comentarios, a favor o en contra,
y producen movidas por dentro.
Si nunca ha sido suficiente,
si nunca hemos sido lo suficientemente buenos,
es que esto no está funcionando
como debería.
Si en el encuentro surgen competencias,
exhibiciones de egos, dolorcillos, ya sabes;
si siempre parece que hay gente que no ha hecho bien su trabajo
(y por eso no hemos podido brillar tanto como nos merecíamos),
es que esto no está funcionando
como debería.
Si en la puesta en escena colectiva
hay tensiones
y luchas de egos solapadas
es que,
quizás,
nos hemos equivocado de club.
Y seguir en un camino que no nos conduce a la paz interior
y no practica
con coherencia
la paz interior,
sería una decisión equivocada.
Como mantener una relación de pareja con la que no crecemos
en la dirección que queremos crecer,
en la dirección última.
(Y tú ya sabes que no se trata de cambiar de pareja sino de relación).
Y tú ya sabes que no se trata de seguir insistiendo en cambiar las condiciones externas
sino las internas.
Y tú y yo hemos decidido no seguir estancados el resto de nuestra/s vida/s
en este atolladero del ego llorica
y peleón.
Aun no habiendo camino...
Amigo mío, tras la puesta en escena, la pregunta es:
¿estamos aprendiendo a desaparecer
(a reducir ese ego carcelero y tiránico),
a amar
en calma?
¿Somos un poco más libres
de lo que lo éramos ayer?
El mundo que hemos empezado a construir, ¿está habitado por seres más libres
y empáticos
y compasivos,
nuestros compañer@s en el camino,
nuestros compañer@s de club?...
(Aún no habiendo camino, ya sabes).
Si la respuesta es que sí, felicitémonos
(con el orgullo divino, "que supera todas las concepciones equívocas")
y sigamos adelante.
Porque ya estamos llegando.
Ya estamos.
(Ya sabes).
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