jueves, 22 de marzo de 2012

Conocer la mente.

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Normalmente, identificamos nuestra mente
e incluso nuestro yo
con lo que pensamos
o sentimos.

Pero en realidad todo eso (pensamientos, sensaciones,
opiniones, puntos de vista...)
son como nubes, que pasan
y cambian
y acaban desapareciendo
siempre.
Como nubes con formas variadas, aparentemente,
pero en realidad insustanciales, sin consistencia real.
Y sin embargo, no sólo nos parecen reales en sí mismas
sino mucho más:
nos parece
que ellas son mi mente;
aún más:
que ellas son
"yo".

Pero lo cierto es que las nubes pasan y el cielo permanece,
como un telón de fondo estable
e imperturbable.

Nuestra mente es igual: clara, vacía, infinita,
apacible e imperturbable
(como la claridad del cielo)
y los pensamientos, sensaciones, opiniones, puntos de vista
y experiencias
como simples nubes
de paso.

Esta meditación es una propuesta para empezar a dejar de identificarnos con las nubes
(apariencias de paso)
y reconocer nuestra mente como ese espacio claro y vacío, apacible,
de donde surgen todas las nubes (percepciones, apariencias, experiencias)
y donde
acaban disolviéndose
todas las nubes.



Meditación en la claridad de la mente.












Para comenzar, siéntate en una postura cómoda,
que te permita estar relajad@
y, a la vez, alerta.

Pon la espalda recta, pero no tensa.
Las manos, sobre tu regazo.
Y mantén los ojos semiabiertos.

Relájate en esta postura y deja que el estrés y la tensión se desvanezcan.


Seguidamente, genera una motivación positiva:
para que esta meditación te ayude a conocer tu mente,
para tu propio beneficio
y el beneficio de los demás.


(Meditación analítica:
tus pensamientos, como nubes;
tu mente, como el cielo cla
ro y abierto)

Ahora, dirige la atención hacia tu interior
y toma conciencia de tus pensamientos
y actividad mental.

Dedica unos momentos simplemente a observar el flujo de pensamientos y sensaciones que vaga por tu mente.

Piensa que tu mente es como el cielo, inmensa y sin obstrucciones,
y que tus pensamientos y actividad mental son como nubes.

Al igual que las nubes se forman y disipan en el cielo abierto,
tus pensamientos y sensaciones surgen y se disuelven en el espacio interno de tu mente.

Por muchas nubes que haya, el cielo sigue existiendo como una extensión azul y cuando las nubes se disipan éste vuelve a aparecer.
Del mismo modo, por muy ocupada que esté nuestra mente, sigue siendo un continuo claro y sin forma
y cuando los pensamientos se desvanecen aparece la naturaleza clara de la mente.

Continúa observando los pensamientos y sensaciones.
No los sigas, sólo observa.





Observa cómo los pensamientos y la actividad mental no son objetos físicos sino simplemente fenómenos inmateriales que aparecen en el espacio de tu mente.

Son como nubes:
surgen de la claridad de tu mente y se vuelven a disolver en ella,
una corriente mental sin color,
forma,
sonido,
olor
ni propiedades táctiles.

Continúa observando el flujo de tus pensamientos;
sólo observa, no los sigas.

Observa cómo van desapareciendo poco a poco,
como nubes que se desvanecen.

Cuando surja de nuevo un pensamiento, no te aferres a él,
sólo observa y deja que se desvanezca en la claridad de tu mente.


(Meditación de emplazamiento:
la experiencia apacible

de la claridad de tu mente)



















Esta claridad es tu objeto de meditación.
Concéntrate en esta experiencia
y disfruta de la paz interior
que evoca.


Cuando surjas de la meditación y reanudes la actividad mental, intenta no perder esta sensación de paz interior.

Mantén esta experiencia de paz y claridad y deja que impregne todos tus pensamientos y sensaciones,
para que tu mente permanezca siempre apacible y positiva.


Dedica mentalmente la energía positiva que has generado durante esta meditación para que tú y los demás seres disfrutéis de esta experiencia de paz en la vida diaria,
de buena salud
y felicidad.




A continuación,
puedes abrir los ojos
y surgir
de la meditación.















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